• Por Gabriela Teasdale
  • Socia del Club de Ejecutivos del Paraguay

Los grandes líderes de la historia no fueron superhéroes, ni santos, ni personas superdotadas. Nelson Mandela, Abraham Lincoln, Martin Luther King, Mahatma Gandhi tenían virtudes y defectos, y cargaban con grandes cicatrices en su interior. Pero a pesar de todo se convirtieron en figuras preponderantes por la calidad de su liderazgo y el legado que dejaron al mundo.

Mandela declaró en los tribunales: “Yo abrigo en mi corazón el ideal de una sociedad democrática e igualitaria, en la que todas las personas vivan en armonía y con igualdad de oportunidades”. Gran parte del éxito de Lincoln a lo largo de la historia fue su capacidad para comunicar y conectar con los demás, su empatía y dominio emocional. El Dr. King era un visionario. Tenía un sueño que era más grande que la época en que vivió. Gandhi fue defensor de la “no violencia” y un activista político que luchó sin descanso por un cambio en la sociedad de su país.

Todos fueron líderes de transformación.

Son varias las preguntas que podemos hacernos luego de analizar ciertas características que definieron el liderazgo de estas grandes figuras. ¿Estamos dispuestos a transformar nuestras realidades luchando por una sociedad democrática y por el bien común de las personas? ¿Cuál es la visión que nos empuja a trabajar duro? ¿Somos capaces de conectarnos con los demás y, sobre todo, de dominar nuestras emociones ante críticas y ataques de los ciudadanos sabiendo que a ellos nos debemos?

Hoy sin importar dónde miremos, nos encontramos con personas que han perdido la fe en los líderes políticos por la mediocridad, el fanatismo, la cobardía moral y la falta de humanidad que existe entre los mismos. Venezuela es un ejemplo claro, con un líder que ejerce la violencia contra su pueblo privándolo de cubrir sus necesidades básicas de alimentos, medicamentos y de una vida digna, pero hay muchos de los que tal vez tenemos menos noticias en países de Asia, África y Europa. En nuestro país también existen situaciones difíciles que vivimos como sociedad y que con consecuencia del mal liderazgo. Políticos y funcionarios con grandes e importantes títulos y salarios aceptando injusticias, traiciones, corrupción, violencia, más preocupados por su ego y beneficio propio que por la gente. El reciente escándalo por el pago de sobornos para el ingreso de contrabando refuerza ese sentimiento de hastío en relación a aquellas personas que deberían representarnos y servirnos.

Son todas situaciones difíciles que vivimos como sociedad y todas ellas consecuencia del mal liderazgo de muchos que debería hacernos reflexionar en este tiempo en el que conmemoramos el mes de la patria. No salgamos con cinismo a colocar banderas y a lucir perfectas escarapelas durante este mes de mayo si es que realmente no estamos haciendo lo suficiente para construir una patria más justa y digna para todos. Sería hermoso ver a nuestros líderes influenciando positivamente en el pueblo porque son dignos de confianza, porque conocen sus necesidades y desde ahí transforman la educación, la salud, el trabajo y la vida de todos los paraguayos. Sería hermoso que todos podamos ser parte de algo mejor, “que seamos el cambio que queremos ver en el mundo”, así como dijo Gandhi, no aceptando más injusticias, sin callar lo que no está bien.

Paraguay es grande y su gente hermosa. Tenemos razones suficientes para hacer un gran trabajo juntos. Así como lo tuvo Luther King, los paraguayos también tenemos un sueño y estamos seguros de que llegará el momento de escribir “la pagina de gloria”.

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