Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
MBA
Una buena y profesional planeación estratégica en las empresas podría traer aparejado varios beneficios para la buena marcha de las mismas dentro de los diversos segmentos de negocios explotados a saber:
Permiten guiar las acciones de las organizaciones al establecer varios cursos alternativos de acción para poder llegar a los objetivos y metas propuestos.
Facilitan mejores tomas de decisiones al poder evaluar las diversas alternativas que se presentan y poder elegir el que resulte mejor en función a las características de la empresa, mercados objetivos y desarrollo/evolución de la competencia.
Facilitan también el desarrollo de la creatividad para la solución de problemas de diversa etiología que puedan ir presentándose en el día a día.
Todas las empresas enfrentan diversas etapas dentro de su ciclo de vida (inicio, crecimiento, madurez y declinación), y cada una a su vez enfrenta problemas específicos.
El ciclo de vida dentro de cualquier tipo de organización y la forma en que sus directivos puedan responder durante las mismas adquiere especial relevancia dentro de los procesos de planeación estratégica.
Cuando una empresa inicia recién sus actividades dentro del mercado es probable que se encuentre dentro de una etapa de supervivencia, y en las que los ciclos de vida quizás no tendría mucha relevancia. Sin embargo, en la medida en que van entrando dentro de un proceso de maduración, los ciclos adquieren una importancia diferente y se constituyen en un aspecto primario dentro de sus procesos de planeación estratégica.
Es sabido que tanto las organizaciones, los bienes comercializados, como los servicios ofrecidos, la moda, etcétera, tienen cada uno su ciclo de vida específico.
La planeación en puridad no es homogénea a través de estas etapas, pues si todas las cosas fueran iguales, la administración de empresas proporcionaría probablemente mayores beneficios al diseñar y utilizar planes específicos, proporcionando una orientación más clara hacia la acción, además de puntos de referencia más detallados cuando sea necesario compararlos con el desempeño económico-financiero real.
Iniciación: En esta etapa los problemas principales de las organizaciones consisten en buscar financiamiento, adaptar instalaciones y contactar los primeros clientes.
Crecimiento: Aquí se pretende que la misma logre un mayor grado de estabilidad, implantar los sistemas fundamentales, incrementar tanto la base de clientela como el número de empleados y comenzar a usar técnicas de mercadotecnia.
Madurez: Tal vez la empresa llegó ya a la etapa del éxito y es posible que el gerente o el propietario estén al frente de una empresa con credibilidad y capacidad técnica comprobada.
Declinación: Con el tiempo, las necesidades, gustos y tendencias de los clientes cambian y el mercado comienza a declinar.
Cuando se llega al estadio final de crecimiento, resultará crucial una enérgica administración del efectivo; es decir, centrar la atención en la reducción de costos, la utilización eficaz de la fuerza de trabajo, el límite de gastos, control de crédito y la cobranza y el incremento de la rotación de stock.
La planeación ofrece nuevas y cambiantes alternativas a la empresa, y a sus principales directivos o propietario en caso de una pyme, permitiéndole anticipar oportunidades, desarrollar los recursos y establecer los contactos pertinentes, generando además información nueva e importante.
En la medida en que se observen cambios en los mercados, competidores, clientes, también las características de la empresa se ven afectados dado que uno de los factores críticos de éxito radica en actualizarse permanentemente observando cómo “se está moviendo” la competencia, si nuestros clientes nos siguen mostrando la misma fidelidad de siempre, entre otros factores, que nos permitan de forma activa a seguir manteniéndonos competitivos y rentables dentro de un mercado estrecho pero cada vez más competitivo como lo es el nuestro.
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Esperanza de vida de los paraguayos aumentó a casi 80 años, según doctora
Profesionales afirman que los paraguayos viven hasta los 80 años, una esperanza de vida que refleja en cuidado que ponen las personas en su salud. Anteriormente, el promedio de vida era de 70 años, pero en esto aumentó en la última década.
