Se cumplieron 37 años del gran legado que el escritor paraguayo dejó en la historia de la literatura paraguaya y lo recordamos contando su vida.

Por Yesica Vera Zarza yesica.vera@gruponacion.com.py
Fotos: Gentileza

Teniendo en cuenta la información encontrada en varios libros, pero en particular en el libro Padre de la Novela Paraguayade Armando Almada Roche, la cronología de vida de Gabriel Casaccia decribe de la siguiente manera:

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Benigno Gabriel Casaccia Bibolini nació en Asunción el 20 de abril de 1907, fue abogado, periodista y literato. Hijo de Benigno Casaccia y Margarita Bibolini. Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de la Capital. En 1919 siguió el primero año del bachillerato en el colegio San José de Asunción. En tanto que de 1920 a 1924, siguió el bachillerato en el Colegio Carmen Arrióla de Marín, en Buenos Aires, comenzando otra vez por el primer año, por falta de equivalencia de los programas. En ése colegio permaneció 4 años, siendo el ciclo completo 5 años.

Luego, en 1925 por dificultades y trastornos económicos de su familia, no volvió a Buenos Aires para seguir el 5º año, por lo que su padre decidió que continuase en el Colegio Nacional de Asunción. Este año de estudios se volvió muy difícil porque el bachillerato en Asunción era de 6 años, las equivalencias de materias eran muy irregulares, por ejemplo, tenía materias aprobadas de unos cursos y en otros no. Este fue un año perdido y como su familia vio que los estudios se alargaban y complicaban, resolvió mandarlo a Posadas con Pedro Bibolini, que era cónsul paraguayo en aquella ciudad argentina.

Ya en 1926 sigue el 5º año del bachillerato argentino en Posadas, en el Colegio Nacional de esa ciudad. Como Pedro Bibolini era soltero, Casaccia vivía en el consulado con él y comía en casa del abogado Higinio Arbo, tío político de Gabriel, quien estaba casado con una hermana de su mamá.

Foto de Casaccia cuando joven.

Por su parte, Arbo era un exiliado político de la revolución de 1908 y quien finalmente le incitó a seguir los estudios de abogacía y en cuyo estudio jurídico trabajó sus primeros 7 años de profesión en Posadas.

Posadas: el destino

Vivió muchos años en Posadas, una ciudad muy parecida a algunos pueblos del Paraguay, por su tierra colorada, su vegetación, el río Paraná, su gente igual a la nuestra, su música, según el relato del mismo Casaccia. En dicha ciudad fronteriza, se dedicaba a la abogacía, donde tenía un estudio con otros colegas pero su labor más cautivante era escribir y fue ahí donde encontró los personajes para su novela Los Exiliados.

“Por Posadas pululaban los desterrados después de la Revolución del 47, se reunían en bares, y en cuanto lugar público había y soñaban con volver enseguida al terruño. Y así iban pasando los meses y después los años. Pero no se daban por vencidos... Algunos de estos personajes -los que pasarían a formar parte de mi libro Los Exiliados- se reunían en el mercado grande de Posadas, una especie de Mercado 4 de Asunción. Allí comían, trabajaban y prácticamente muchos de ellos vivían. En ése escenario peculiar, en esa especie de mercado persa, encontré los personajes a tiro de pájaro, por así decirlo. Se me presentaron solos, no tuve que buscarlos. Fue, creo, la primera vez en toda mi carrera de novelista que los protagonistas de un libro mío surgieron de la nada. Mi trabajo fue ‘retratarlos’, copiarlos de la realidad y llevarlos al papel. Desde luego que esa realidad la hube que trasnformar por medio de la imaginación, dar vuelta ‘las instantáneas’ y deslizarlos por un cauce realista pero no fotográfico, aunque parezca un contrasentido” mencionaba Casaccia en una entrevista.

