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Madrid.

El separatismo catalán ha llevado la política hacia la derecha. Pero, ¿qué tanto?

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El 23 de febrero en un clima sorprendentemente cálido, unas 500 personas se reunieron en la Plaza de la Villa, una de las plazas más antiguas de Madrid, a fin de arrancar la campaña electoral de Ciudadanos, uno de los partidos políticos más nuevos de España. Hace un año, Ciudadanos, el cual se describe a sí mismo como un partido liberal de centro, encabezaba las encuestas de opinión, con alrededor del 27 por ciento de los votos entre muchos postulantes. Ahora sigue de cerca al partido socialista en el gobierno y al conservador Partido Popular, o PP. Sin embargo, Ciudadanos y su joven dirigente, Albert Rivera, todavía podrían tener la llave del próximo gobierno de España.

Rivera inauguró la campaña al rechazar, de inicio, una coalición con el Partido Socialista de Pedro Sánchez, el primer ministro desde junio, a quien acusó de violar la Constitución en sus negociaciones con los separatistas catalanes. Al hacerlo, Rivera ha intentado definir el carácter de las elecciones previstas para el 28 de abril. Girarán en torno a la unidad de España y serán una competencia entre los socialistas, por un lado, y un bloque de tres cabezas a la derecha del centro en el que Ciudadanos se ha alineado con el PP y Vox, un nuevo partido ultraconservador.

SORPRENDIDO

Dos semanas antes, este trío unió sus fuerzas en una manifestación mucho más grande en otra plaza de Madrid para protestar contra Sánchez. Vox es un partido nacionalista español que en algunos aspectos se parece a los movimientos de extrema derecha de otras partes de Europa. Este es un lugar extraño para un partido liberal al que alguna vez se le comparó con La República en Marcha, el partido de Emmanuel Macron de Francia. “Me sorprende que estén instalando un cerco sanitario contra mí y no contra la extrema derecha”, comentó Sánchez.

Esta postura solo puede entenderse en las “circunstancias excepcionales” de España, señala Inés Arrimadas, hasta ahora la dirigente de Ciudadanos en Cataluña y la principal atracción del partido, quien anunció en la Plaza de la Villa que se postulará para el Parlamento de Barcelona. En octubre del 2017, el gobierno regional separatista de Cataluña celebró un referéndum “vinculante”, aunque no oficial, y declaró su independencia más tarde ese mes en incumplimiento de la Constitución. Estos eventos fueron equivalentes a un “golpe de Estado”, afirma Arrimadas.

Sánchez llegó al poder después de una moción de censura contra Mariano Rajoy, el primer ministro anterior del PP, y con el respaldo de los nacionalistas vascos y catalanes en el Parlamento de Madrid. Sánchez ha intentado atenuar el conflicto de Cataluña mediante una actitud menos confrontativa. Arrimadas lo acusa de hacer “concesiones” a los golpistas al no evitar que los separatistas empleen los recursos públicos para promover su “república”.

TERREMOTO POLÍTICO

Ciudadanos, el cual se formó en Cataluña, siempre ha tenido dos almas: una liberal y la otra antiseparatista y, por tanto, nacionalista española. Sigue siendo liberal en cuanto al estilo de vida y estar a favor de las reformas económicas modernizadoras, pero estas propuestas son “más difíciles de entender” en un “escenario polarizado”, afirma Toni Roldán, uno de los legisladores de Ciudadanos. El ascenso y la caída del partido se deben mucho al terremoto político provocado por el separatismo catalán. Durante unas elecciones regionales en Cataluña en diciembre del 2017, la fuerte campaña de Arrimadas ayudó a Ciudadanos a obtener la mayoría de sus votos, a pesar de que los tres grupos separatistas conservaron su estrecha mayoría de escaños en el Parlamento catalán. Debido a la intimidación separatista, “no es fácil pertenecer a Ciudadanos en Cataluña”, señaló en la Plaza de la Villa. Pero como encarnación de la defensa de la nación española, el partido repuntó en las encuestas de opinión nacionales.

Los acontecimientos en Cataluña llevaron a la opinión pública, tradicionalmente un poco a la izquierda del centro, hacia la derecha. En las últimas elecciones del 2016, la derecha obtuvo el 46 por ciento de los votos; actualmente tiene el 55 por ciento, según las encuestas, señala el sefólogo Kiko Llaneras. La diferencia es que actualmente la derecha está dividida en tres, lo que significa que probablemente obtenga menos escaños en el Parlamento. De la nada, Vox obtuvo en diciembre el 11 por ciento de los votos en unas elecciones regionales en Andalucía, lo que ayudó a expulsar a los socialistas del gobierno regional que habían dirigido durante casi 40 años. El veto de Sánchez por parte de Rivera es, por tanto, una “medida de defensa” para evitar que los votantes de Ciudadanos se vayan a Vox, afirmó Llaneras.

¿QUÉ TIPO DE SOCIEDAD?

Tal vez ayude a Sánchez en dos formas. El mes pasado, suspendió conversaciones con los separatistas, pese a que esto contribuyó a que perdiera su presupuesto y entonces precipitara la convocatoria a las elecciones. Ahora está buscando los votos de centro, de donde Ciudadanos se está retirando. Después de la derrota en Andalucía, donde unos 400.000 votantes de izquierda no salieron a votar, los socialistas esperan que el fantasma de Vox les ayude a obtener los votos. La esencia de la campaña de Sánchez será sobre “el tipo de país que quieres”, comentó Manuel de la Rocha Vázquez, asesor del primer ministro. “¿Queremos una sociedad cerrada, nacionalista, xenófoba y machista? Creemos firmemente que la mayoría de los españoles están a favor de una sociedad abierta, plural, multicultural y tolerante”, afirma.

A pesar de que estas son las terceras elecciones generales desde diciembre del 2015, su carácter muestra lo rápido que ha cambiado el país. Las dos anteriores fueron en la sombra de la austeridad y la corrupción del PP y de los socialistas, quienes al parecer enfrentaban su extinción en manos de Podemos, un partido de extrema izquierda. Ahora Podemos se está desvaneciendo en medio de divisiones internas.

Sánchez, un político sin ideología fija, ha acelerado ese proceso simulando ser de izquierda en el gobierno, ofreciendo un gran incremento al salario mínimo y propuestas presupuestales para un mayor gasto social. En vez de los socialistas, ahora son Ciudadanos y el PP los que tienen que pelear en dos frentes. El separatismo catalán es el problema más delicado de España. Sin embargo, más que Podemos, es Vox el que para muchos parece ser la amenaza inmediata para el sistema. Todo esto indica que es arriesgada la apuesta de Rivera por formar un gobierno de centro-derecha.

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