La doctora Jenannine Mongelós, directora del Hospital Geriátrico del Instituto de Previsión Social (IPS), sostuvo que el promedio de vida en Paraguay aumentó significativamente en los últimos 10 años. “Eso es un buen número para nuestro país”, explicó en entrevista con la 1020 AM.
Resaltó que llegar a un buen promedio de vida depende de los cuidados que se dan en la juventud y que es muy importante tener una buena alimentación así como la actividad física siendo jóvenes para lograrlo. “De viejo somos el reflejo de lo que fuimos de jóvenes”, refirió.
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Mongelós indicó que con la vejez se presentan ciertas enfermedades y que, mientras más tarde en hacerse presente, es mejor. “Estamos todavía en esa fase donde la dependencia está muy prendida porque no tenemos toda la prevención que necesitamos”, señaló.
Afirmó que la edad avanzada con problemas de salud se trata de años vividos con discapacidad, que desde el punto de vista físico o mental significa una mínima dependencia. “Nuestro punto de corte para hablar de un paciente adulto mayor es de 60 años, con la vejez se acarrean ciertas enfermedades. La población mundial va a en aumento en cuestiones de años”, agregó.
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Lujo y descanso impulsan el nuevo Samber
Por Alba Delvalle
La campaña “Samber 365” es una iniciativa para convertir a la ciudad de San Bernardino en un atractivo turístico todo el año, para lo cual distintas ofertas en cuanto alojamientos se despliegan en sintonía a la expansión que se viene generando.
La villa veraniega quedó atrás, pues en estos últimos años con el auge de un estilo de vida con foco al bienestar, muchas familias o incluso inversores, se volcaron hacia esta ciudad cordillerana, convirtiéndola en un destino apto para todo el año.
Este fenómeno, de no solo visitar, sino también de adquirir una propiedad o mudarse a la villa, se empezó a fortalecer en la pandemia. Desde entonces se empezaron a ocupar los predios, muy valorados, especialmente los situados en alturas, pues ofrecen unas vistas maravillosas.
Desde la Cámara de Comercio y Turismo de San Bernardino, su presidenta Alicia Martínez de la Pera, aseguró que la ciudad atraviesa un gran crecimiento, en especial en el sector inmobiliario.
“Se observa un aumento en las casas residenciales, los condominios o barrios cerrados y, ahora para acompañar la llegada de más visitantes, con más propuestas hoteleras o de alojamiento por la demanda latente”, expresó.
Y la temporada baja, consistente en los meses frescos, está empezando a diversificar su estacionalidad, pues las diversas propuestas que contempla San Bernardino invitan a disfrutarla indistintamente en el verano o el invierno.
Ese es el camino que están asumiendo tanto la cámara, la Asotel y Prosamber, de generar opciones para todos los gustos, en ambas temporadas del año.
“A medida que se sumemos más propuestas, la oferta se verá más amplia y, por ende, con mayores posibilidades de diversificar precios”, precisó Beatriz Naumann, presidenta de la Asociación de Hoteleros de San Bernardino (Asotel).
Gráficamente San Bernardino se traduce en el lago de Ypacaraí, sus paisajes, vistas, atardeceres destellantes, caminatas por la ciudad que todavía guarda una pizca colonial fusionada con la modernidad.
Su historia, cultura, conciertos en el Anfiteatro, y su naturaleza prodiga además de la tranquilidad, hoy día se complementan con una amplia oferta gastronómica y hotelera.
Esta oferta se está destacando por el turismo confortable, premium, de lujo y la experiencia wellness en medio de las bondades de la ciudad, lo que atrae justamente a muchos turistas extranjeros quienes realizan desde actividades de aventura hasta relajarse en un spa.
Estadías. En este sentido, una de las propuestas de estadía que combina el frondoso bosque de la ciudad con el confort, el glamour y el lujo, es Tava Glamping, ubicada en la Ruta San Bernardino hacia Altos. Combina la esencia de acampar con el lujo y el bienestar, pensado para quienes buscan una experiencia distinta, lejos del ruido, pero sin renunciar al confort.
