EL PODER DE LA CONCIENCIA
- Por Alex Noguera
- Periodista
- alex.noguera@nacionmedia.com
En diciembre de 2022, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) estimaba que la producción mundial de soja en la campaña 2022/23 llegaría a los 391,17 millones de toneladas, más que los 35,57 millones del año anterior. Sin embargo, este lunes un informe de la misma dependencia echó por tierra esos cálculos y anunció que los precios se dispararían debido al poco feliz rinde de los cultivos y a que la superficie de siembra en ese país había pasado de 35,4 millones de hectáreas previstas en marzo a solo 33,8 millones. La superficie de siembra del maíz, en cambio, aumentó 6,2 % y alcanzó los 38,1 millones de hectáreas.
Pese a todos estos importantes números, que actualmente representan miles de millones de dólares y alimento para un gran porcentaje de la población mundial, no son ni la soja, ni el maíz o ni siquiera el trigo o el arroz los cereales más famosos de la historia, sino una fruta: la manzana.
Y es que desde las lejanas épocas de Adán y Eva, en las páginas de la Biblia, este producto de la tierra ya comenzaba a sobresalir de entre los demás, aunque fuera creando problemas. Como toda diva, siempre llamando la atención.
Pero fue recién entre los años 1643 y 1727 cuando otra manzana cayó sobre la cabeza de Isaac Newton y al científico se le ocurrió su universal ley de la gravedad.
No fue Newton el primero en ocuparse de este fenómeno, mucho antes hubo otros grandes pensadores que habían reflexionado sobre la gravedad, como Aristóteles, Johannes Kepler o el propio Galileo Galilei, pero las conclusiones a las que llegaron eran básicas, no convencieron lo suficiente a la ciencia como las explicaciones dadas por la manzana a Newton.
Pero ellos no tienen la culpa. Es el ser humano el que mira las cosas sin ver. En eso es un campeón. Por ejemplo, cuando vemos que un bolígrafo cae al piso desde la mesa no nos maravillamos porque es algo normal. Una cosa diferente sería si el bolígrafo “cayera” hacia arriba. Pero no, como todo cae hacia abajo vemos que es normal y asumimos que siempre es así y “pasamos de largo”. Sin embargo, los gases no caen al piso, sino que vuelan, pero como son invisibles no los vemos y esa diferencia nos resulta imperceptible.
Toda esta complicada introducción es para demostrar que las personas no se percatan de lo evidente. Por ejemplo, un joven desperdicia gran parte de su vida hasta que un día se da cuenta de que le queda menos camino por andar que el recorrido. Lo mismo ocurre con los seres queridos que nos rodean, como siempre están no los vemos y cuando parten al más allá los extrañamos irremediablemente.
Un día muy caluroso de diciembre, hace muchos años estaba yo en el Estudio B de Canal 2, donde se grababan los programas que se iban a emitir, cuando de pronto llegó bufando una señora, muy sudada, quejándose con mucho aspaviento porque tuvo que caminar desde la calle Estados Unidos hasta Ayolas con esa terrible temperatura, porque estaba sin auto.
Tanto alboroto producía su exagerado lamento que hasta incomodaba a todos los presentes. Fue entonces cuando desde detrás de la mujer una voz le dijo: “Ojalá yo pudiera caminar esas 15 cuadras”. La furibunda mujer se dio vuelta como para contestar al maleducado que le desafiaba, cuando su mirada se detuvo en quien había hablado. Era un joven en silla de ruedas.
Se quedó muda. La imagen de ese joven que la miraba con envidia fue suficiente para que se diera cuenta de que ella era capaz de ir a donde quisiera porque pese al calor sus piernas le respondían. Ese día entendió lo afortunada que era porque rebosaba de salud.
No es preciso que una manzana se nos caiga en la cabeza o que nos internen en un hospital para darnos cuenta de cuánto tenemos por agradecer. Debemos aprender a ver lo que no vemos, la salud, el amor, el sol, los amigos, el canto de las aves, la risa cristalina de un niño, la libertad y hasta la mano extendida de un mendigo. Hoy es un día irrepetible, aprovechémoslo.