Entre 1927 y 1930 comenzó la carrera de derecho en la Facultad de Asunción. Si bien eran 6 años de estudio más la tesis, su propósito era terminar la carrera en 4 años. En el primer año de estudios dio en noviembre todo el primer curso y en marzo el segundo, pasando al tercero. Su plan era dar parte del cuarto con el tercero y parte del cuarto con el quinto, restándole el sexto y la tesis para el cuarto año de estudios.

En 1930 el abogado Higinio Arbo fue designado embajador en el Uruguay, como conservaba su estudio en Posadas con un socio y quería mantener su control, le ofreció trabajar y practicar con su socio a Casaccia, siguiendo libre sus estudios universitarios, yendo a dar sus exámenes a Asunción.

Como Pedro Bibolini ya no estaba en Posadas, la familia que él tenía en ése entonces allí (donde comía y cenaba casi todos los días) era la del médico Juan Parola, casado con Sofía Bibolini, hermana de la mamá de Casaccia y de la esposa de Arbo. Eran los padres de Carmen Dora, quien resultó ser su prima hermana y con quien se casaría en 1940.

Gabriel Casaccia, considerado el fundador de la narrativa paraguaya contemporánea.

A finales de 1391, el socio de Arbo dijo que Casaccia no le era útil, que la profesión no le gustaba, sino la literatura (pretextos para quedarse solo). Arbo sin disgustarse prescindió del joven Casaccia en su estudio jurídico.

Fue en 1932 cuando Arbo fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores, durante la presidencia de José P. Guggiari (primo hermano de la madre de Casaccia y también de la esposa de Arbo) y al final del gobierno de Guggiari, la situación internacional con Bolivia se agravó y ya se hablaba de una guerra. Arbo designó a Casaccia Jefe de Gabinete en el Ministerio como una compensación por haber prescindido de su trabajo en el estudio de Posadas. Para ése entonces, Gabriel ya había terminado su carrera y le faltaba la tesis nada más.

Ya en el gobierno de Eusebio Ayala, Arbo no tuvo ningún cargo ni dentro del gobierno ni en el exterior, entonces se marchó a Buenos Aires, donde abrió otro estudio al mismo tiempo que atendía el de Posadas (que marchaba mal), hasta que tuvo que buscar otro socio.

El abogado

En el período de 1932 y 1933, Justo Pastor Benítez, quien era amigo de Casaccia y lo apreciaba mucho, fue designado ministro de Relaciones Exteriores y mantuvo a Gabriel en el cargo. En 1933, Casaccia pidió permiso para alistarse como auditor de guerra en la contienda con Bolivia y estuvo alrededor de 6 meses, para luego volver.

En 1934 Casaccia presentó su tesis y el 15 de octubre le dieron el título. Se especula que ese mismo año, Justo Pastor Benítez fue designado embajador paraguayo en Brasil y le ofreció a Casaccia llevarlo como secretario. En la misma época, Arbo también lo invitó a hacerse cargo de su estudio, ya que las cosas no iban bien con su segundo socio.

Luego de muchas cavilaciones, Casaccia optó por trabajar de abogado en el estudio de Arbo y en 1935 se fue a Posadas, donde permaneció, alternando su profesión con la literatura. Durante sus años en la ciudad fronteriza escribió El Guajhú, El Pozo, Mario Pareda y La BabosaEl Bandolero. En su periodo de Posadas 1930-1931 escribió y publicó(teatro).

Imagen del acta de casamiento que data de 1940, en Buenos Aires.

Al finalizar 1940, en diciembre se casó con Carmen Dora en Buenos Aires y en 1952 dejan Posadas para ir a vivir a Buenos Aires, donde el cambio y las complicaciones de la vida en la ciudad grande le distrajeron a Gabriel de sus tareas literarias hasta el punto que transcurrieron 10 años sin que publicase nada. En 1963 publicó La Llaga.

“Yo dejé Asunción y me sumergí entre el polvo y la mediocridad de Posadas, porque vi allí la posibilidad de labrarme una independencia económica más rápido y con más facilidad que en mi país. No podía ni soñar con ir a Buenos Aires, porque si bien hubiese estado en una capita importante, me hubiera sido muy difícil y duro el comienzo. Siempre tuve la impresión de que solo podría escribir libre de urgencias económicas y sin los apremios y problemas del diario vivir” dijo el escritor en una entrevista recogida por Almada Roche en su libro.

