El gran aumento de casos com­probados de coronavirus, que en las últimas semanas se han duplicado, y la posibilidad de que vaya creciendo el número de enfer­mos y fallecidos, según las previsiones, deben poner en guardia a la sociedad paraguaya como nunca.

El ataque de este enemigo invisible, que es cada vez más fuerte y está afectando a mayor cantidad de personas, nos obliga como comunidad nacional a que le decla­remos la guerra total y actuemos con todas las armas disponibles para defendernos.

Debemos adquirir conciencia del tamaño y la gravedad del peligro, tomar todas las medidas necesarias para dete­nerlo y garantizar que la mayoría de los paraguayos no se vea afectada por esta terrible enfermedad. Hacerse los dis­traídos bajo cualquier pretexto y no sumarse a esta lucha que recién está comenzando puede considerarse como una agresión a la seguridad de cada uno de los que habitamos este país y una grave traición a la patria.

Un diario capitalino se ha hecho eco de lo señalado por un estudio del Instituto de Métricas y Evaluación de Salud (IHME, siglas en inglés) de la Universidad de Was­hington, que dice que los fallecimientos por coronavirus en Paraguay podrían lle­gar a 271 para el uno de octubre próximo (menos de 3 meses) y que los contagiados podrían ascender a 7.235. Añade que si se usan adecuadamente los tapabocas, como se recomienda, los casos fatales podrían alcanzar solo a 120.

Si tenemos en cuenta la fuerte progresión de la enfermedad en las últimas sema­nas, se puede decir que la previsión de la universidad norteamericana es prudente porque en los últimos 30 días la cantidad de fallecidos aumentó 88%, en tanto que el número de contagiados se incrementó más del doble. De todos modos, lo más signifi­cativo de este estudio es el valioso men­saje que deja para todos nosotros, pues destaca que en lugar de 271 fallecimientos que podríamos lamentar si no se hiciera un buen cuidado, esa cifra bajaría a 120 óbitos si se usaran las mascarillas y se tomaran las medidas sanitarias de protección.

La recomendación mencionada no es nueva, pues desde marzo se está insis­tiendo en la necesidad de protegerse con los barbijos y tomando otras medidas de cuidado. Pero nunca más oportuna para este momento en que, justamente, por no tomarse en cuenta esas sencillas medidas del protocolo sanitario, el número de infec­tados y fallecidos ha crecido exponencial­mente. En un mensaje, lo importante no es la novedad de lo que dice, sino el peso que tiene por su contundencia. Y su peso radica en que demuestra que si se usan los tapa­bocas se produciría menos de la mitad (el 44%) de fallecimientos.

Si queremos defender al país con éxito de esta pandemia, todos los habitantes, con las autoridades nacionales a la cabeza, tenemos que combatir la misma batalla. Podemos criticar lo que no se ha hecho bien, seña­lar y lamentar los errores cometidos por el Gobierno, pero tenemos que estar juntos.

Uno de los errores de las autoridades nacio­nales es que no han sabido transmitir con fuerza e insistencia la necesidad de tomar los cuidados de protección. Se contentaron con las conferencias de prensa, las alocu­ciones con técnicos sanitarios, con reco­mendaciones generales de las que se hicie­ron eco los medios. Pero eso no basta.

Al Gobierno le falta una política de comu­nicación bien concertada que incluya todos los medios existentes para enseñar a la gente qué y cómo hacer para protegerse de la enfermedad. Enseñar, en el sentido de hacer que aprendan las personas hábitos que no tienen. Debe emprender una fuerte campaña de educación que abarque todos los medios de comunicación para que se apliquen los cuidados necesarios.

Los anuncios aislados pueden ser buenos y elocuentes, pero no bastan. Acá se necesita que formen parte de una insistente cam­paña, en el sentido de que sean parte de una estructura armónica, con un fin bien determinado: hacer que la gente se cuide.

Tenemos que entender que cuando hay un enemigo que invade nuestras casas y pone en peligro las vidas de todos, hay que tomar las armas y combatir. En este caso, usando el barbijo y protegiéndonos con las medi­das higiénicas y el distanciamiento.

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