El régimen tuitea, pero eso no quiere decir que sea más tolerante con sus detractores. Un día antes de que Miguel Díaz-Canel asumiera la presidencia de Cuba en abril pasado, un locutor de la televisora controlada por el Estado convocó a los cubanos a unirse a un tuitazo (envío masivo de tuits), para lo cual propuso las etiquetas #PorCuba y #SomosContinuidad.

El mismo Díaz-Canel comenzó a utilizar Twitter en agosto. Durante las primeras semanas, solo siguió a Nicolás Maduro, el controvertido déspota venezolano, y a Evo Morales, el presidente de izquierda de Bolivia. En diciembre, con la intención de hacer que la dictadura de Cuba pareciera más dispuesta a rendir cuentas al pueblo, instruyó a los organismos de gobierno a que aumentaran su presencia en las redes sociales. Ahora, veinticuatro de los veintiséis ministerios de la isla tuitean, al igual que la mayoría de los ministros encargados de ellos.

ACCESO A TELEFONÍA 3G

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Cada vez más de los once millones de cubanos tienen la oportunidad de responder a esos tuits. En diciembre, por primera vez se dio acceso a las redes móviles de telefonía 3G a todas las personas de esa isla comunista. Antes de esa fecha, el principal medio de acceso de los cubanos a internet eran los puntos de acceso wifi públicos, por los que debían pagar por hora. Solo 37.000 hogares cuentan con conexión a internet.

El acceso a la telefonía 3G, que se paga por megabyte, hace atractivo para los cubanos migrar de servicios que consumen muchos datos, como Facebook e Instagram, al de menor consumo Twitter. Para fines de enero, los 5,3 millones de usuarios de teléfonos celulares en la isla habían comprado alrededor de 1,4 millones de paquetes 3G.

Los intercambios de tuits crean la ilusión de que se ha reducido la distancia entre el gobierno y los gobernados. Después de la llegada de un tornado a La Habana en enero, Betsey Díaz Velázquez, ministra de Comercio Interior, tuiteó una lista de alimentos disponibles con descuento para los damnificados del área.

CONVERSACIÓN SE TORNA AGRIA

Cuando los ciudadanos criticaron al gobierno a través de tuits por no haberles brindado ayuda a quienes perdieron sus casas, la ministra les ofreció alimentos gratuitos. “Hace un año no podría haberles dicho el nombre de un solo ministro cubano”, reconoció el empresario Camilo Condis en diciembre. “Ahora conozco sus títulos, reconozco su rostro e incluso he tenido la oportunidad de interactuar con algunos de ellos”.

Sin embargo, la conversación se tornó agria hace poco. El malestar se originó debido al proyecto del gobierno de promulgar una nueva Constitución mediante un referendo programado para el 24 de febrero.

ETIQUETA DE DESCONTENTO

El nuevo texto incluye cambios moderados a la Constitución existente, como legalizar la propiedad privada (sujeto a ciertas estipulaciones del Estado) y limitar el periodo de mandato presidencial a cinco años. Por desgracia, los ánimos se caldearon después de que la Asamblea Nacional anunció en diciembre (con un tuit) su decisión de eliminar una disposición para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. En su lugar, se propuso reconocer el matrimonio como una “institución social y legal” cuya definición se agregará más adelante.

Los cubanos que apoyan los derechos de las personas homosexuales expresaron su enfado utilizando la etiqueta #YoVotoNo. Más adelante, esa etiqueta también se comenzó a utilizar para expresar otras inconformidades con la nueva Constitución, como el hecho de que no permite que los cubanos elijan directamente a sus gobernantes. Pocos esperan que la votación del referendo sea justa. Esta etiqueta ha alcanzado tal popularidad que el gobierno se sintió forzado a responder con la etiqueta #YoVotoSí.

Esta última se puede observar en autobuses, tiendas del Estado y heladerías. Durante el festival anual celebrado el 28 de enero en honor de José Martí, héroe de la Independencia, el gobierno distribuyó camisetas (todo un lujo en Cuba) estampadas con la etiqueta de apoyo a la Constitución. Las personas que se oponen de manera muy activa a esta opinión han sido blanco de amenazas de la policía y las han detenido. Al parecer, los gobernantes de Cuba están aprendiendo a tuitear, pero todavía no han olvidado cómo hacer callar a la gente.

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