El matrimonio Casaccia Bibolini tuvo 2 hijos: Jorge Raúl, quien nació en 1946 y es ingeniero. En tanto que Gabriel Alejandro nació en 1955 y es abogado.

En 1960 viajó con Carmen Dora a París, invitado por el Pen Club, en donde se queda 7 meses y aprovecha para viajar por Italia, España y Suiza. Luego en 1973, viajaron a Estados Unidos visitando Nueva York y Miami, aprovechando además para visitar a amigos.

En 1980, viajaron nuevamente a Europa por dos meses. El 24 de noviembre, cerca de las 18 horas, Gabriel Casaccia muere de una trombosis cerebral en el Sanatorio Anchorena de Buenos Aires, ciudad en la que pasó los últimos 30 años de su vida, escribiendo y publicando. Según su última voluntad, sus restos fueron sepultados en el cementerio de su mítica Areguá.

Casaccia y Vargas Llosa con sus respectivas esposas, en Buenos Aires 1966, foto del libro "Gabriel Casaccia, el padre de la novela en el Paraguay", de Armando Almada Roche.

Casaccia como escritor

Todas sus novelas transcurren en ese pueblo tan entrañable por Casaccia: Areguá. “Todas, excepto Los Exiliados, están situadas en Areguá, un pequeño pueblo que yo llamo ‘el país de mi infancia’. Allí, solía pasar mis vacaciones en la niñez y aún en la adolescencia. Para mí ése pueblo tiene un gran poder evocativo y creativo. Efectivamente es mi Macondo” mencionó Casaccia en una entrevista que se cita en el libro de Almada Roche.

En cuanto a cómo deben ser los personajes de una buena novela, Casaccia había dicho que a su parecer los personajes de una novela, y más de una buena novela tienen que crearse y recrearse continuamente, desorientando con sus giros imprevistos al lector y al propio autor, sin que caigan en la extravagancia o en la exageración. Y que en ningún momento, ni siquiera al final del libro, debe el personaje estar terminado del todo, definitivamente, porque un ser concluso es como si hubiera muerto, aunque viva. “Como los seres de la vida, los seres de la fantasía sólo deben terminar definitiva y totalmente con la muerte. La mayoría de mis personajes me salen completamente de las manos, en el sentido de que su carácter y su destino no fueron los que yo quise” señaló.

Confesó además que le gusta escribir a mano siempre porque disfruta escuchando el ruido que hace la lapicera sobre el papel. “Escribo en cuadernos, o en hojas sueltas de máquina; blancas y nuevas. No puedo escribir en cualquier papel. A veces, cuando estoy en mi estudio, me viene una idea y tomo apuntes en cualquier hoja. Después lo paso a mi cuaderno. En cuanto a pasarlos en limpio es un verdadero suplicio. No me gusta pasarlos a máquina, me aburro y deprimo. Muchas veces le dicto a Carmen Dora, que escribe rápido, y después corrijo. Me gusta corregir lo pasado a máquina. Me causa gran placer corregir y corregir interminablemente. Luego viene de nuevo lo de pasarlo en limpio. Es todo un tema” argumentó.

Cuando le preguntaron si corrige sobre lo corregido dijo: “Además del gozo que me produce corregir, me preocupo mucho de que mi texto quede limpio; trato de sacarle impurezas, los ripios, como dice Borges. Uno procura siempre dejas lo más adecentado posible su trabajo. Una novela tiene que ser leída de corrido, no tiene que tener trabas; el lector debe ir como por un tobogán, deslizarse hacia el centro del libro sin ninguna clase de obstáculos. Si la lectura le tranca, por así decirlo, el libro no es bueno. Y para eso uno corrige -en mi caso hasta a veces quedarme casi sólo el título, es un modo de decir- interminablemente. Se busca el libro perfecto” había comentado.

