Por Eduardo “Pipó” Dios

Columnista

Repetir lo de Humberto Eco, sobre los imbéciles que tienen voz gracias a las redes, ya está muy gastado, pero no deja de ser cierto.

Como decía el filósofo italiano, antes, ese “Juan Pueblo”, como les encanta autodenominarse a muchos de estos cretinos, con voz y sin voto (o porque no existen o porque ir a votar les da modorra), simplemente destilaba su odio en la mesa familiar (donde sus víctimas no pasaban de su familia) o máximo en el bar, donde a nadie le importaba.

Hoy Juancito o Juancita tienen seguidores, tan buenos para nada como ellos, o peores. Entonces Juancito/a/e/@ se siente sir Wiston Churchill ante el parlamento británico o Kennedy dirigiéndose a la nación.

Algunos políticos de nuestro folclore vernáculo creen que el mundo pasa por ahí. Que las redes son “vox dei”, y algunos periodistas ni qué decir.

Hacen encuestas, pontifican sobre la moral, la honestidad y la decencia ajena, pero de sus patrones ni hablar. Y sus miles de seguidores los aplauden para recibir la caricia de un “me gusta” del o la gurú... mientras insulta sin piedad a los enemigos de estos, arrobando a sus gurúes por otro me gusta más, o hasta, si están generosos, un retuit.

No sé si me dan más pena o vergüenza los seguidores o los seguidos. Pero lo que resulta tragicómico es que crean que en serio son populares... las urnas les recuerdan cada tanto su inexistencia, pero la mayoría no aprende.

El papelonero consuetudinario Efraín Alegre urgió, desde sus payasescos videos en redes, el voto “patriótico y antimafia (sic)” por Pilar Callizo para integrar el Consejo de la Magistratura, los periodistas afines le dieron más manija que al súper o al shopping de sus patrones, pero Pilar sacó un mísero 3%. La duda es, ¿si solo el 3% de los abogados matriculados son liberales o mujeres o “impolutos” al estilo Efraín y Pilar, o simplemente, estos tienen menos credibilidad que Pinocho drogado?

En el mundo de las redes, Efraín es presidente de la República, los 2 millones de colorados están todos presos, Pilar elige para la corte a Kattya y a Celeste, “Payo” es fiscal general y la reina Desirée, la más coherente, amada y respetada.

¿Y en el mundo real...? Y... “lo que se ve no se pregunta”, diría el sabio Juan Gabriel.

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