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Revolución Industrial e Inteligencia Artificial: Dos eras, un mismo cambio
Olga Valdez
Directora Operativa. Agencia Eco
A lo largo de la historia, cada gran avance tecnológico fue acompañado de dudas y transformaciones en la forma en que trabajamos. Hoy, al igual que durante la revolución industrial, nos encontramos en un momento trascendental con la llegada de la inteligencia artificial (IA), que promete transformar el modo en que trabajamos, especialmente en el ámbito de la comunicación.
Es natural tener dudas ante lo desconocido, pero la historia nos ha demostrado que los cambios tecnológicos no destruyen el trabajo, lo transforman. Durante la revolución industrial, se temía que los telares mecánicos y las máquinas en general desplazaran a miles de trabajadores. Sin embargo, lo que ocurrió fue muy distinto: se crearon nuevos empleos, y el enfoque del trabajo humano se desplazó hacia áreas que requerían de habilidades cognitivas más complejas.
Hoy, la IA promete hacer lo mismo, ya que las tareas repetitivas -que ocupan gran parte de nuestras horas laborales- pueden ser sistematizadas. En efecto, la IA nos ofrece la oportunidad de automatizar procesos rutinarios y, con ello, liberar tiempo valioso para tareas que requieren creatividad, pensamiento crítico y, sobre todo, humanidad.
Este cambio, por otro lado, viene de la mano de responsabilidades. Más que nunca, los comunicadores debemos hacer un uso ético de la tecnología; por ello, la ética será una herramienta clave en esta nueva etapa. Esto es que, como profesionales, tenemos el deber de ser honestos con nuestro público y nuestros aliados; la transparencia en el uso de la IA y el respeto por la verdad en cada mensaje son esenciales para mantener la confianza de nuestro público. Aunque la IA pueda ayudarnos a crear contenido más rápidamente o personalizar mensajes, jamás debe comprometer el compromiso con la verdad y la claridad.
La IA, en lugar de ser una amenaza, nos ofrece la posibilidad de mejorar nuestra calidad de vida y hacer nuestro trabajo más significativo. Por ejemplo, al delegar tareas operativas a la tecnología, podemos centrarnos en lo que hace única a la comunicación: la capacidad de entender y conectar con las emociones y necesidades humanas. Esto no debe significar que ese tiempo “libre” que ganamos se utilice solo para generar más trabajo; por el contrario, la IA debe ser vista como una herramienta para realmente aliviar la carga laboral, permitiéndonos enfocarnos en aspectos más creativos y estratégicos y, a la vez, darnos espacio para nuestro bienestar personal.
Desde mi perspectiva, así como la revolución industrial no reemplazó el trabajo humano, la IA tampoco lo hará. Nos permitirá evolucionar hacia un modelo de trabajo más reflexivo y creativo, donde la ética y la honestidad sean las bases de toda comunicación. Y, en consecuencia, este cambio no solo mejorará la calidad de nuestro trabajo, sino que nos brindará más tiempo para lo que realmente importa: nuestro bienestar.
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Los beneficios de consumir manzana verde a diario
La manzana verde es una de las frutas más completas y deliciosas, y de entre todas las variedades de manzanas, la que más propiedades benéficas tiene.
Para empezar, es una fuente importante de fitonutrientes, los cuales ayudan a reparar el daño celular del organismo. Además, frente a sus otras variedades, la verde es la que representa menor aporte calórico y mayor cantidad de vitaminas y minerales.
Es importante incluir manzana verde en nuestra alimentación porque reduce el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y mantiene bajo control los niveles de colesterol malo.
Asimismo, es considerada beneficiosa para la salud porque combate el estreñimiento al ser rica en fibra; regula los niveles de glucosa en la sangre; hidrata la piel; evita atracones nocturnos gracias a su efecto saciante; combate el insomnio; su poder antioxidante previene el envejecimiento prematuro; controla la presión arterial, y combate las bacterias de la boca.