Una carta enviada a su respetada amiga Josefina Pla.

Sus obras

El total de su producción literaria consta de diez títulos que incluyen 7 novelas, 2 colecciones de cuentos -El Guajhú, El Pozo, Hombres, mujeres y fantoches, Mario Pareda, Los Huertas, La Babosa, La llaga, Los Exiliados, Los Herederos y - y una obra de teatro en un lapso de 50 años: en 1930 apareció, su primera novela, luego (1940) su segunda novela, y en 1980 pocos días antes de su muerte, terminó el manuscrito de Los Huertas (novela publicada póstumamente en 1981), su último libro. Sus obras más importantes son 3 novelas: (1952), (1963) y (1966), dos de los cuales (La llaga y Los Exiliados) han sido premiadas en concursos internacionales. Su única obra no publicada en Buenos Aires, Los Herederos, apareció en España en 1975.

Los Exiliados obtuvo en 1966 el premio Primera Plana, instituido por esa revista para los narradores americanos de habla española. Se presentaron 64 novelas. El jurado, que otorgó su fallo por unanimidad a favor de Los Exiliados, estaba constituido por los escritores José Bianco (argentino), Emir Rodríguez Monegal (uruguayo), Mario Vargas Llosa (peruano) y Carlos Fuentes (mexicano).

Gabriel Casaccia había publicado anteriormente, además de algunos tomos de cuentos, las novelas La BabosaLa llaga(editada en francés por Gallimard), y(premio Kraft 1963, y que aparecería próximamente en alemán).

Bernardo Neri Farina, presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP).

Fundador de la narrativa moderna paraguaya

Para Bernardo Neri Farina, presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), Gabriel Casaccia significa la entrada del Paraguay en el mundo de la literatura con categoría universal.

“Ya con su libro de cuentos ‘El guajhú‘, publicado en 1938, en Posadas, Argentina, Casaccia sorprendió con un planteamiento narrativo desprovisto de toda ingenuidad, como se acostumbraba antes de él en el Paraguay. Pero fue con su novela ‘La babosa’, de 1952, con la que Casaccia erigió el edificio literario mayor del Paraguay. Roa Bastos afirmaba que antes de Casaccia, la novela y el cuento en nuestro país solo conocían esbozos y tentativas frustradas y que Casaccia fue el fundador de la narrativa actual por la fuerza y la coherencia de su mundo narrativo. Era una narrativa crítica, con un retrato social crudo como la realidad misma, donde no había héroes sino seres humanos con virtudes y defectos. Y en nuestro país hubo una reacción contra esa novela porque mostraba un Paraguay de decadencia moral que los paraguayos no querían ver” indicó.

El presidente de la SEP mencionó que el escritor pidió ser enterrado en Areguá. “Fue un pedido expreso de Casaccia, quien vivió en el exterior desde 1936 hasta su muerte en 1980, pero que siempre llevó al Paraguay, y específicamente a Areguá, en él. En el libro biográfico que escribió sobre él, Armando Almada Roche recuerda que Casaccia afirmó en una entrevista: ‘Cuando me muera quiero ser enterrado bajo el cauce del arroyo de Areguá, para sentir sobre mi pecho el frescor de su corriente’. Lastimosamente el gran Gabriel Casaccia está olvidado en el cementerio de Areguá. El suyo debería ser un mausoleo que fuera lugar de peregrinación cultural permanente de la juventud paraguaya” puntualizó.

Amigo de Casaccia

Por su parte, Miguel Ángel Fernández, poeta, crítico literario y de arte, ensayista y docente, quien fue amigo de Casaccia, comentó que el escritor quería mucho a su hermano César Alberto, quien era de su total confianza y el destinatario del volumen de Cartas a mi hermano.

“Recuerdo que los primeros en leer Los Exiliados fuimos su hermano y yo. El original de Los Exiliados, el mecanografiado. Otra persona a quien Casaccia apreciaba mucho es a Josefina Plá y el aprecio era mutuo” finalizó diciendo.

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