Havana, Cuba | AFP

Viernes en La Habana, fin de la jornada laboral. Con poco transporte urbano en medio de la escasez de combustible, miles se agolpan en la parada de bus. De pronto, sonando su claxon, aparece una escuadra de motorinas al rescate.

Unas 50 motos eléctricas –ciclomotores o motorinas– se detienen en el paradero frente a la heladería Coppelia. Estos vehículos llegaron a Cuba en el 2013 y se han convertido en pieza importante del transporte urbano.

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“Hasta la ceguera2, gritan, refiriéndose al hospital ubicado al oeste, el oftalmológico Ramón Pando Ferrer.

Sorprendidos los peatones se montan y recorren más de 13 kilómetros, hasta los alrededores del hospital.

“Me gusta mucho la iniciativa, ayuda mucho con la economía, ayuda mucho al pueblo que tiene mucha necesidad”, dice Yanet Figueroa, trabajadora privada de 42 años.

El trayecto va acompañado de reguetón y de bocinazos. Hacen varias paradas. Algunos bajan, otros suben.

Cuba cayó en una crisis energética en septiembre, tras la presiones y multas impuestas por Washington a buques que trasladan petróleo desde Venezuela. La isla consume 7,2 millones de toneladas de combustible anuales. Trabajó septiembre con el 30% de lo habitual, octubre con el 62%. No pasará del 80% en noviembre. El transporte urbano, siempre deficiente, sufre más.

DAR BOTELLA

El presidente Miguel Díaz-Canel exigió a los vehículos estatales recoger personas en su ruta, y pidió la cooperación de los particulares. En las paradas, policías e inspectores se encargan de hacer cumplir ese mandato.

Eso en Cuba se llama “dar botella”, una institución en la isla socialista.

APARECEN COMO HONGOS EN CALLES

Las motorinas florecieron como hongos por las calles de Cuba, luego de que la aduana autorizó su importación privada en el 2013, con potencia máxima de 1.000 watts y una velocidad límite de 50 km/h. Inicialmente no se vendían en las tiendas estatales. Eran solamente traídas desde países como Panamá y su precio en el mercado informal oscila entre 1.800 y 2.300 dólares.

Se calcula que circulan 210.000. El panorama urbano vintage de La Habana empieza a cambiar, los “almendrones” –autos antiguos– van cediendo las calles a las motorinas. La cifra aumentará, pues el gobierno las comenzó a vender a fines de octubre a un máximo de 1.700 dólares. “La idea del Estado, a nosotros los mecánicos, nos parece muy buena”, pues los costos bajarán, dice Enrique Alfonso.

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