Pekín, China. AFP.

Están listos para sus­tituir a los repartido­res de carne y hueso. En China, pequeños robots autónomos sobre ruedas, equipados con GPS, cámaras y radares, empiezan a entregar paquetes, compras y comida a los clientes.

En Pekín, esos aparatos cúbi­cos, amarillos y negros, que tie­nen el tamaño de una pequeña lavadora, recorren desde hace días los caminos de la ciu­dad residencial Kafka, ante la mirada sorprendida de los transeúntes.

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A una velocidad de cerca de 3 km/h, transportan bebidas, frutas o patatas fritas desde un supermercado cercano.

“El punto débil es que no pue­den entregar paquetes direc­tamente en la puerta del piso como los repartidores huma­nos”, declara a la AFP una clienta encantada, que acaba de recibir un paquete de ana­cardos en este barrio de las afueras de la capital china. “Pero es práctico. El robot entrega los paquetes bastante rápido”.

¿Cómo funciona? A través de una aplicación para telé­fonos móviles, el consumi­dor selecciona los productos a entregar, indica su dirección y paga en línea. El empleado de la tienda coloca la mercancía en el robot, que llega en tres o cuatro minutos al pie de los edificios situados a unos 200 metros.

El destinatario solo tiene que pinchar en un enlace en su telé­fono para que se abra el male­tero del robot y poder recupe­rar su pedido.

En China, el mayor mercado mundial del comercio por internet, el 52% de los habi­tantes hace una compra con el móvil al menos una vez por semana, según un estudio de la empresa de consultoría PwC, frente al 14% del resto del mundo. Un fenómeno alen­tado por el espectacular creci­miento del pago con teléfonos celulares, mucho más desarro­llado que en Occidente.

“Pequeños caballos amarillos”

Los chinos solo tienen que uti­lizar sus móviles para recibir a domicilio, a veces durante el día, numerosos artículos: ropa, productos electrónicos, papel higiénico y también alimen­tos como aguacates, filetes de ternera o gambas congeladas.

“Actualmente, 100 millones de paquetes se entregan cada día en China. Esa cifra debe­ría alcanzar los 1.000 millo­nes en el futuro”, dice Liu Zhi­yong, presidente ejecutivo y fundador de Zhen Robotics, la empresa que fabrica los robots repartidores, apodados “pequeños caballos amarillos”.

“No habrá suficientes reparti­dores humanos. Se necesitará por tanto cada vez más robots para cubrir la falta de mano de obra y también para reducir los costes”, explica.

PARA EVITAR EL ROBO DEL APARATO

Pero, ¿cómo evitar que el robot sea robado o vandali­zado? “Con el GPS podemos seguir su rastro, las cámaras filman y el robot puede emi­tir una alarma. Y un ladrón no puede hacer nada con él, no se puede revender”, ase­gura Liu Zhiyong. Entre los clientes de la empresa está Suning, una cadena especiali­zada en la venta de produc­tos electrónicos y electrodo­mésticos, que tiene también una red de supermercados.

¿Tienen futuro esos apara­tos? Para Shao Zhonglin, ex vicesecretario general de la asociación china de reparto rápido, “pueden ser útiles en un pequeño radio de acción”. “No está claro, sin embargo, que puedan ser una solución a gran escala para el último kilómetro del reparto porque el cliente debe bajar a bus­car su paquete, y los costes siguen siendo altos”.

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