- Por Jorge Torres Romero
- Columnista
Lamentablemente la polarización que existe en la opinión pública no permite aún dimensionar todo lo que implica el acuerdo recientemente alcanzado por los gobiernos de Paraguay y Brasil, referente a la energía de Itaipú.
Solo en lo que respecta a las inversiones sociales en nuestro país, informaban desde la binacional que se ha inyectado al Paraguay unos 1.700 millones de dólares en 22 años hasta 2023 y ahora, en los próximos 3 años, se van a invertir cerca de 1.950 millones de dólares, es decir, casi el doble gracias al acuerdo entre las Altas Partes Contratantes. Solamente este hecho ya representará un cambio radical para el desarrollo de nuestro país y eso ya se está percibiendo de inmediato.
Pero, más allá de los recursos obtenidos, hay otro logro que tiene que ver con algo que muchos políticos pregonaron y tomaron incluso como bandera, pero que recién ahora podemos decir que se ha logrado y es la verdadera soberanía energética, puesto que, por primera vez, Paraguay podrá vender directamente su energía en el mercado brasileño.
El beneficio que trae este acuerdo es que nuestro país pueda comercializar su energía en un mercado libre, que da la posibilidad de pactar contratos con precios y tiempos bien definidos, además, esto representa el inicio de una integración energética real, nos explicaba el titular de la Ande, Félix Sosa, en “La caja negra”.
Apuntó que, si bien la energía a ser comercializada en un primer momento será la de Acaray, la intención es que más adelante podamos ofrecer incluso las de Itaipú y Yacyretá, por lo que se trata de un hito realmente histórico.
Solo basta recordar que esta posibilidad ya había sido aprobada en el año 2009 por los presidentes Ignacio “Lula” da Silva y Fernando Lugo quienes firmaron una declaración conjunta que posteriormente fue ratificada en todos sus términos en el año 2013 por los mandatarios Dilma Rousseff y Horacio Cartes, respectivamente.
En el citado acuerdo se determinó la factibilidad de la venta directa de la energía generada por Acaray e Itaipú por parte de la Ande, para lo cual se instruyó la constitución de un grupo de trabajo integrado por los directores generales de Itaipú y representantes de los respectivos ministerios de áreas de transporte, energía y obras públicas, y de las cancillerías. Sin embargo, el trabajo de dichas comisiones nunca pudo avanzar debido a la falta de voluntad política y la desidia propia de nuestras autoridades.
Sin embargo, no debemos perder de vista que la maximización de los beneficios se va a lograr siempre y cuando sea contemplada también una forma de comercialización que permita optimizar el uso de la energía eléctrica en el mercado interno al tiempo de incursionar en los mercados eléctricos mayoristas regionales, es decir, que se aplique una verdadera política energética, donde el principal objetivo sea lograr el bienestar de la mayoría de los paraguayos. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.