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Muchos especialistas en nutrición recomiendan consumirla en ayunas diariamente para comenzar el día con energía. Una de sus características más resaltantes es que tiene un sabor ácido inconfundible, lo que la hace refrescante. Esta fruta es ideal para mantenerse saludable en verano.
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Reflexiones emocionales
Es como mirar al cielo añorando lo que nunca vivimos, lo que nunca vamos a tener o lo que nunca vamos a alcanzar.
En la inmensidad del universo podemos comprender que lo nuestro es solo una ráfaga de luz cruzando el infinito, nada más.
Le ponemos fechas a nuestros sentimientos para no olvidarnos de las cosas que realmente importan. Marcamos con días nuestras emociones para poder sentirlas y no olvidarlas. Fue desde siempre, al menos desde que la humanidad lo recuerda.
Así, inventamos el Día de los Enamorados, de la madre, del padre, que fue hace poco; del amigo, del maestro y hasta del perro.
Vivir acelerados nos sumerge en una incontrolable soledad de la cual salimos en las fechas marcadas en el calendario. Una visita inesperada, un abrazo, un regalo y de nuevo a la vorágine del día a día.
Nos olvidamos de que las cosas cotidianas van construyendo nuestras vidas. Nos van marcando el corazón con esos recuerdos que atesoramos en el alma. Dicen que las cosas valiosas no tienen precio. Pero, ¿quién lo entiende así?
Una caricia a mamá, un abrazo a papá, una palabra de aliento al amigo o una sonrisa desinteresada y sincera. La vida son los detalles, esos que no vemos y pasan volando, casi imperceptibles, pero llenos de sentimientos.
Y no los celebramos hasta que la vida te pega un manotazo y se lleva de raíz al motivo de tus sentimientos.
Y no es culpa de nadie. Es la vida. Linda y dramática al mismo tiempo. Corta y eterna. Corta para disfrutar los buenos momentos y eterna para llorar nuestras ausencias.
Hoy tomate un tiempo. Andá a pescar con tu viejo. Salí a caminar con tu hijo. Dale a mamá el gusto de quedarte a comer con ella. Saboreá el día. Visitá a tu abuelo y dale una alegría, toma su mano y que te repita las historias que escuchaste un millón de veces.
Viví el tiempo mientras dure. La muerte es implacable y a veces no acepta despedidas. No esperes “el día de”… porque hoy es el día y puede convertirse en un lindo recuerdo.
Olvidate del calendario y celebrá la vida todos los días… como diría un conocido locutor: “En vida hermano… en vida”.
Pero esa… esa es otra historia. ¡Una historia a la que vos le podés poner el final feliz!
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“La guarania es un enorme aporte a la humanidad en tiempos de imperiosa necesidad de la paz”
Entre guitarreo y guaranias, el cantante Ricardo Flecha comparte con Augusto dos Santos este “Expresso”, de GEN/Nación Media. La destacada voz del folclore nacional cuenta anécdotas fundacionales que lo llevaron a transitar con éxito el difícil camino de convertirse en músico a tiempo completo, desde sus primeras incursiones en el canto en una escuela del oeste de Asunción, sus influencias, su consolidación y el proyecto de gira nacional e internacional como parte de la campaña en pro de la declaración de la guarania como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
- Fotos Cristóbal Núñez
ADS: Don Ricardo, ¿en su casa había música?
–RF: Sí, había música. Mi hermano era un comprador compulsivo de discos. Había un negocio en la calle Estrella y 15 de Agosto. Creo que era de los Ríos, donde se vendían discos. Él trabajaba a una cuadra de ahí. Así es que música había, mi papá era músico.
–Suponía tener un tocadiscos en la casa.
