- Por Juan Carlos dos Santos G.
- juancarlos.dossantos@nacionmedia.com
“Edmundo González Urrutia continúa siendo una voz indiscutible a favor de la paz y el cambio democrático en Venezuela. Su mensaje de restablecimiento democrático en Venezuela ha inspirado las esperanzas y aspiraciones del pueblo venezolano y generó un potente llamado al cambio en las elecciones presidenciales del 28 de julio. Su salida de Venezuela es el resultado directo de las medidas antidemocráticas que Nicolás Maduro ha desplegado contra el pueblo venezolano desde las elecciones, incluso contra González Urrutia y otros líderes de la oposición”.
Esto dice parte del mensaje que el Departamento de Estado de los EE. UU. publicó en su sitio, al analizar la salida de Venezuela del excandidato opositor, quien para muchos países fue el ganador de las pasadas elecciones generales del 28 de julio.
Pero, ¿qué consecuencias podría traer tanto para el chavismo como para la oposición venezolana el asilo concedido por España a Edmundo tras las severas amenazas en contra de su integridad, recibida por parte del régimen de Nicolás Maduro?
Si González Urrutia representaba un foco de descontento o discrepancia interna, su asilo podría permitir al chavismo eliminar tensiones dentro de sus filas. Esto ayudaría a mantener la cohesión entre los seguidores más leales a Maduro y evitar así fracturas que pudieran debilitar la estructura del Gobierno.
También la decisión del Gobierno español de conceder asilo político al opositor podría beneficiar al Gobierno chavista al eliminar posibles tensiones internas, consolidar la lealtad entre sus miembros y permitir una reorganización que refuerce el control de Nicolás Maduro sobre el aparato estatal. Esas medidas podrían ser complementarias a las que ya tomó Maduro en su gabinete, endureciendo su línea, al designar como ministro del Interior a Diosdado Cabello, el resistido número 2 del ala dura del chavismo y sancionado por los EE. UU.
Su partida podría aliviar la presión sobre el Gobierno en términos de organización de protestas o acciones políticas locales. Esto permitiría al chavismo obrar con más facilidad sin enfrentar una oposición visible en ciertas áreas y, a la vez, dejar con menos margen de maniobra a María Corina Machado, quien encabezó a la oposición venezolana, pero sin poder intervenir como candidata debido a las sanciones administrativas que recibió de parte del Gobierno.
Como Maduro y su gobierno controlan los medios locales y, por ende, toda la narrativa de los mismos, la salida de Edmundo podría ser utilizada por el chavismo para controlar el discurso público, presentando este hecho como una “fuga” o debilidad dentro de la oposición. Esto les permitiría argumentar que los opositores están abandonando el país porque no tienen capacidad de liderazgo o influencia, fortaleciendo una narrativa de cierta estabilidad y mejora económica.
Lo cierto es que ya estamos a un mes y medio de las pasadas elecciones y nada más que se ha avanzado en sendos comunicados estériles en contra de Maduro. Hace casi mil años, un clérigo francés, San Bernardo de Claraval, ya advertía que “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.