El informe del presidente Mario Abdo Benítez, que con un discurso basado en rimbombantes cifras para dibujar resultados más alentadores de su gestión, pero que contrastan fuertemente con la realidad de la gente asfixiada por la inflación, las precariedades y en la que el desempleo es un flagelo difícil de maquillar, lo aplaza fuertemente en su gestión.
El Presidente se valió mucho del asistencialismo para amortiguar el desastroso gobierno que sumió a muchos en la miseria; sin embargo, los subsidios que intentó encajar como inversiones, principalmente con donaciones de viviendas, desprecarización de algunos sectores como el del personal de blanco y otros, en realidad son medidas paliativas mínimas con millas de distancia al empoderamiento que se le debe a la gente como parte de una política de desarrollo real.
Las 300 mil personas convertidas en nuevos pobres a causa del desempleo dejaron de pertenecer a la clase media para descender a la indigencia; es una triste prueba de que el Presidente se quedó en el asistencialismo que seguirá perjudicando la productividad de un país que necesita levantar cabeza tras la profunda crisis sanitaria. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ya adelantó que esta cifra aumentará en este 2022, pero el jefe de Estado acude al asistencialismo.
Existe incluso una alerta de la Cepal que habla de situaciones más graves como el aumento de la pobreza extrema en un 14,9% en varios países latinos, incluyendo justamente al Paraguay. De 750 mil compatriotas que hoy sobreviven con menos de 1 dólar por día, van a aumentar a 1.050.000 para fin de año. Esto es por el desempleo, la gente busca trabajo y esto no se ha generado con políticas sustentables.
Lo máximo que se escuchó como logro en términos de empleo en el discurso del presidente de la República, en su informe presentado ayer ante el Congreso de la Nación, es el proveniente de la construcción de asfalto que generó 260.000 puestos. Cabe remarcar aquí que el rubro en el que su gobierno puso mucho empeño (asfaltado de rutas y caminos) precisamente demanda un insumo que vende una de sus empresas.
Sin embargo, ni siquiera este auge de asfaltado garantiza empleos medianamente sostenibles. Debido a que la deuda que arrastra el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones con las contratistas generó deserciones laborales que rondan las 40.000. Los empresarios gremialistas del sector de la construcción señalan que gran parte de la deuda es con los que se dedican a obras viales.
Las estadísticas de la falta de trabajo son tan alarmantes que a nivel regional nos ubicamos en el segundo país con mayor tasa de desempleo. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el Paraguay los índices de desocupación ascienden a 8,5%, mientras el Presidente se enfoca en destacar subsidios y la asistencia social a sectores vulnerables en paralelo a la caída de niveles más altos, como el caso de la clase media.
A estas alturas del año, el país arrastra unos 60.000 desempleados. Lo cierto es que esta situación para nada alentadora no tiene indicios de esperanza viendo el desgobierno y el remate del dinero público con cargos prebendarios, licitaciones tildadas de recaudadoras, amañadas a todas luces.
El Presidente se vale de los desastres sanitarios, climáticos, para justificar de alguna manera los negros resultados en términos económicos y de generación de empleo, pero este discurso no pesa ante las soluciones que requiere el país. Peor aún, prácticamente todo el Gobierno se encuentra abocado a la campaña política del 2023 y la dejadez todavía genera más inestabilidad y desconfianza para cualquier intención de inversión que pudiera surgir.
El Presidente se jactó de varios resultados que en cuestión de horas sucumbieron totalmente con las deprimentes estadísticas económicas. El desempleo es un problema brutal en este gobierno y el asistencialismo, con el que se intenta hacer creer buenos resultados, es muy preocupante. La gente debe estar muy expectante y pulir el discurso del presidente de la República para no quedarse con versiones engañosas que solo desvían las críticas de los temas que son realmente importantes para el bien común.