A raíz de las disposiciones de liberar la cuarentena estricta y de permitir mayor libertad para las personas a pesar de la fuerte presión del coronavirus, en todo el país ha surgido la discusión de cuán conveniente es la medida de cara al peligro existente. Muchos profesionales de la salud han cuestionado la apertura total debido a las dimensiones que ha alcanzado el mal en nuestra sociedad y a que no se tienen aún vacunas ni remedios con qué frenarlo de manera adecuada. Visión desde la que la decisión gubernamental parecería una temeridad.
Pero, también está la posición de los que insisten en que para normalizar la vida del país hay que reabrir todos los negocios, permitir todas las actividades que estaban restringidas, destapar todo lo que está cerrado y no sobredimensionar las amenazas de la enfermedad a la que se le habría atribuido una magnitud exagerada.
Solo el tiempo logrará determinar cuál de las posturas es la más acertada. Entonces se verá quién tiene la razón y qué precios va a pagar el país por los errores, si los hay, o si los aciertos son más importantes y entonces se podrán cosechar sus frutos.
Cuando los responsables de la salud pública hablan de que el covid-19 ha aflojado un poco y de que es el momento de tentar una apertura responsable parecen tener razón, porque no se puede seguir en un encierro permanente por los altos costos económicos y sociales que paga la sociedad por el encierro. Pero, también son razonables las expresiones de los que dicen que se está muy lejos de haber vencido a la enfermedad y que el peligro de que aumenten los casos es grande y que empeore la situación. Eso porque gran parte de la sociedad aún no tiene la disciplina necesaria para cuidarse, lo que se ve cuando muchas personas se toman la libertad de aglomerarse de manera irresponsable, sin los cuidados necesarios.
Los números de los últimos diez días, los cinco últimos de setiembre y los cinco primeros de octubre, son muy elocuentes. Si bien en los primeros cinco días de octubre el promedio de fallecidos disminuyó en 6,2% en relación con los últimos cinco días de setiembre, la cantidad de contagiados en ese mismo tiempo tuvo un incremento del 12%. En los últimos cinco días de setiembre fallecieron 96 individuos, en tanto que en los primeros cinco días de este mes fueron 90 los muertos. Eso hizo que la cantidad de fallecidos diarios fuera de 18 en los primeros días de octubre frente a los 19 del último tramo de setiembre.
Los contagiados sumaron 3.957 personas en los cinco primeros días de octubre contra los 3.532 de los últimos cinco días de setiembre. Son 791 nuevos casos por jornada en los primeros días de este mes en comparación con los 706 contagiados diarios de los últimos cinco días del mes anterior. Dado que el país va a tener que convivir con esta enfermedad, la sociedad paraguaya tendrá que acostumbrarse al nuevo ritmo de vida, extremando los cuidados. El virus vino para quedarse y ello implica que la gente tendrá que aprender a cuidarse.
El ministro de Salud explicó que a pesar de que en las últimas semanas se mantuvo el rango de contagios, la responsabilidad de la ciudadanía es cada vez más importante, puesto que su comportamiento será decisivo. Por ello, exhortó que hoy más que antes se deben mantener las medidas sanitarias de rigor, como el uso del tapabocas, las medidas de higiene y el distanciamiento físico.
Lejos de las discusiones académicas y políticas de los que están a favor o en contra de la apertura sanitaria, lo más sensato es tomar posturas de acuerdo con las exigencias del momento: el virus continúa en medio de nuestros hogares poniendo en peligro la salud y la vida de nuestra gente, razón por la cual tenemos que acentuar el cuidado sanitario e insistir que en todos los sectores se pongan en práctica los protocolos de salud.
Aparte de seguir con nuestras actividades habituales, hoy urge de manera especial tomar las medidas para proteger la salud de todos, con la simple fórmula de cuidarnos a nosotros mismos y exigiendo lo mismo de los demás.