Texto: Micaela Cattáneo

Hace un mes, un titular decía: “Billie Eilish podría superar los récords de ventas de Ariana Grande con When we all fall asleep, where do we go?”. Esta hipótesis en torno al lanzamiento del primer álbum de la artista de 17 años —que se volvió viral con su primer sencillo Ocean eyes— es la prueba de la versatilidad que adquiere la música con el devenir de los años ante los ojos de una generación cada vez más demandante.

Billie Eilish, quien nació en el 2001 y proviene de una familia de artistas, comprende cuáles son las reglas de juego detrás de ese epíteto. En su álbum más reciente, lanzado el pasado 29 de marzo, propone conceptos y estéticas alternativas, atmósferas densas y efectos especiales, letras agudas y lenguajes digitales, inteligencia emocional y estados existenciales.

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Y es que el panorama premonitorio a favor de Eilish está basado, principalmente, en las millones de reproducciones que obtiene la cantante cada vez que sube los videoclips de sus temas a YouTube, y claramente, en el talento y la creatividad que tiene para formar universos tan excéntricos pero a la vez tan representativos de la realidad.

El horizonte de la industria musical es tan incierto, pero de algo estamos seguros: Billie Eilish sabe perfectamente a dónde va.

Canción necesaria: You should see me in a crown, por su personalidad cinematográfica vista en el teaser de su videoclip, pero identificable desde el play en los auriculares


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