El ingreso discrecional de recomendados políticos en puestos sensibles de la segu­ridad penitenciaria como del país entero y en sitios por donde fluyen millones en negro, según lo ratificado por altas fuentes en estos días, tornan peligrosas las prime­ras acciones del ministro de Justicia, Édgar Olmedo.

Básicamente, lo que hizo el ministro Olmedo al asumir el cargo fue ceder reparticiones penales claves para recaudaciones en negro a leales a su aliado político en el departamento de Caaguazú, Mario Varela, actual ministro de Desarrollo Social.

La repartija comienza con César Raúl Kriskovich, conocido como “el secre­tario de Varela”, quien figura en la nómina del Ministerio de Desarro­llo Social como jefe de oficina regio­nal de Coronel Oviedo, fue comisio­nado al Ministerio de Justicia como director de la inspectoría general de la cárcel de Coronel Oviedo, puesto considerado de oro en la estructura por el millonario circulante en negro para algunos servicios “adicionales”, prohibidos de manera oficial, como el caso de las famosas celdas vip.

Raúl Vera, ex concejal de la Municipa­lidad de Coronel Oviedo, también del equipo político de Olmedo y Varela, se ubica como jefe de gabinete del minis­terio mientras que Julio Balbuena, otro político de Oviedo, reciente­mente cobijado en carpas oficialistas, consiguió un cargo como director de Establecimientos Penitenciarios.

Antes de buscar candidatos más idó­neos, Olmedo aprovechó las circuns­tancias del poder para usar la coyun­tura política a favor mediante estos cupos para los suyos y recomendados de sus amigos. Además de los cargos de alto rango, nuestro medio tam­bién publicó evidencias de cómo están rifando el presupuesto del ministerio apretando a Hacienda por contratos temporales para los operadores.

Existe también un proyecto para un verdadero festín de rubros en con­cepto de subsidio, otra arremetida electoralista usando a los sufridos guardiacárceles que cumplen horario de 24 horas corridas en las peniten­ciarías. El diputado Arnaldo Sama­niego está en fuerte campaña para volver a realizar pagos discrecionales de subsidios, en este caso de alimen­tación, que incluya a gente que tienen jornada básica de labor de 8 horas y hasta menos incluso.

Hacienda se había plantado mediante un dictamen en el que señala que el pago de subsidio alimentario solo corresponde a los guardiacárceles que cumplen 24 horas corridas de trabajo.

Todos estos gastos, regalos de sueldos en este momento de profunda crisis económica, representan una aberra­ción administrativa con altos ries­gos para el ya debilitado presupuesto del ministerio que tiene un montón de urgencias encima. Pero, además, genera un peligro de sometimiento a fuerzas delictivas que es sabido tie­nen cuota de poder en las cárceles e incluso han rebasado a las autorida­des de los penales.

Es una realidad que el Ministerio de Justicia ha perdido el control sobre la población penitenciaria del país.

En este contexto de alto riesgo de seguridad, grupos criminales que tie­nen alineados a funcionarios estata­les que debieran ser los verdaderos custodios del orden penitenciario es que, en vez de sumar soluciones, se generan más cargas para los contri­buyentes, con el arribo de una admi­nistración que impone recomendados en deshonra de la misión institucio­nal antes que fortalecer estrategias que apunten a erradicar delitos en los penales.

Ante semejante desinterés en el obje­tivo, las expectativas se recuestan en las demás instituciones que debie­ran resguardar el patrimonio estatal y la calidad de los recursos humanos que ingresan a la función pública; de lo contrario, a estas alturas de un año proselitista estamos en vísperas de un verdadero carnaval con plata de los contribuyentes. Los entes de con­trol deben parar el despilfarro que comenzó a ejecutarse en el Ministerio de Justicia.

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