Wurzburgo, Alemania. AFP.

En el corazón de un frondoso bosque de la región alemana de Baviera, Dieter Stockmann guía al visitante entre las zarzas y las ortigas hasta el lugar que desea mostrar: “una autopista construida por los nazis que fue durante mucho tiempo un tema tabú”.

Este aficionado, de 60 años, apasionado por la Historia, investiga con pasión los vestigios de la “Ruta 46”, olvidada durante décadas, pero cada vez más popular.

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Lejos de convertirse en un lugar de peregrinaje para los admiradores del Tercer Reich, la autopista fantasma se transforma en una ventaja turística para los municipios ribereños.

“Durante las visitas, demostramos mentiras que aún hoy se perciben como verdades. Por ejemplo que las autopistas no fueron inventadas por Hitler”, explica Jürgen Lippert, alcalde de Gemünden am Main.

Stockmann asegura nunca haber visto a un neonazi en las excursiones gratuitas que organiza para los visitantes.

La carretera 46, iniciada en 1936, debía unir durante 40 kilómetros lugares apreciados por los nazis, como ruinas de un castillo, la ciudad de Wurtzburgo y la de Fulda.

Se integraba en un inmenso proyecto de autopistas, concebido bajo la República de Weimar, que debía conectar la ciudad de Hamburgo, al norte, con el Lago Constanza, al sur.

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