Madrid, España | AFP

El argentino Marcos Hourmann se pre­senta en escena: “soy el primer médico condenado en España por practicar la eutanasia”. Lo dice ante el público de un teatro madri­leño, al que lanza un insólito desafío: “Me gustaría que esta noche ustedes me juz­guen”.

A pocas semanas de las elec­ciones legislativas del 28 de abril en España, la pieza documental “Celebraré mi muerte” relanza el debate de forma inédita. Y todo ello cuando el presidente saliente Pedro Sánchez pro­mete “reconocer el derecho a la eutanasia”, si logra una mayoría suficiente para seguir gobernando.

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En el Teatro del Barrio, el doctor Hourmann vacía cada noche su historia, 14 años después de haber acortado el sufrimiento de una paciente terminal.

“Este regalo que me dan (de contar mi historia en el tea­tro) es disfrutar de la posi­bilidad de vomitar” las pala­bras nunca dichas, “una gran catarsis personal” en definitiva, cuenta a la AFP este médico que fue condenado sin proceso ni debate público.

“Quince días antes del juicio (en el 2009), la fiscalía pide un acuerdo y lo aceptamos: de 10 años de cárcel por +homici­dio+, me lo rebajan a uno por +homicidio imprudente+, y como no tenía antecedentes penales, no entro en la pri­sión”, explica este argentino de 59 años.

Hourmann se propuso reha­cer su carrera de médico en Reino Unido, pero en el 2010, se encontró con que el tabloide The Sun estaba haciendo campaña en su con­tra, calificándolo de “killer doc” (doctor asesino). El 28 de marzo del 2005, Hour­mann estaba de guardia en las urgencias del hospital de Tarragona, en Cataluña, cuando le llegó una paciente aquejada de un cáncer de colon en fase terminal y otras patologías. En dos ocasiones, recuerda que le dijo: “quiero morir”.

“La mujer a la que yo maté se llamaba Carmen. Tenía 82 años. Le administré cloruro potásico en vena”, dice.

­­AYUDÓ A MORIR A UNA ANCIANA

“Si no lo escribía, era como ir en contra de lo que pienso”, res­ponde el médico, cargando contra toda “hipocresía”. Un mes antes, en febrero del 2005, el cineasta hispano-chileno Alejandro Amenábar recibió un Oscar por “Mar adentro”, inspirada de la vida de Ramón Sampedro. Un marinero que se quedó tetrapléjico, que se pasó casi tres décadas militando por el derecho a la eutanasia, y que describía la “tortura de estar pegado a un cuerpo muerto”.

El mismo mes de febrero del 2005, una amiga de Sampedro había admitido ante la justicia, que había participado en su suicidio asis­tido. El espectáculo muestra que en primer lugar actuó como un especialista de urgencias: intentar salvar la vida de la paciente, y luego practicar legalmente una sedación profunda.

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