–Claro. Teníamos uno de esos que se llamaban combinados, que era un mueble enorme. Ahí escuchábamos los discos que mi hermano compraba. También tenía la visita de algunos músicos amigos de mi papá, que era amigo de los hermanos Larramendia, un grupo de música con una historia brillante. Y también se cruzó un par de veces con José Asunción Flores. Él era un músico amateur, que acompañaba a Rubito y compañía a la serenatas que se hacían en aquel entonces. Estoy hablando del barrio San Antonio, en el límite con el barrio que hoy se llama Hospital, que era la zona del Hospital de Clínicas, toda esa zona de la Marinería y de la loma San Jerónimo.
–Y aprendiste de tu viejo entonces.
–Sí, algunas notas aprendí de él. Mi papá sabía algunas canciones paraguayas y, por supuesto, como era de esperarse, todas esas canciones mexicanas. Él tenía un cantor preferido, que se llamaba Ortiz Tirado.
–¿Alguna vez pensaste por qué hubo tanta hermandad entre Paraguay y la música mexicana?
–Creo que nos parecemos mucho más con los mexicanos que con cualquiera que está por acá cerca. A los mexicanos les gustan los tiros, les gusta el trago y los gritos como los paraguayos.
HISTORIAS PATERNAS
–Entonces, ¿se puede entender que la guitarra vino con el viejo?
–Sí, con papá y sobre todo las anécdotas. Mi papá era sistemático en contar historias. Entonces, me contaba la historia de algunas serenatas. Había unas historias que yo siempre le pedía que me contara una y otra vez, que era sus viajes a Buenos Aires. Él estuvo en el cuartel, él era marinero. Y entonces iba cada 25 de mayo a Buenos Aires con la cañonera y hacían los desfiles. Aprovechaban esos cuatro o cinco días que se quedaban ahí y se iban a ver partidos de fútbol. Él contaba que fue a ver un par de veces los partidos de Arsenio Erico. Él tenía dos íconos, que eran Arsenio Erico y José Asunción Flores.
–Ser marinero siempre te lleva más allá que de tu aldea.
–Exacto. Mirá cómo son las cosas que él traía los discos de (Carlos) Gardel. Tal es así que yo en mis primeras incursiones en las veladas yo tenía el peinado engominado de Gardel.
–¡Qué extraordinario Gardel!, su vida y como músico.
–Y de una visión que ya desapareció, porque Gardel era un cantante con mucho carisma. Y lo que son las cosas. Gardel se encuentra con Astor Piazzolla en una película en Nueva York y hay una escena cortita en la que Piazzolla hace de vendedor de diarios. A través de Gardel yo también me fui interesando por la música que no sea la música paraguaya.
DEBUT
–¿Cuándo fue tu presentación en sociedad como el pibe del barrio o de la escuela que canta?
–Y en la Escuela San Antonio, que es una escuela parroquial que quedaba a dos cuadras de mi casa. Yo le tengo que agradecer a mi profesora de música, que no recuerdo su nombre ni su apellido, que nos llevaba al salón de música, donde había un piano y ella nos enseñaba canciones patrióticas. Yo aprendí “Acosta Ñu”, “Nanawa”, las canciones sobre el mariscal López con la profesora de música.
–¿Cómo fue esa primera vez que cantaste la versión en español del himno de Los Beatles?
–Todo esto es culpa de mi hermano, que compraba los discos y por ahí yo escuché una versión en español de “Hey Jude”, que es una hermosa canción que le dedican al hijo de Lennon, que es Julian Lennon.
–¿Qué representó para vos este grupo?
–Era un sentimiento extraño porque en realidad no comprendíamos la letra de las canciones. Ahí aprendí que la música es un idioma universal porque más allá de no entender la música de Los Beatles nos marcó a todos. Uno después va reflexionando sobre la obra de Los Beatles y, más allá de Los Beatles, sobre la obra y la forma de ver el mundo que tenía John Lennon.
–¿Formalmente nunca hiciste un ingreso al mundo de la música con otro ritmo que no sea el folclore?
