Nos dice Jesucristo en el evangelio: Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo.
Para hablar de la vocación cristiana, Jesús nos propone dos comparaciones muy sencillas. El utiliza dos elementos muy comunes la sal y la luz.
No es muy difícil entender e interpretar esta comparación, pues todos nosotros reconocemos en la experiencia cotidiana la importancia de cada uno de estos dos elementos, al mismo tiempo de ser una comparación fácil esconde una gran profundidad y nos invita a una intensa meditación.
La primera cosa que debemos hacer es describir las características de estos dos elementos como las experimentamos en la vida. Después debemos preguntarnos, ¿qué Jesús nos quería decir con esta comparación?, ¿qué es lo que debo hacer para tener estas características?
Podríamos empezar con la sal. La utilizamos para condimentar los alimentos para dar el sabor. Cuando experimentamos un alimento sin sal rápidamente nos damos cuenta que no tiene gusto. Por otro lado, si tiene demasiada sal, es aún peor, no conseguimos ni comer. Así que la sal es buena, pero en la medida justa.
Otro uso de la sal es como conservante. Principalmente cuando no existían refrigeradores, era con la sal que se podían conservar un poco más la carne o los demás alimentos. La sal ayudaba a vencer el tiempo. En aquel tiempo tener la sal era algo muy importante y las personas trabajaban para recibir el salario, o sea una porción de sal. Otra característica de la sal es que después de ser puesta en la comida nosotros sentimos su gusto, pero ya no la vemos. Sentimos que está presente pero no la encontramos.
La sal también puede transformarse en medicina. Por ejemplo, cuando estamos con la presión muy baja, se aconseja meter un poco de sal debajo de la lengua, o se puede hacer suero cuando nos estamos deshidratando.
Otra característica es que la sal no sirve para sí misma, no es rica en sí misma, sirve para dejar las otras cosas ricas. Tampoco nadie come la sal pura. Su razón de existir es estar al servicio de los otros alimentos. Estoy seguro que podrías también tú, dar otras características de la sal que yo no la conozco.
Teniendo presente estas propiedades de la sal debemos preguntarnos, qué es lo que Jesús quería decir cuando dijo, ustedes son la sal de la tierra. ¿En qué cosas somos parecidos a la sal? Porque la sal es un símbolo del cristiano.
Creo que es muy difícil responder a esta pregunta, pero creo que aun podríamos hacernos otra, tal vez más comprometedora. ¿Yo soy sal en mi ambiente? ¿Doy sabor a las cosas que hago sin ser pesado? ¿Colaboro en conservar el bien? ¿Soy eficiente y discreto? ¿Vivo en función de los demás o pienso solo en mí mismo?
Que interesante es, cómo la sal puede hablarnos de nuestra vocación cristiana, de nuestra misión en la tierra. Ustedes son la sal de la tierra.
Pero Jesús no se contentó solamente con el símbolo de la sal. Nos dijo también que tiene otro elemento de la naturaleza que puede darnos testimonio de lo que significa ser cristiano.
Ustedes son la luz del mundo. ¿Qué es la luz? Es lo que nos permite ver todas las cosas. Nos hace percibir los colores y los detalles. Nos da seguridad para caminar evitando los obstáculos. Hace posible que las plantas realicen la fotosíntesis, purificando el aire.
Casi todas las cosas que podemos hacer y tienen una ligación con la visión necesitan de la luz. Leer, escribir, hacer una limpieza, preparar la comida, coser. Si nuestra vida fuera siempre noche, no sé qué sería de nosotros, pero también la luz cuando es demasiado fuerte, puede dejarnos ciegos, o puede por lo menos encandilarnos.
La luz no vive para sí misma. Si existiera solamente la luz, pero sin nada que la reflejara no serviría de nada, sería lo mismo que no la tuviera. La presencia de la luz solamente es observada porque vemos las otras cosas. Su misión no es mostrarse a sí misma. Es al contrario dejar visible a los demás. Así también debemos ser nosotros los cristianos.
De la luz Jesús nos habla un poco más, de hecho, él nos dice, así pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus obras buenas y glorifiquen al padre de ustedes que está en los cielos.
Si somos luz, la gloria no es para nosotros, sino para Dios.
Que el señor nos ayude a aprender de la sal y de la luz como vivir auténticamente nuestro cristianismo.
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.