El complejo, en este caso Tava Cerro, fue visitado durante el Fam Trip para periodistas Sanber 365, del cual fuimos parte como FOCO, cuenta con 13 habitaciones (en base doble, triple o cuádruple), sumando capacidad total para hasta 36 personas, incluyendo dos casas familiares para grupos de 4 a 6 personas.
Dispone de un spa con sauna, hidromasaje y servicio de masajes, abierto tanto para huéspedes como para visitantes externos con reserva previa. Las tarifas en base doble actualmente van desde USD 120 y USD 140 en temporada alta, incluyendo desayuno, según comentó explicó Eliana Villar, gerente comercial.
Otra opción es Tatano Posada Boutique, un alojamiento que combina comodidad, hospitalidad y una vista privilegiada al lago Ypacaraí. “La esencia de Tatano es la tranquilidad y la paz. La gente viene, disfruta, se relaja, ese es nuestro objetivo; un descanso con vista al lago y alma familiar en San Bernardino”, indicó Rafael González, gerente general.
Cuenta con 17 habitaciones con capacidad para 38 personas, aunque puede alojar hasta 60 con camas adicionales. La tarifa estándar ronda los USD 140 dólares por noche, pero actualmente en la estrategia de desestacionalizar la oferta, ofrecen hasta 40% de descuento durante el invierno, lo que deja el precio de una habitación en torno a los USD 90.
Esta promoción es válida todos los días de la semana, hasta fines de julio, así que, a aprovechar. La estadía incluye un desayuno buffet y acceso a diversas áreas recreativas como piscina, parque infantil, cancha de básquet, mesa de ping pong y pool.
Ubicado a tan solo mil metros del anfiteatro José Asunción Flores, La Suiza Suites se presenta como una posada boutique, con solo dos años y medio de funcionamiento, el emprendimiento ya planea expandirse con nuevos espacios gastronómicos y de entretenimiento.
Cuenta con seis habitaciones en suite, con precios que varían según el día y la temporada. Las tarifas de lunes a jueves rondan desde G. 800.000 a 1.000.000, mientras que los fines de semana entre G. 1.200.000 y 1.500.000.
Cada suite incluye desayuno y acceso a servicios pensados para el descanso y la conexión con la naturaleza. “La vista al lago es uno de nuestros mayores atractivos, además del senderismo y la cercanía con espacios culturales como el anfiteatro”, destacó Beatriz Naumann, gerente del lugar.
Una vegetación frondosa, arquitectura histórica y calidez familiar, Villa María se posiciona como uno de los hoteles boutique más auténticos de San Bernardino. Fundado en plena pandemia, creció bajo una visión clara; brindar una experiencia acogedora y personalizada, en contacto con la historia y la naturaleza.
Villa María está conformado por dos casas distantes con fuerte identidad propia: Casa del Val, de estilo europeo y Casa La Lilia, una casona de arquitectura colonial paraguaya que perteneció a uno de los primeros pobladores de la ciudad.
Las tarifas varían, ahora en el invierno cuestan entre USD 115 a USD 270, y en temporada alta de USD 155 a USD 290, incluido el desayuno, uso de piscina, biblioteca, salas comunes y espacios de recreación. Además, ofrecen walking tours guiados por los cascos históricos de San Bernardino, lo que aporta valor cultural a la experiencia.
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El acto de homenajear
- Marcelo Pedroza
- Psicólogo y Magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
La finitud aceptada y asumida alimenta constantemente el homenaje existencial. Entonces se rinde honores a cada segundo, es que desde la plena conciencia de estar vivo comienza a maravillarse el sistema perceptivo que le da importancia a lo que se está presenciando.
La pluralidad de fuentes sensoriales está preparada para disfrutar la impronta propuesta para esos segundos pasajeros que acontecen en el transcurso de la vida. En ese lapso, con cronómetro limitado terrenalmente, las posibilidades de homenajear el tiempo de vivir son infinitas, lo que habilita el panorama hacia las ceremonias que cada cual quiera realizar.
