El arquitecto reflexiona acerca de los desafíos de la paternidad actual: hallar tiempo real para crear memorias, mantener la integridad en la era de las redes sociales y dar importancia a lo intangible.

Por: Jazmín Gómez Fleitas

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Fotos: Nath Planás

Producción: Juan Ángel Monzón

El 2018 es un año importante para Aldo Cristaldo (41). No solo cumple 13 años al frente de Bauen, su estudio de arquitectura, sino que también celebra esa misma cantidad junto a su esposa, Jazmín Cattoni (40). “Este año estamos lanzando una nueva división en Bauen: 13, que será un departamento de investigación en donde vamos a darle más rienda suelta a las ideas que venimos planteando. En algunos casos, auspiciándonos nosotros, en otros, buscando mecenas que nos permitan hacer nuevas probetas y nuevos laboratorios de arquitectura. Así también, Bauen coincide con el año en que me casé con Jazmín”, empieza contando.

Cristaldo siempre fue de la filosofía de tener muchos hijos, porque tiene amigos con familias numerosas cuyas relaciones admira. “Quería tener más de seis hijos si era posible, era lo que hablábamos, bueno, Jazmín no”, dice entre risas, “sin embargo, con el día a día y con la experiencia, decidimos llegar a tres y ahí quedamos. Tenemos a Lara (10), a Sol (7) y a Achi (5). Mi señora proviene de una familia de varios hermanos, son cinco, y 9 tíos. En la mía somos cuatro hermanos, que dimos 12 nietos. Esas familias grandes me gustan muchísimo, son espectaculares. Cuanto más integrantes, lógicamente más diversa es la familia y da más gusto. Aunque también creo que al día de hoy, con nuestra forma de vida, es casi hasta prohibitivo tener muchos hijos por una cuestión de falta de tiempo”, reflexiona.
¿Cómo es la vida después de ser padre?
Ser padre te cambia la perspectiva total de la vida. Si te analizás antes de tener un hijo y después de, es como que realmente después entendés el por qué estamos acá. Para mí es así. Recién cuando se tiene un hijo uno se da cuenta por qué el ser humano está en la Tierra. Es la función más noble, y probablemente, la más importante que podamos cumplir los seres humanos. Es como que entendés los propósitos.
Antes de tener un hijo estás concentrado en vos de manera distinta, y después, seguís concentrado en vos, pero con una visión diferente porque estás tan comprometido con tu descendencia, que tenés que cuidarte íntegramente para poder cuidarlos. Esa perspectiva y esa forma de ver las cosas hace que te sientas una persona totalmente diferente antes y después de los hijos.
¿Es ahí cuando se empieza a hablar de legado?
¡Sí! Es increíble, porque a mí me pasa que los niños son como unos contralores. Ellos son los jueces más grandes que tenés. Estás permanentemente en la mira, no adrede de su parte, pero yo me siento así, monitoreado por ellos. Y lo que les puedo dejar el día de mañana es algo que recuerden y que los lleve a decir “mi papá se portó de esta forma”; algo que les permita hablar bien y tener una referencia del papá que hayan tenido. Ese es un compromiso grandioso, que si lo pensamos de esa forma, estaremos permanentemente motivados a hacer bien las cosas. Todo lo que hagamos, bien o mal, heredamos a nuestros hijos. Así que cuánto mejor actuemos, mejor para ellos, por el legado que les podremos dar.
¿Estuviste presente en los tres partos?
Sí estuve, pero realmente no miré absolutamente nada porque me impresiona tremendamente el tema. Jazmín tuvo tres cesáreas, eventos que para mí fueron imposibles de ser presenciados. Estuve mirando a la pared, no la situación, y saqué fotos justo en el momento en que los tres salían, pero lo hice sin mirar a la cámara, extendiendo el brazo no más. Con Jazmín queremos hacer una edición de esas tres fotos, convertirlas en una sola.
Para mí no fue para nada una experiencia linda el tema de la operación, después sí, pero el tema del parto no. Estuve al borde del desmayo; creo que ahora ya no les dejan entrar a los papás porque se desmayan todos (risas). Yo fui uno de los que generó eso seguramente.