–La verdad que te voy a sorprender. Mi primer grupo se llamaba “Los caimanes del Caribe”.
–¿Hacías música tropical?
–Claro (risas).
–¿Cómo qué por ejemplo?
–”La piragua” y las canciones de Los Wawancó, que marcaron época. Entonces, hacíamos serenatas para la gente del barrio.
VOCACIÓN TEMPRANERA
–¿Cómo empezó toda tu vida en un mundo más formal de decir “soy músico”?
–Yo a los nueve años cuando subí por primera vez a un escenario ya quería ser músico y después pasó toda esa etapa de escuchar y cantar. El disco de Vocal 2 fue realmente un disco que me marcó para escuchar la música paraguaya. Hubo un lapso entre los 10 y los 13 años que escuché mucho rock and roll, porque a mi hermano le gustaba. Escuché “El lado oscuro de la luna”, Yes, Supertramp, Deep Purple. Tenía un vecino que tenía una terraza, que eran los Martínez, que tenían también un combinado y ahí nos encontrábamos todos y bailábamos. Cuando mi hermano en el año 73 compra el disco –y te digo esto porque es importante, ya que después el tiempo y la historia nos va a juntar– me llamó la atención como arreglador Óscar Cardozo Ocampo. Dije yo “qué genial, qué genio”.
–¿Ya empezabas a tener oído para el arreglo?
–Para los arreglos y a mí me encantaban esas reversiones históricas de la música paraguaya que ya tenían un sonido contemporáneo. Después aparece el disco de Mercedes Sosa homenaje a Violeta Parra y después Horacio Guaraní, Facundo Cabral y ahí el mundo va girando. Me impactó un reportaje que leí en una revista que se llamaba Radiolandia a Mercedes Sosa en el que decía “cantar con fundamento”. Se me quedó eso y escuchándole a otros me di cuenta de que el cantar con fundamento era una forma de vida y de hacer arte. Vi que Violeta Parra hacía lo mismo y después miré atrás y vi el disco de Vocal 2 y encontré “Kaaty”, “Minero sapukái”. Yo le preguntaba a mi papá, que viene de San Pedro del Norte, ¿qué lo que es el mensú? Entonces él me explicaba lo que era el mensú, lo que era un yerbal, todo lo que la gente sufría en eso. Entonces yo escuchaba que Flores era un cronista de su tiempo y a me gustó esa idea. Yo quería contar también las cosas que pasaban.
–¿Elegiste por influencia de la Negra Sosa el canto comprometido?
–Ya existía la nueva canción latinoamericana porque eso nace en el año 61 en Mendoza, con Tito Francia, Mercedes Sosa y (Óscar) Matus, que era la pareja de Mercedes, y Armando Tejada. Ese fue el germen y después se extendió por Chile con los Parra en el año 67, 68 y después en el 72, 73 ya con la nueva trova cubana. El nuevo cancionero argentino fue muy fuerte acá. Había un lugar que se llamaba la Guarida del Matrero con Santi Medina, Maneco Galeano, Óscar Gómez, que traían ese canto con fundamento.
–¿Cuál fue el primer grupo que integrás?
–Juglares.
PROYECCIÓN INTERNACIONAL
–¿Que fue también tu primera experiencia en un grupo que hacía giras internacionales?
–Sí. Llegamos a hacer giras nacionales e internacionales con Juglares. Juglares se separa en el 76 y los integrantes en aquel entonces eran Juan Carlos Chaparro, Juan Carlos dos Santos, Chondi Paredes y Jorge Crouch. El creador del grupo fue Carlos Noguera, que una o dos actuaciones tocó con ellos. Yo les veía a ellos en la televisión y me conmovió la formación de Juglares porque tenía guitarra, cello, flauta dulce. Había un programa que se llamaba “Tercer tiempo”, que se emitía desde el Hermitage, que era un restaurante con música y durante las siestas se hacía un programa deportivo con Edgardo Villalba Viccini y había como entremeses musicales. Ahí tocaba Juglares y yo realmente me quedaba prendido, porque son las dos pasiones que yo tengo, el fútbol y la música. En el 79 viene Chondi Paredes y me dice “queremos invitarte para rearmar el grupo”. Chondi me llama porque nos encontramos en uno de esos 15 de mayo, cuando en el barrio nos juntábamos 20 chicos y hacíamos serenata al Día de la Madre.