La aceptación de lo valioso del ser es la que determina la apertura de la cosmovisión que yace en el interior y que está convocada a darse hacia todo lo que la rodea. Es la fundadora de las razones que con el devenir del tiempo irán encausando los motivos que darán a luz las obras que deberán ser materializadas.
En cada ser vivo hay constantes manifestaciones que reflejan su vocación de vitorear la vida. Siempre existirá una causa que impulse su entusiasmo, más allá de los avatares y de las situaciones complejas que enseñan a recuperarse y levantarse.
Las flores abundan, están en todos los continentes, sus aromas son especiales, únicos, profundos, exquisitos; sus colores brillan y lucen su siembra alimentada, han crecido para ponerle un toque de hermosura a lo que está a su lado. Ellas homenajean a quienes las ven. Sí, quien se detiene a observar su natural pintura puede sentirse homenajeado.
Aunque se produce una devolución de consideración y se retroalimenta la estima sentida. Con sus particularidades ambos se están homenajeando. Es el instante donde se nutre la intensidad de los vínculos, es ese roce de esencias que se encuentran durante su estadía en este mundo.
Cuando hay homenajes, hay esfuerzos realizados. Se han inhalado sacrificios, han fluido emociones constructivas, se ha aprendido a valorar, se está dispuesto a escuchar y a realizar aquello que ayude a seguir avanzando, dado que el acto de convivir respetuosamente se constituye en un notable ejemplo de honrar a la sociedad.
En todos los momentos está latente la posibilidad de enaltecer el acontecimiento presente del vivir. Son las garras del afecto las que se afirman como un bebé al pecho de su madre. Es el ser humano la máxima expresión de superación, en sus fortalezas se cultivan sus sueños de laurear el acontecimiento de vivir.
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Vida, muerte, fantasía, ilusión, deseo… pulsiones y condición humana
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
“¿Fantasear o desear...?”. Ese era el dilema que, en frecuentes charlas de café, proponía un tan veterano como anónimo polemista que habitaba, cuando la tarde agonizaba, algunas de las selectas mesas en el mítico café La Paz, en la esquina de la avenida Corrientes 1593, cuando esa arteria cordial se cruza con la calle Rodríguez Peña, muy cerca del Obelisco, en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción.
Era los años 70, en el siglo pasado. Enfrente –justo en diagonal– intentaba competir el bar Ramos. En concurrentes habituales estaban cabeza a cabeza. Inolvidables, por cierto. Pero el caso es que, luego de encender la polémica con aquel interrogante, con impostado tono académico, intentaba, aquel sanatero, zamarrearnos.
¡Me parece verlo! Acomodaba prolijamente los dos o tres libros de Sigmund Freud o de Foucault que siempre llevaba con él y lentamente –como buscando las palabras más adecuadas– iba al punto. Fumaba tabaco inglés en una pipa muy gastada y sobre su prominente nariz montaba espejuelos redondos tonalizados verde oscuro.
“El tío Segismundo –ironizaba mientras revoleaba sus manos refiriéndose a Freud– cuando compartíamos algunos puros con amigos en el Café Frauenhuber, en la inolvidable Viena, nos explicaba con claridad, jóvenes amigos, palabra más, palabra menos, que solo fantasean las personas insatisfechas”.
PULSIÓN
Lo seguíamos en silencio. Algunas veces –como la ignorancia nos impedía responder y/o, mucho menos, poner alguno de sus dichos en duda, hacía una pausa que disfrutaba y, si la memoria no me falla, en aquel caso puntual remató: “Cada fantasía surge de una pulsión para cumplir con un deseo insatisfecho, muy deseado, que corrija la realidad”.
Nunca recuerdo su nombre. En verdad, no tengo claro si alguna vez lo supe. Pero sí, sus anécdotas con pretensiones académicas y que se definía como “un libre pensador, diletante”. ¡Nos maravillaba! Aunque –debo admitirlo– teníamos dudas que no confesábamos sobre su presunta sabiduría por aquello de que entre los ciegos un tuerto es rey.