¿Cómo te organizás para compartir tiempo de calidad con ellos?
Siempre almorzamos y cenamos todos juntos. Mi señora se encarga de llevarles y retirarles del colegio. Yo estoy de apoyo, pero cuando pasa mucho tiempo de no buscarles, me exigen que lo haga. Sí ocurre que Sol y Achi me acompañan cuando tengo torneos de ex-alumnos, y tenemos ese momento. Los fines de semana tratamos de estar el mayor tiempo posible todos juntos.
¿Te acompañan a la oficina?
Se van muchísimo a la oficina. No tanto como me gustaría, pero sí van. Y ahí les conocen todos, hasta a nuestro perrito Yoda. Hacemos muchos asados y vamos todos juntos en familia. Les encanta ir.
Ellos saben que hago casas, y como ahora justo hay una obra al lado de nuestra casa, suelen ir a verla conmigo. Los tres saben lo que hacemos, tanto mi señora (odontóloga, igual que mi mamá y mi hermana), como yo.
¿Cuáles son tus mayores desafíos con la crianza?
Una de las grandes limitaciones que uno tiene hoy como padre, y que tiene que tratar de vencer, es el tema tiempo. Tener y dedicarle tiempo real a los hijos, no solamente estar. Esa es la cosa más limitante que, al menos yo siento que tengo, para poder estar con ellos. No tengo o no me hago de suficiente tiempo.
Y el desafío es enorme. Como está dada la sociedad actual, con las redes sociales y la información, todo vuela tan rápido que nuestra vida íntima y nuestra conducta está muy expuesta. Anteriormente era como que se podían disimular las cosas, hoy estamos mucho más expuestos, por no decir controlados. Eso significa que tenemos que ser lo más transparentes posibles, serios, honestos. Entonces, el desafío es realmente ser, no aparentar. Tenemos que ser buenas personas. Ese es el desafío de ser padre: convertirte cada vez en mejor persona, entrar a ese proceso de que si hoy estás en un lugar, mañana serás mejor. Como humanos cometemos errores todos los días, pero no debemos retroceder.
Otro desafío es también el de entregarles a nuestros hijos mejores cosas de las que nos dieron a nosotros. Entiéndase eso como una mejor sociedad, un mejor planeta, hasta desde el punto de vista ecológico, el de hacer un planeta más sostenible. Si a nosotros nos entregaron un poco mal algo, debemos entregarlo bien. Siempre entregar mejores las cosas a como las hemos recibido.
Un principio que también lo tenés presente en la arquitectura.
Sí. Todo se concatena. Realmente la arquitectura en mí, y muchas cosas en mi vida, se fueron dando de manera fortuita. Siento que hay una persona que va guiando mis pasos, algo que parecería que se da en teoría de manera fortuita, pero es alguien que me llevando de la mano y me está haciendo hacer cosas que no pensaba que iba a hacer. Eso fue un poco con la arquitectura, con encontrarle a mi señora, con tener la familia que tengo y con el hecho de ser arquitecto. Con Jazmín perseguimos los mismos ideales, aunque lo hagamos desde diferentes profesiones. Además tenemos familias muy afines y todo eso nos ayuda muchísimo en la relación de la pareja.
¿Que atesorás de tu papá?
De mi papá tengo el ejemplo, de mis padres en realidad. Sus conductas me marcaron y eso me permite decir hoy “ellos son así, yo tengo que ser mejor”, ponérmelo como una meta. Y si no es mejor, ser igual al menos, porque ellos son excelentes. Con la sola idea de ser igual ya me siento demasiado conforme. Lo único que no me puedo permitir es ser menos que ellos, con ese ejemplo de vida me han marcado. Las acciones son más importantes que las palabras, y lo de dejar las cosas mejores de como las hemos encontrado es algo de lo que siempre hablamos con papá. Me siento súper privilegiado por poder hablar así de mis padres, y eso es lo que les quiero dejar a mis hijos. El dinero va y viene, pero la conducta es un honor y mi papá, don Luis, es todo un señor.

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