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Le costó la vida. Pero, al final, Daphne Caruana Galizia, una tenaz periodista maltesa, desde su tumba derrocó al hombre que ella creía había permitido que floreciera la corrupción mientras su país insular se volvía más rico.

El 1 de diciembre, Joseph Muscat, el primer ministro de Malta, anunció que dimitiría. Desde hace mucho ha rebatido las acusaciones de mal comportamiento en su contra y ha intentado retratar su partida como algo natural. “Siempre he dicho que un primer ministro no debe estar en funciones por más de dos legislaturas”, dijo en una declaración transmitida por televisión. Pero su retirada surgió mientras Malta se hundía más en una crisis que comenzó con el asesinato de Caruana Galizia en el 2017.

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Muscat anunció su dimisión el día después de que un magnate local, Yorgen Fenech, fue acusado formalmente de complicidad en el asesinato. Según el hijo de Caruana Galizia, Paul, antes de ser asesinada, su madre estaba investigando los lazos entre Fenech, un contrato de gas con Azerbaiyán y dos personalidades importantes del gobierno de Muscat: su jefe de personal, Keith Schembri, y el ex ministro de energía, Konrad Mizzi. Un informe del Consejo de Europa encontró que una compañía registrada en Dubái, propiedad de Fenech, tenía previsto hacer pagos de grandes cantidades a compañías registradas en Panamá que pertenecían a esos dos políticos. Ambos niegan haber actuado en contra de la ley.

Muscat aplazó su salida. Dijo que su partido empezaría a elegir un nuevo líder el 12 de enero. Dejaría su puesto como primer ministro “en los días posteriores”. La declaración suscitó disputas acaloradas en el Parlamento, una manifestación en las calles de la capital, La Valeta, y afirmaciones de que Muscat tenía la intención de ponerle trabas a la investigación antes de dejar su puesto. Muscat negó esto: “Se está haciendo justicia. Y me aseguraré de que la justicia sea para todos”, afirmó.

Caruana Galizia falleció saliendo de su casa cuando una bomba que habían puesto en su auto explotó. Aún no se lleva a cabo el juicio en contra de los tres hombres acusados de asesinarla. Hace un mes, un cuarto individuo ofreció información sobre el asesinato a cambio de inmunidad. Testificó ante el tribunal el 4 de diciembre afirmando que él le había pagado a los presuntos asesinos de parte de Fenech, el único orquestador del asesinato. Sin embargo, añadió que, una vez arrestados los hombres, un miembro del séquito del primer ministro le pidió que les dijera que saldrían bajo caución y que cada uno recibiría 1 millón de euros (1,1 millones de dólares estadounidenses). No salieron bajo fianza y al parecer no recibieron el dinero.

A algunos ministros (incluyendo a Muscat) les han lanzado huevos, algunos miembros de partidos rivales en el Parlamento casi han llegado a los golpes y el 2 de diciembre, la oposición boicoteó el Parlamento mientras Muscat daba un discurso de despedida. El primer ministro deja un país mucho más rico (durante su mandato el crecimiento ha alcanzado un promedio del 7,2%), pero también preocupado y preocupante.

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