Días atrás recordamos el Premio Nobel de Economía obtenido por Friedrich von Hayek (Viena, 8 de mayo de 1899- Friburgo, 23 de marzo de 1992). El galardonado contribuyó con sus estudios sobre la manipulación de las tasas de interés del Banco Central, la teoría del dinero, los ciclos económicos, sus análisis de los fenómenos económicos e institucionales, la teoría pura del capital y otros.

F. Hayek no se limitó al estudio de la economía. Siendo parte de la Escuela Austríaca de Economía y parándose sobre los hombres de gigantes del pensamiento como lo fueron sus maestros Menger y Mises, incursionó en la epistemología, rama de la filosofía que estudia el conocimiento.

Para la Escuela Austríaca –cuyo origen también se encuentra en la Escuela de Salamanca en España– el conocimiento multidisciplinario es fundamental. Hayek decía que si un economista no conoce de historia, derecho y política sería un técnico probablemente bien formado pero peligroso. Esto último es relevante atendiendo a lo que ocurre en los centros de estudios y universidades.

La errónea metodología en la enseñanza de la economía como ciencia formal provocó la aparición de la tecnocracia. Desde aquí, técnicos, burócratas y políticos pretenden construir la sociedad exigiendo a los demás, o lo que es lo mismo un nuevo orden mundial como hoy se dice, motivo por el cual Hayek sería a la fecha un declarado antiglobalista.

El socialismo y el globalismo después de todo parten de la idea que el mundo puede ser diseñado por algunos, una “Fatal arrogancia” (nombre de su último libro) que desconoce los límites de la razón de la planificación del ser humano. El socialismo es obra de la arrogancia de los intelectuales que desean diseñar la sociedad según sus designios.

En su obra “Camino de servidumbre” sostuvo que toda forma de colectivismo se constituía en un problema para la libertad individual, un peligro de prácticas autoritarias que desemboca en totalitarismo.

Los gobiernos por su naturaleza se alejan de la cooperación voluntaria en el contexto del imperio de la ley, noción que Hayek consideraba vital para la sobrevivencia de la libertad. Esto es, si el gobierno crece sin limitaciones entonces retrocede la cooperación y la división del trabajo llevada a cabo por los individuos en los mercados libres.

Hayek se enfrentó a numerosos adversarios y muchas veces solo. Se dedicó a lo largo de su vida a promover y defender los “Fundamentos de la libertad”, nombre de uno de sus más de cincuenta libros, al igual que “Economía y conocimiento”, “El uso del conocimiento en la sociedad” y “Normas y orden”, obras necesarias que recomiendo para los que desean ser parte activa en la batalla cultural y política por la libertad.

Sea este escrito mi homenaje a Friedrich von Hayek, uno de mis referentes.

(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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