–¿Y ahí te escuchó?
–Sí, y en aquel entonces había como un renacer nacional, había un sentido patriótico y tiene que ver mucho también con el momento político que vivía el Paraguay. Había venido Nelson Rockefeller y había habido una represión. Era 72, 73. Había una izquierda nacional que estaba fomentando muchas cosas. Se llamó un tiempo el Movimiento Independiente, pero en el fondo eran todos progresistas y de izquierda. Se hizo el festival de homenaje a Flores y el homenaje a Emiliano R. Fernández en el estadio Comuneros. Todo ese momento yo pasé a través de mi hermano, que estaba en la universidad. En algún momento dado tuve diferencias con mi papá porque él tenía mucho temor de que yo me dedique a la música.
–¿Por qué?
–No quería que termine bebiendo y fumando. Una vez me escapé de la casa una noche para una serenata y cuando volví él me estaba esperando en la pieza con la luz prendida. Él entonces me encara y me dice “¿a vos te gusta la música?”. Sí. Yo tenía 12 años. “Yo te voy a dejar salir, pero con tu hermano, pero prometeme algo: ni vas a fumar ni vas a beber”, me dijo. Así empezamos una relación muy fuerte con mi hermano. Yo me iba a un colegio nocturno y mi hermano estaba en la Facultad de Derecho en la Católica. Yo me iba junto a él después de las clases para esperarle y le pedía permiso al profesor Telechea para entrar a la clase de Derecho Romano. Entonces me decía “usted se va a sentar allá atrás y se va a quedar calladito”.
–Hablanos un poco del nuevo cancionero paraguayo.
–La gente le encasilla al nuevo cancionero paraguayo como un grupo de músicos contestatarios, de canto de protesta. Odio ese tema porque yo creo que ese rótulo nos puso al enemigo. Nosotros seguíamos la tradición del canto social, pero si vos te ponés a pensar y analizar el nuevo cancionero dio muchísimas canciones que están en el gusto popular que no tienen que ver con eso.
RADIOGRAFÍA DEL PARAGUAYO
–Como cualquier encasillamiento no solamente es antipático, sino reduccionista.
–Mirian Pacuá me dijo una cosa fantástica. Es como decir que Flores lo único que hizo fue ralentizar la polca y nació la guarania, una cosa tan reduccionista. Flores fue un hombre increíble. Hay un trabajo intelectual demasiado grande que pasa por las dos vertientes de la guarania, la popular y el poema sinfónico. Si vos escuchás los 12 poemas sinfónicos que se grabaron en Rusia, son como una radiografía del paraguayo.
–¿Quién era Flores para vos?
–Flores fue un paraguayo fundamental, un hombre que tenía esa capacidad de resumir. Primero tenía la capacidad de mirar, ver y retratar porque eso es lo que hizo, retrató en su música al paraguayo. Yo no conozco ni un paraguayo hasta ahora que no se conmueva estando acá o estando en otro país con una guarania, eso ya es fundamental, es el ADN del paraguayo y Flores consiguió eso porque fue un hombre que caminó muchísimo y hay una elaboración intelectual en su obra. Hay una elaboración intelectual, hay como un ethos. Él descubrió eso, de tanto andar, de tanto mirar las culturas originarias, la Asunción de aquella época, que tenía todavía un vestigio fuerte del interior.
–¿Y él hizo un camino a los otros paraguayos que fueron a Buenos Aires?
