El bitcoin se presentó ante el mundo en agosto de 2008, después de la crisis financiera. Según sus partidarios tecnolibertarios, uno de sus principales atractivos era la promesa de que los usuarios podrían evitarse la molestia de tener que lidiar con los odiados bancos. Sin embargo, después de una década de amateurismo, estafas y miles de millones de dólares en dinero perdido o robado, ha quedado claro que muchas de las maltrechas instituciones que desempeñan el papel de los bancos en el mundo de las criptomonedas hacen que incluso sus homólogos convencionales más osados luzcan como modelos perfectos de buena administración.

El ejemplo más reciente es QuadrigaCX, una casa de cambio de criptomonedas canadiense a la que se le otorgó protección de sus acreedores el 5 de febrero. El problema, según la empresa, no es que haya perdido el dinero de sus clientes; más bien, no tiene acceso a él. Todo se debe a que su jefe, Gerald Cotten, murió inesperadamente en India en diciembre pasado.

LAPTOP ENCRIPTADA

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Pocos bancos se verían amenazados con la ruina tras la muerte de un solo miembro de su plantilla de empleados. En este caso, QuadrigaCX afirma que Cotten era el único responsable de manejar los depósitos y los pagos, y que todo lo hacía desde una laptop encriptada de la que solo él conocía la contraseña. Según consta en documentos presentados ante tribunales, la viuda de Cotten afirmó: “A pesar de haber buscado con toda diligencia y en varias ocasiones, no he podido encontrar [las contraseñas] escritas en ninguna parte”. Los 90.000 clientes de QuadrigaCX se han quedado sin acceso al equivalente a cerca de 180 millones de dólares canadienses (136 millones de dólares) en bitcoines, Litecoin, Ethereum y muchas otras criptomonedas almacenadas en la casa de cambio. Se cree que uno de ellos perdió acceso a criptomonedas por un valor de 70 millones de dólares canadienses.

Las conversaciones en línea acerca de QuadrigaCX son una mezcla de rabia, tramas de detectives aficionados y teorías de conspiración.

CERTIFICADO MAL ESCRITO

Al parecer, la empresa ha tenido dificultades desde hace tiempo. En enero de 2018 el Banco Imperial Canadiense de Comercio congeló 28 millones de dólares canadienses en posesión de Costodian, el procesador de pagos de QuadrigaCX. El banco intentó en numerosas ocasiones comunicarse con Cotten, sin ningún éxito. Las peculiaridades no terminan ahí. En una captura de pantalla del supuesto certificado de defunción emitido por el gobierno de Rajasthan, el nombre de Cotten está mal escrito. Algunos expertos han revisado el registro público de transacciones de Bitcoin y han tenido problemas para identificar los depósitos inaccesibles. Jesse Powell, director de Kraken, otra casa de cambio de criptomonedas, dijo en Twitter que la historia de QuadrigaCX era “extraña y, francamente, increíble”.

DESCALABROS

No es la primera vez que enormes cantidades de criptomonedas se han retirado involuntariamente de circulación. James Howells, un aficionado británico de las criptomonedas, amasó la cantidad de 7.500 bitcoines en 2009, cuando no valían casi nada, pero tiró el disco duro en el que los tenía almacenados. Para 2013 valían millones de dólares. Howells intentó recuperar su disco duro de un vertedero en Gales, pero no lo consiguió. Chainalysis, una empresa de observadores de las criptomonedas, calcula que se ha perdido acceso a entre 2,78 y 3,79 millones de bitcoines en circunstancias similares. Puesto que el diseño de Bitcoin fija un tope de veintiún millones de monedas, esa cantidad perdida equivale a entre un 13 y un 18 por ciento de todos los bitcoines que existirán.

El mundo de las criptomonedas ha sufrido descalabros más graves que el de QuadrigaCX. El más impresionante fue MtGox, empresa que se encargaba de cerca del 70 por ciento de las transacciones con bitcoines cuando se fue a quiebra en 2014 tras el robo de 850.000 bitcoines, equivalentes a 450 millones de dólares en ese entonces. Igual que en el caso de QuadrigaCX, sus operaciones dejaban mucho que desear. Algunas casas de cambio son mejores que otras, en opinión de David Gerard, un observador y escéptico de las criptomonedas. Con todo, en la mayoría de los casos, guardar criptomonedas en una casa de cambio no es mucho mejor que “guardar tu dinero en una calceta debajo de la cama de alguien más”.

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