“¡Déjese de joder, farfullante…!”, recuerdo que le dijo –indisimuladamente molesto y a voz en cuello– un reconocido profesional y estudioso freudiano, de quien exclusivamente consignaré sus letras iniciales (G.G.), que incontenible por lo que también escuchó abandonó su café en una mesa cercana y lo increpó sin miramientos.
Un pesado silencio cubrió todas y cada una de las mesas. El increpado no atinó a responder. Se retiró cabizbajo –con sus tres libros bajo el brazo– enmudecido y sin plantarle cara. El increpante nos miró, se disculpó “por interrumpir la conversación sin que nadie me llame” y fue al punto: “Simple y sencillo, muchachos. La fantasía tiene que ver con el imaginario. Con lo que creemos o sabemos que muy difícilmente suceda. Con aquello que suponemos imposible y que, de alcanzarlo, imaginamos sería placentero, pero sabemos que no podrá ser. Desear es converger la fantasía con la realidad más deseada en algún momento de tu vida. ¡No entender esa diferencia es grave… y, pretender explicar desde la ignorancia y la confusión, no lo puedo dejar pasar!”.
Renovó su disculpa y volvió a su mesa. “Como una escuela de todas las cosas...”, como nos enseñó Discépolo cuando escribió aquel tangazo que llamó “Cafetín de Buenos Aires”, así era el bar La Paz. Fantasías. Deseos. Ilusiones. Me atrevo a añadir que, como entonces, en estos tiempos de imágenes exacerbadas y exacerbantes que circulan y atropellan en los avasallantes ecosistemas digitales que facilitan las comunicaciones reticulares contemporáneas, aquellas –junto con la vida y la muerte– emergen como inevitables pulsiones incrustadas en el día a día de nuestros días.
OXÍMORON
Claramente, forman parte de la condición humana. Pese a que, con el correr de los tiempos y a la democratización de las monarquías (¿oxímoron?), con mucho menos frecuencia que algún tiempo atrás y, en aquel contexto, escuchar decir “vida de príncipes”, sorprende porque pareciera ser una expresión que cae en desuso.
Aun así, hay quienes insisten con ella cuando se procura producir sentido respecto de alguna persona que –a juicio de quien así se expresa– tiene allanado el acceso a poderosos y poderosas o cuando dispone de bienes materiales en abundancia o cuando no debe preocuparse por necesidades que –como tales– sí lo son para la mayoría de la humanidad.
En ese contexto, tampoco el futuro debiera ser preocupante para quienes tienen –siempre a la vista de las otredades– tránsitos principescos o, acaso, propios de las realezas. Hambre, desocupación, falta de salud, de educación. En aquel contexto, se suponen alejados de aquellos y aquellas minorías vistosas. Sentires y decires. Pareciera, incluso, que nada ni nadie está exento, alguna vez, de emitir esos juicios o ser depositario de ese tipo de expresiones.
Hasta la muerte –en ciertas ocasiones, por la forma en que se produce y a quien afecta– hace que no sean escasas las voces que se atreven a afirmar que Mengana o Fulano “murió como un príncipe”. En el siglo XIX y buena parte del XX era frecuente que así se significara la partida de este mundo cuando las y los finados eran considerados socialmente como “patricios” o “ricos”.
Curioso, por cierto. Y tanto lo era (y es) que vaya a saber a quién y en qué situación tuvo la lucidez para destacar que “al final de la partida, reyes y peones vuelven a la misma caja”. ¿Sabiduría popular? Tal vez.
LA BODA DEL SIGLO
Aún recuerdo cuando el 29 de julio de 1981 –la tele satelital cuando el mundo era mundial y para nada global– puso “en el aire” (vieja expresión de uso común en la radiotelefonía de entonces, hoy casi olvidada), desde la catedral de San Pablo, en Londres, la que fue llamada como la “boda real o del siglo” porque, aquel día, el príncipe Carlos (32) –hijo primogénito de Isabel Alejandra María Windsor (1926-2022), la reina Isabel II del Reino Unido y de la Commonwealth desde 1952 hasta su muerte– contrajo matrimonio con la joven aristócrata llamada Diana Spencer (20).