–Allá se desarrollaron muchas cosas. Allá él se encontró con José Bragato, que era cellista de la orquesta sinfónica del Colón. Bragato le ayudó muchísimo en el tema de cómo estructurar las cosas. Antonio Pecci es el biógrafo oficial para mí de Flores, el que tiene la precisa. Todo lo que yo escuché, esto que te estoy contando yo escuché de Agustín Barboza, que fue uno de los cantores de Flores, yo compartí muchísimo con él. Y por suerte hoy aparece Antonio Pecci, que va escribiendo, que va haciendo la memoria de Flores.
–Los biógrafos son fundamentales.
–Sobre todo alguien como Antonio, que ama la obra de Flores y tiene una concepción de Flores, que también se hizo esa pregunta que vos te hacés porque ahí arranca también toda su investigación, quién era y por qué llegó a donde llegó.
LA MAGIA DE DOS GENIOS
–Hay un momento en que se produce un cruce histórico entre Flores y Manuel Ortiz Guerrero. ¿Qué es ese mágico momento?
–Es la magia de dos genios. Yo recuerdo un momento, por un lado triste y por otro lado sería, como dice la canción, entre el espanto y la gloria, que es el momento en que Ortiz Guerrero le dice “yo quiero hacerte la letra de ‘India’”. La letra de “India” ya estaba, fue hecha por Rigoberto Fontao Meza. Flores accede y es la versión que nosotros conocemos ahora.
–No te puedo creer que hay otra versión.
–Sí, se enojó Fontao Meza. Y ese es un momento duro, pero a la vez es un momento ícono de la unión de Flores con Ortiz Guerrero, que para mí es la dupla de oro de la guarania. Tienen “India”, “Buenos Aires, salud”, “Ne rendape aju”, “Panambi vera”. Tienen cosas que son irrebatibles.
–Una pluma maravillosa, un romántico que llegó tarde, pero llegó oportuno al mismo tiempo.
–Y hay un parecido extraordinario con un poeta que en aquel entonces era tan grande como Rubén Darío en Nicaragua, que tiene más o menos ese estilo de expresión.
–¿Cuáles son algunas de las obras que escribiste últimamente?
–Acabo de hacerle una canción a Mirian y al amor que nos tenemos, que se llama “Colibrí de fuego”, y compuse parte de la música de “Aguyje, Maestro”, con Patrick Altamirano y la letra con la gente de Purahéi Soul y Mirian. También compuse una canción con Orlando Rojas, un paraguayo que vive en París y se llama “Estás”, que es también otro poema para Mirian.
–Contame la historia de Flores comunista y de Flores en la Unión Soviética.
–La obra de Flores está impregnada de su visión del mundo. No hay que olvidar que él nace en un momento histórico de todo ese movimiento mundial del socialismo y el comunismo, que era tan fuerte. Yo estoy de acuerdo con Carlos Pagura, el escritor cubano, que dice que fue la utopía traicionada del siglo pasado. Es como que alguien deje de ser cristiano porque hay curas que abusan de niños. Yo sigo pensando que ese es el norte y sigo pensando que con algunos cambios, algunas formas de ver el mundo más contemporáneas, se puede llegar por ahí a una sociedad mucho más justa, un mundo mejor es posible. Y Flores también pensaba en eso y por eso escribió todo eso.
PUENTE PARA LA PAZ
–Y Flores se proyecta ahora a un desafío universal con la declaratoria de patrimonio. ¿Cuál es el estado del arte de esa gestión? ¿Qué se espera para este año al respecto de ello?
–La carpeta ya se presentó en marzo de 2023. Previamente, y tengo que destacar la gestión de Nancy Ovelar, la embajadora paraguaya ante la Unesco, de cómo impulsó y organizó un concierto en la sede de la Unesco donde estuvimos nosotros presentando a la guarania, que fue como un encuentro con los de la Unesco, con los que van a votar, un acercamiento. Realmente después del concierto, muchísimos representantes de muchos países se acercaron a nosotros a decirnos “nosotros votamos para que la guarania sea patrimonio de la humanidad”. Fue un concierto en el que también contábamos los orígenes de la guarania y cómo se iba desarrollando y por qué pensábamos nosotros que era importante, porque la guarania tiende puentes, la solidaridad, la justicia social, de todo eso habla Flores. Y me parece que es un enorme aporte a la humanidad en este mismo momento donde hay muchos conflictos y donde es imperiosa la necesidad de la paz.
