Antes de subir al escenario del teatro del Banco Central del Paraguay en diciembre pasado, Toquinho, uno de los grandes referentes de la Música Popular Brasileña, se tomó unos minutos para charlar sobre política, tecnología y por supuesto, música.

Texto: Patricia Benítez Rodríguez

Fotografía: Aníbal Gauto

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Aunque al nacer lo anotaron como Antonio Pecci Filho, no pasaría mucho tiempo para que el guitarrista del barrio Bom Retiro, de São Paulo, Brasil, se diera a conocer al mundo como Toquinho.

Corrían los años 60 cuando el joven artista iniciaba su camino en la Música Popular Brasileña, reconocida por el acrónimo de MPB. Tenía solo 17 años cuando de la mano de Chico Buarque empezaba a componer, a grabar y a viajar por el mundo para tocar. Esta primera experiencia lo llevó hasta el poeta —como le gusta referirse Vinícius de Moraes— y también hasta María Creuza, la intérprete junto a quien en diciembre pasado brindó un concierto en Asunción.

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Del espectáculo participó como invitada especial la guitarrista paraguaya Berta Rojas, quien además de interpretar con Toquinho la canción Recuerdos de Ypacaraí, acompañada de María Creuza regaló al público una sutil versión de Samba em prelúdio, entre otra obras.

Con 72 años, cerca de 85 discos grabados y más de 450 composiciones musicales, Toquinho no descansa, al contrario, toca todos los días y se declara eterno aprendiz.

¿Alguna vez pensó que llegaría a convertirse en una leyenda de la MPB?

Una persona que no tiene sueños no vive. Yo siempre viví los momentos, la época que estaba viviendo, nunca tuve ansiedad. Cuando se proyecta mucho el futuro, viene la ansiedad, porque las cosas nunca son como imaginas. Siempre viví aprovechando todas las oportunidades y estudiando mucho, como hasta hoy, toco la guitarra todos los días.

Yo creo que sin placer realmente la vida no va a ningún lado. La relación de pareja o el trabajo tiene que tener amor y ganas de mejorar siempre. Y también humildad, porque sin humildad no se aprende nada. Cada vez que veo a un joven tocar la guitarra presto atención, porque no se puede subestimar a nadie, ni a ninguna situación. Vivo como un eterno aprendiz, haciendo las cosas que me gustan y también aprendiendo a decir “no”, porque eso te protege mucho.


¿Le costó mucho aprender a decir que no?

No es fácil y a veces tienes que decir que no a una persona que te gusta. En muchas situaciones piensas: “ahí no voy”, “eso no quiero para mí” o “no voy a hacer este show”. El “no” es una pérdida siempre, decir “no” es estar perdiendo o dejando de hacer cosas que pueden hacerte mal. Esa actitud valiente de decir “no”, quiere decir dejar de hacer una cosa de la que tienes certeza que no te va a hacer bien.

Eso se aprende con experiencia, con la seguridad de saber lo que quieres, tras haber vivido para saber qué te hace mal.

¿Cree que hoy en día existen jóvenes referentes de la MPB?

No. Existen talentos, como siempre van a existir. El problema es que no puede haber otra como mi generación, porque el Brasil es otro. Nosotros venimos de otro Brasil, no como este. Toda esta situación que vivimos hace poco tiempo, de corrupción, de crímenes, de violencia… ¿Qué generación va a surgir de ahí? Mi generación viene de un Brasil distinto, de Juscelino Kubitschek, del nacimiento de Brasilia, del cine nuevo, de Glauber Rocha, de Oscar Niemeyer, de Jobim y de Vinícuis, de un Río de Janeiro bellísimo, sin agresividad, donde se podía caminar por las calles y disfrutar de la belleza natural. Nosotros teníamos una influencia del rock muy grande; de Little Richard, The Beatles y Elvis Presley, y optamos por la música brasileña porque era nuestro Brasil el que forjó esta generación. Somos resultado de un tiempo, de un país.

¿A qué artistas escuchó a la largo de su carrera?

A muchos. Little Richard, Elvis Presley, Beatles; Paul McCartney es un compositor que me encanta. También Stevie Wonder, que hace temas sintéticos y muy buenos. Chet Baker, que ya hacía bossa nova —e influenció a João Gilberto—; My funny Valentine era bossa nova. También Ella Fitzgerald, Billie Holliday y Ray Charles. Son ídolos muy carismáticos, personajes muy fuertes.

En Brasil, João Gilberto fue el ídolo de mi generación. Él es la bossa nova.

¿De qué manera escucha música?

Oigo poca. En la radio oigo más noticias. También oigo discos, pero más me gusta tocar con grandes músicos, improvisar.

¿Cómo se lleva con la tecnología?

La tecnología es necesaria, pero creo que hay peligro de que pueda dominar al ser humano. Por eso, debemos poner a la tecnología en función de nuestra comodidad, talento o profesión, pero hasta un punto donde los protagonistas seamos nosotros, no la tecnología. Pero me llevo bien con ella.

¿Utiliza redes sociales?

No me gustan porque me parecen una cosa muy vieja. Hace poco oí a un comunicador dando una entrevista, hablando de las redes sociales. Dijo una cosa con la que estoy de acuerdo: que las redes sociales se parecen a aquella vieja de la ventana que ve todo y comenta con todos. La sensación que se tiene es que cada uno quiere saber primero la novedad para tener la satisfacción de hablar con otras personas.

Tengo redes profesionalmente, pero no me gusta comentar nada de lo que hago. ¿Qué interesa dónde estoy comiendo? ¿Qué estoy haciendo? A mí no me interesa saber de nadie, qué está haciendo, a dónde va, etc. Para eso no me gustan las redes sociales, pero a pesar de eso, son muy fuertes, la política brasileña cambió por las redes sociales.

¿Cree que las redes sociales tienen el mismo peso que los medios tradicionales?

Creo que más. Son muy fuertes y muy peligrosas. ¿Por qué? Porque lo idiota tiene voz, tiene el mismo espacio de una persona inteligente. Entonces es muy peligroso, todos hablan, tanto los imbéciles como las personas interesantes. Y se dicen muchas mentiras, hay fake news, etc. Son muy peligrosas las redes sociales, pero son una cosa con la que no se puede hacer nada. No hay retroceso.

¿Cómo ve la reciente victoria de Bolsonaro?

Bien. Brasil entró en estos últimos años en una corrupción muy grande, enorme. Me parece que Brasil se quedó sin límites. Por ejemplo, si vas a Europa, las cosas funcionan porque tienen límites. Brasil se quedó sin límites. Y puede ser que este gobierno tenga una función importante respecto a la corrupción, con el ministro Sergio Moro, que investigó el Lava Jato y arrestó a tantas personas importantes, algo que nunca se vio en la historia de Brasil, fue la primera vez: presidente preso, gobernadores. Esa impunidad que había y que todavía existe, creo que está disminuyendo muchísimo.

Ahora, no sé si este gobierno de extrema derecha pueda causar algún daño. Puede ser que sea útil en este momento de Brasil, no para perpetuarse. En este momento quizá tiene una utilidad, no sé, vamos a ver con sus primeras actitudes. Ojalá tengamos situaciones positivas, solamente el tiempo dirá.

Yo no soy pesimista en relación con Brasil, que es un país muy grande, muy fuerte. Es como muchos países en uno solo, no es fácil para un presidente administrar todo eso. Tenemos que estar a favor, tiene cuatro años. Yo soy un poquito apolítico en esas cosas porque vi tantas cosas feas en los últimos años, pero tenemos que intentar encontrar un camino para mejorar.

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