Bogotá, Colombia | AFP

Blanca Monroy se esmera para que la imagen que está tallando se parezca a la de su hijo de pequeño. Once años después de la ejecución militar de Julián, busca consuelo en la madera ante la falta de una verdad completa.

Julián Oviedo era el cuarto de sus ocho hijos. El 2 de marzo del 2008 desapareció y 8 meses después su cuerpo fue hallado en una fosa común a casi 650 kilómetros de casa.

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La fiscalía determinó que el joven de 19 años murió al día siguiente de su desaparición. Julián, dijo el ejército, cayó en combate. “Era un guerrillero que extorsionaba ganaderos”.

Pero familiares y vecinos jamás acreditaron ese parte de guerra. Julián era un obrero que entretenía a sus hermanos menores y quería prestar servicio militar.

Además, ayudaba a cuidar el jardín del empobrecido hogar. Gracias a “sus lindas manos, a esa bendición de sus manos, mis matas eran muy hermosas”, dice a AFP. Guiada por una foto, la madre moldea la figura de su hijo en un jardín de flores.

Su caso es parte de un copioso expediente: el de las 2.248 ejecuciones extrajudiciales conocidas como “falsos positivos”, el mayor escándalo de las fuerzas militares en su lucha de más de medio siglo contra los grupos rebeldes.

El 59% de esas muertes ocurrió entre el 2006 y el 2008 bajo el gobierno del expresidente Álvaro Uribe.

BODY COUNT

La práctica que dejó al desnudo la actuación ilegal de algunos militares consistía básicamente en un premiado “body count”: contar cuerpos para inflar los logros del ejército. Decenas de jóvenes fueron engañados con promesas de empleo, sacados de sus territorios y llevados lejos para ser asesinados y disfrazados de guerrilleros.

“Una vez que estas víctimas son asesinadas, las fuerzas militares organizan un montaje de la escena”, denunció en el 2009 una relatoría especial de la ONU, que cada 10 de diciembre celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos.

Como Julián, Daniel Martínez (22 años) fue otra víctima de los múltiples montajes. Sin vínculo conocido entre ellos, desaparecieron la misma semana y en el mismo barrio de Soacha, en las afueras de Bogotá. Ambos fueron presentados luego como caídos en enfrentamiento. Llevaban trajes de camuflaje y botas de caucho sospechosamente nuevas.

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