En tres semanas, el 8 de diciembre, se producirá el día litúrgico de la Inmaculada Concepción de María, que en nuestro país se celebra con la festividad de Nuestra Señora de Caacupé, como centro en la capital del departamento de la Cordillera. Aparte de ser una fiesta de tono religioso, con una fuerte carga de elementos folklóricos, es la ocasión de mayor concentración de personas que se produce cada año en nuestro país. Se estima que por las festividades marianas concurren al lugar varios millones de personas desde los días del novenario hasta el 8 y la semana siguiente en que se recuerda la octava.
La concentración de tal cantidad de individuos en un lugar relativamente reducido y con la alta aglomeración que se produce, sobre todo en los momentos de celebraciones litúrgicas, son sin duda el mayor foco de contagio posible que se puede dar en momentos de una pandemia como la que nos afecta. Por eso, el año pasado, con un buen criterio de protección a las personas a quienes finalmente se debe como iglesia, la Diócesis de Caacupé no permitió la presencia de las muchedumbres y se realizaron las actividades religiosas siguiendo los protocolos sin el hacinamiento habitual.
El fervor no decayó, los actos litúrgicos tuvieron la misma significación religiosa, la gente, desde sus casas, no dejó de orar ni de pedir el auxilio divino. Pasaron las festividades sin el gran movimiento del gentío y la efervescencia de las masas. Pero la vida siguió igual.
Aunque los que más lamentaron que no se fuera la gente a Caacupé como habitualmente ocurre fueron los comercios, los empresarios, personas y trabajadores de todas las áreas a quienes la gran concurrencia deja fuertes ganancias económicas durante esos días. Perdieron plata, oportunidades de negocios y tuvieron que aceptar a regañadientes que la pandemia no solo afectó a la salud de mucha gente, sino también la de sus bolsillos.
El inicio del novenario a la Virgen el próximo fin de semana y la cercanía del 8 de diciembre plantean ahora el gran dilema del momento: se deja libre para que todo el mundo concurra a su buen saber o entender, o se tienen que tomar medidas de contención del número de concurrentes, con el estricto control de las disposiciones sanitarias recomendadas por Salud Pública. Ya que permitiendo la aglomeración de personas se vulnerará uno de los principios sanitarios, el de no hacinarse, la pregunta es cómo se podrán efectivizar las otras disposiciones, como el lavado de manos, el uso de tapabocas, el no aproximarse. Ya que no se podrá evitar el hacinamiento de tanto gentío, ¿cómo se hará para asegurar la protección sanitaria de miles de personas, muchas vacunadas y muchas sin inmunizarse?
La solución al problema planteado no es simple. Primero, porque ya no se prohibirá la concurrencia de la gente, como se hizo el año pasado. Debido a la etapa que se vive, con los estadios de fútbol llenos de hinchas, los centros comerciales con miles de concurrentes, los templos y lugares de reunión sin límite de participantes es imposible pensar en prohibir que se vayan los fieles a la villa serrana.
Se ha anunciado que la Diócesis de Caacupé y el Gobierno dieron a conocer el protocolo sanitario que quieren aplicar en la fiesta mariana próxima. Los medios han publicado que no será obligatorio contar con el esquema completo de vacunación, pero que se deberá respetar el distanciamiento de rigor, entre otras cosas.
Las autoridades deben regular claramente quiénes pueden ir y quiénes no. Por ejemplo, no se debe permitir la concurrencia de los enfermos, los niños, los ancianos y gente con vulnerabilidades. No es discriminación desde ningún punto de vista tratar a dos personas que no son iguales de una manera desigual. Como no lo es, por ejemplo, apartar un leproso de las personas sanas en un lugar público.
Tienen que adoptar rígidas disposiciones para la festividad de Caacupé y establecer un estricto control para que nadie incumpla las medidas sanitarias. Si no se cumplen los protocolos, puede darse un fuerte rebrote de la enfermedad en las próximas semanas, como es el temor de los médicos. Y eso hay que evitarlo por todos los medios.