Cerca de 800 millones de televidentes lo vimos. “¡Parece un cuento de hadas...!”, escuché decir a dos mujeres que – como otros muchos, frente a una vidriera colmada de televisores– vimos pasar a Carlos, por entonces príncipe de Gales, y Diana recién casados, a bordo del 1902 State Landau, como se conoce al carruaje que, en aquel año, el rey Eduardo VII –tío del contrayente– ordenó construir para ceremonias relevantes.
En la Argentina, desde poco menos de tres años, teníamos tele en colores. La novia, tanto en el ingreso a San Pablo –luego de descender junto con John, su padre, VIII conde de Spencer, de un carruaje vidriado– como en el momento en que salió de esa catedral con su esposo convertida en “alteza real”, tuvo que detenerse varios minutos para que las “damas de honor” acomodaran la cola de su vestido “de casi ocho metros de largo”, relataba la transmisión oficial.
¡Hermoso para ver! Un año y 22 días después –el 21 de julio de 1982– se anunció el nacimiento del príncipe Guillermo, heredero de la corona británica. El 15 de setiembre de 1984 –setecientos ochenta y siete días después que su hermano mayor– nació el príncipe Enrique.
Sin embargo, y como sostiene el dicho popular, “no todo lo que reluce es oro”. El 28 de agosto de 1996 –cinco mil quinientos nueve días después de aquella boda principesca– Diana y Carlos se divorciaron. Con el paso del tiempo la fantasía pública trocó en públicos desatinos vinculares. La princesa descubrió y confirmó que el príncipe tenía como amante a Camilla Parker-Bowles, una amiga de la Casa Real. ¡Crisis!
MULTITUD
Carlos pasó –para muchas y muchos– a ser el “realmente odiado”. Diana, en el transcurso de 1995, decidió no ocultar la situación. Habló con la BBC, la tele pública en el Reino Unido. “¿Cree que Camilla Parker-Bowles fue el factor que desencadenó el fracaso de su matrimonio?”, preguntó el periodista Martín Bashir a “su alteza real”. La respuesta fue simple, breve y clara: “Bueno, éramos tres en mi matrimonio. Y eso es una multitud”. El 31 de agosto de 1997, Diana, Dodi Al-Fayed (1955-1997), multimillonario egipcio, y el chófer, Henri Paul, murieron en un accidente de tránsito ocurrido en el interior del túnel del Pont de l’Alma, en París.
Aquel príncipe, Charles Philip Arthur George (77), desde el 8 de setiembre de 2022, es Carlos III, rey del Reino Unido y de los otros reinos de la Mancomunidad de Naciones. Camilla Rosemary Shand, luego Parker-Bowles (78) –la tercera de aquel matrimonio principesco que “era multitud”, como lo sentenció Diana, “la princesa del pueblo”, como la categorizó para siempre el ex primer ministro Tony Blair, el 31 de agosto de 1997– es reina consorte.
Fantasías. Deseos. Ilusiones. Condición humana. Fantasías. Deseos. Ilusiones. “Cambia, todo cambia”, canta como nadie Mercedes Sosa. Los khasi –una minoría étnica originaria que habita en el estado de Meghalaya, noreste de la India desde antes de las invasiones dravídicas pobladoras del sur en ese mismo país– desconocen quiénes de sus antecesores y cuándo comenzaron a orientar las raíces de los árboles para construir con ellas “puentes vivientes”.
Lejos de aquellas selvas inigualables, recién se supo algo de los que se conocieron entonces también como “los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji)”, cuando era avanzado el siglo XIX. Los exploradores occidentales se asombraron con aquel descubrimiento. En La Sociedad Asiática, un histórico periódico que se publicaba en Calcuta en 1844, se consignó la información. Desde aquellos tiempos, es polo de atracción hasta nuestros días.