–Ojalá que suceda. Esto es en diciembre y es en Paraguay incluso (la reunión de la Unesco).
–Si se declara esto, un mes después, porque esto se decidirá entre el 2 y el 7 de diciembre, un mes después la guarania cumple 100 años, porque la primera guarania se escuchó en enero de 1925.
–¿Cómo ves la música hoy en Paraguay, sus cultores, su escuela, su promoción?
–Yo veo con mucho entusiasmo. Creo que esto de la guarania, la visualización de la guarania y que sea patrimonio cultural inmaterial de la humanidad nos va a obligar a nosotros, a los conservatorios, a echarle una mirada profunda a ese género musical que nos representa y que en cierta medida en el ámbito de la música Flores y Ortiz Guerrero reivindican el idioma guaraní, que en aquella época era perseguido.
–¿Entonces vos notás que hay una proyección hacia lo universal, pero que está bien aferrada a sus orígenes?
–Creo que tenemos que trabajar más, según mi criterio, que es discutible, a la parte de las raíces.
TRANSFORMACIÓN
–¿Murió el canto testimonial?
–No.
–¿Se transformó?
–Yo creo que sí. Si vos pensás que vas a seguir encontrando cantautores como (Joaquín) Sabina, Silvio Rodríguez o (Joan Manuel) Serrat, ya no. Fue parte de la historia y a partir de ahí el canto toma otro vuelo y entonces aparece René Pérez, de Calle 13, aparecen otros músicos importantes que te van dando, como decimos nosotros, la precisa, que miran la sociedad que les toca vivir, el mundo que les toca vivir, y van expresándolo a través de esos géneros musicales, que a veces tal vez no sean los nuestros, pero los cuales uno tiene que tomar. Por eso creemos que la guarania es una forma musical que deben tomar los jóvenes y contar las cosas de este tiempo con los sonidos de este tiempo. Vos te vas a la escuela, por ejemplo, y tocás una guarania como “Reservista purahéi” y puede que le guste a la gente, pero no habla de su realidad. Entonces, es importante ubicarle en el tiempo y esas canciones se escribieron en un momento histórico.
–Ricardo, ¿qué cosas vas a hacer de inmediato, de futuro? ¿Estás en producción?
–Tenemos dos proyectos, uno que es Guarania Universal, donde este primer corte de “Aguyje, Maestro”, que comparto con Patrick Altamirano, con El Princi, con Purahéi Soul, con Juan Cancio, que es una producción de Mirian Pacuá. Y la otra producción de Mirian Pacuá que se viene ahora, que es Guarania Inmortal con el Grupo Generación. Vamos a hacer nueve locales y uno en Buenos Aires. Es una gira nacional con lo mejor de las guaranias esperando diciembre. Estos son los dos proyectos grandes que tenemos.
“Flores fue un paraguayo fundamental, un hombre que tenía esa capacidad de resumir. Primero tenía la capacidad de mirar, ver y retratar porque eso es lo que hizo, retrató en su música al paraguayo. Yo no conozco ni un paraguayo hasta ahora que no se conmueva estando acá o estando en otro país con una guarania, eso ya es fundamental, es el ADN de los paraguayos y Flores consiguió eso porque fue un hombre que caminó muchísimo y hay una elaboración intelectual en su obra”.
“La guarania tiende puentes, la solidaridad, la justicia social, de todo eso habla Flores. Y me parece que es un enorme aporte a la humanidad en este mismo momento en el que hay muchos conflictos y donde es imperiosa la necesidad de la paz. (...) La declaración como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad nos va a obligar a nosotros y a los conservatorios a echarle una mirada profunda a ese género musical que nos representa”.