Desde la detección de Ómicron, en Sudáfrica, son varias las investigaciones que están en curso para poder entender mejor a esta nueva variante que ha generado mucha preocupación debido a la cantidad de mutaciones que presenta.

Los estudios han mostrado evidencias de que la variante Ómicron es altamente transmisible[1] , y que está reemplazando a la variante anterior, Delta, en todos los países donde es detectada.

Existen también noticias muy alentadoras en cuanto a Ómicron, y es que se ha observado tanto en Sudáfrica como en el Reino Unido, que las infecciones aparentan ser menos graves en media, que las producidas por Delta. Cabe aclarar que esto no significa que la enfermedad será leve para todas las personas. Lo que se quiere señalar con esto es que, gran parte de los infectados podrían tener una infección leve e inclusive, asintomática.

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Se ha observado también que personas que ingresan para hospitalización, lo hacen por un periodo menor que cuando ingresaban por Delta. Ambas observaciones se deben, aparentemente, a la alta vacunación en la población, características de la variante e infecciones previas[2] .

Debido a esto, muchos se han visto tentados a afirmar que, con Ómicron, terminaría la pandemia y que se llegaría a la inmunidad de rebaño. Lo cierto es que, no existe evidencia concreta que lleve a tal afirmación.

¿Qué es la inmunidad de rebaño o colectiva?

Según el profesor investigador Willem van Schaik, de la Universidad de Birmingham, Inglaterra, “la inmunidad colectiva describe el fenómeno que se observa cuando las personas en riesgo están protegidas de la infección porque están rodeadas de individuos inmunes. De este modo se minimiza la propagación del virus. Actualmente, hablamos de inmunidad colectiva en el contexto de las vacunas. Si se vacuna a un número suficientemente alto de personas de una población, proporcionarán inmunidad colectiva a la pequeña cantidad de personas que no están vacunadas[3] .”

Inicialmente se tenía la idea de que, una vez que la mayoría de las personas estén vacunadas, podríamos llegar a la inmunidad colectiva contra la COVID-19. Sin embargo, la idea de que suficientes personas eventualmente obtendrán inmunidad al SARS-CoV-2 para bloquear la mayor parte de la transmisión, y alcanzar un “umbral de inmunidad colectiva”, está comenzando a parecer poco probable[4] .

La mayoría de las estimaciones habían propuesto que se necesitaría alrededor del 60-70% de la población inmunizada, ya sea a través de vacunas o exposición pasada al virus. Sin embargo, a medida que la pandemia transcurre, la forma de pensar ha comenzado a cambiar. Esto es debido al surgimiento de variantes con una alta transmisibilidad, el escape parcial a la protección de las vacunas, y la detección de reinfecciones; así como a la indecisión para recibir las vacunas y la demora en la llegada de las vacunas para los niños.

Es probable que, a largo plazo, la COVID-19 se convierta en una enfermedad endémica, muy parecida a la influenza. A corto plazo, los científicos están contemplando una nueva normalidad que no incluye la inmunidad colectiva[5] .

Algunos científicos han comentado que la nueva variante Ómicron deja en claro que la inmunidad colectiva no funcionará para la COVID-19, pues el hecho de haber contraído la enfermedad antes no parece ofrecer mucha protección contra Ómicron.

El Dr. David Wohl, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Carolina del Norte (UNC), comparó al SARS-CoV-2 con otros coronavirus que causan resfriados comunes, a los que hemos estado expuestos durante toda nuestra vida. “Desarrollamos inmunidad. No significa que no nos infectemos, no significa que no contraigamos un resfriado. Pero solo es un resfriado”. Wohl cree que es probable que la COVID-19 se convierta en un resfriado común con el tiempo, pero, al momento, aún hay muchas personas que la contraen y terminan en UTI[6] .

Por todo lo expresado, es poco probable que se llegue a la inmunidad colectiva. Es necesario ser cautelosos, especialmente cuando se comunica la información al público general. Pues, la especulación irresponsable conlleva riesgos para la salud pública. Lo más importante es seguir con la vacunación, especialmente en aquellas personas que no han recibido aún sus primeras dosis y que pueden ser personas que terminen ingresando innecesariamente a UTI.


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