“AMOR RECÍPROCO”
Hacia allí, unas tres semanas atrás, partieron en luna de miel el príncipe Raj Raghuvanshi (21) y la princesa Sonam Raghuvanshi (24). Eran marido y mujer porque sus madres –en esa sociedad matrilineal– así lo acordaron. Ambos pertenecían a la misma clase social y casta. Aquel enclave natural que, además, con unos 12.000 milímetros de lluvias anuales es, según Guinness, el lugar más lluvioso de cada año, era perfecto para manifestarse amor recíproco sin interferencias. La actuación crucial de la mehndi, la celebración musical previa, la ceremonia principal, la fiesta posterior quedaron atrás.
Me explican –por Whatsapp, desde Nueva Delhi, tres diplomáticos chimenteros que me pidieron anonimato– que los fastos nupciales se extendieron por cuatro días. Las dos familias en estado de tranquilidad. Espiritual, social y económico. No faltó nada. Se observaron todos los rituales. Homa (la ofrenda al fuego) se concretó. El Panigrahena, los unió como nunca antes. Las siete vueltas al fuego –el Satapadi– hizo celebrar a muchas y muchos, sonreír a las y los más refinados y desear, ilusionarse... soñar, a otros y otras.
Samskara se instaló en la flamante pareja. Luego, silencio. Los días pasaban y... más silencio. Pero irrumpió la angustia. Primero en el que fue el pueblo de ambos, luego en la provincia, la región y, finalmente, en todo el país. “¿Dónde están?” “¿Qué se sabe?”. La falta de novedades fue parte de las informaciones de la agencia de noticias nacional. Se iniciaron las búsquedas. Los supuestos ganaron el espacio público. Las ideas conspiranoides de poderosos y poderosas ingresaron en los circuitos informativos.
Nadie respondía a las incesantes llamadas a los móviles de Raj y Sonam. La policía y los servicios de inteligencia de la India los monitoreaban inútilmente. También el de uno de los hermanos de la princesa. ¡Nada! Pero, cuando nadie lo esperaba, todo cambió. El domingo pasado aquella novia obediente de los acuerdos y mandatos familiares que se mostró alegre, ilusionada, ante los unos y los otros; que fue objeto de los comentarios de sus vecinos e incluso blanco preferente a la vista de aquellas y aquellos que por ser de clases inferiores o de castas poco respetables no debieran haberla mirado, trocaron interrogantes y angustia sociales.
DIMES Y DIRETES
Desde algunos anocheceres en las sacudidas calles de aquel país con 1.400 millones de habitantes, se sabía por trascendidos –que más tarde se confirmaron– que el cadáver de Raj fue encontrado y recuperado de las profundidades de un precipicio con abundante vegetación. Fue el momento de los dimes y diretes. Se conoció el escabroso detalle de que el cuerpo lo encontraron con el cráneo partido con dos golpes duros aplicados con algún objeto contundente y cortante.
¡Horror! Rescatistas e investigadores tuvieron la convicción de que fue asesinado. Así lo dejaron trascender. No murió como un príncipe. Pero las honras fúnebres sí lo fueron para despedir a su alteza real. Sonam, esposa por un breve tiempo –geolocalizada desde el momento en que se comunicó con uno de sus hermanos– supo por quienes la hallaron que era viuda.
Gritó. Se ahogó en llanto. Insistió con el deshilachado argumento de que fueron víctimas de secuestro. Pero no tenía una coartada que generara, por lo menos, una duda. También supo que Rai Kushwaha, un chófer a su servicio, estaba preso en otra celda. Fue apresado en su pueblo natal, Madhya Pradesh. Contrastaron sus respuestas. Eran amantes desde tiempo antes de que Sonam y Raj protagonizaran una boda principesca.
Como en el caso de Carlos y Diana –con Rai– también se constituyeron en multitud. El amante capturado también confesó. Señaló a los tres criminales que asesinaron al príncipe –sus cómplices– a los que convenció para que ejecutaran al joven esposo de la mujer que también amaba.
Los sicarios fueron apresados. Abrumados, admitieron. La exprincesa viuda dejó de ser víctima para ser victimaria. La justicia la acusa de ser quien incitó a su frustrado enamorado de la necesidad de asesinar a Raj. Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.