A sus 35 años, es la ganadora del premio Moira Gemmill a la Arquitecta Emergente—otorgado en Londres, en el marco de la celebración Women in Architecture Awards 2018— y una de las jóvenes referentes de la profesión en el mundo.

Por: Jazmín Gómez Fleitas
jazmin.gomez@gruponacion.com.py
Fotos: Nath Planás
Estilismo: Matías Irala
Producción: Juan Ángel Monzón

De padres paraguayos, Gloria nació en San Pablo, Brasil y a los seis años regresó a Paraguay. “Mis padres, Enrique Cabral y Ema Insaurralde, se fueron del país porque mi papá estaba en el equipo que construía la represa de Itaipú, y lo trasladaron allí. Vivieron 10 años allá y de los cuatro hermanos que somos, las dos menores nacimos allá. Cuando volvimos, teníamos la opción de elegir la nacionalidad. Cambiaron muchas veces la política de sí tener dos nacionalidades o de solo una, y mi papá nos dijo que nosotros éramos de Paraguay, que nuestras raíces estaban acá, pero que eso no era tan importante, que en realidad si nosotras queríamos éramos de Brasil también, o podíamos ser del mundo. Hoy creo que entiendo mejor esa frase, porque cuando viajo o me toca conocer personas de otros lugares, trato siempre de encontrar las coincidencias”, explica Gloria.
Su pasión por la profesión, por una arquitectura que construya sociedades y no objetos, se dio a conocer al mundo algunos años atrás. Pero, ¿cómo fue que inicialmente dio con ella? Al terminar el colegio le encantaban las matemáticas pero estaba indecisa entre Arquitectura o Medicina. “Ahora me doy cuenta que, por suerte, elegí arquitectura. Porque veo sangre y me desmayo —ríe—, me da un poco de vergüenza esto, porque sucede cada vez con mayor frecuencia”.
Sin embargo, todo empezó antes, había crecido entre las herramientas de trabajo de su madre. “Mi mamá había estudiado decoración de interiores. Mi juguete era su escalímetro y desde ahí ya andaba cambiando las escalas de las cosas. Para mí era como un juego”, recuerda. Más adelante, lo que más disfrutaba se unió a su habilidad con las matemáticas y así ingresó a la Universidad Nacional de Asunción (UNA) para estudiar arquitectura.
Alrededor del tercer semestre de la carrera, cuando se cuestionaba acerca de por qué realmente estudiaba allí, y crecía en ella la idea de abandonar la carrera, escuchó una charla del arquitecto Solano Benítez que cambió su perspectiva y la hizo exclamar “he vendido mi diablo al alma” (frase que, aclara, pertenece al escritor y cineasta Alejandro Jodorowsky). “Entiendo por qué es importante seguir arquitectura cuando comprendo que desde todas las disciplinas se puede hacer una transformación social. Si nos enfocábamos en hacer una casa más linda que la otra o en que tenga el último mueble de la tendencia, no tendría sentido. Sin embargo, si desde nuestra disciplina podíamos hacer ese cambio social, tenía todo el sentido del mundo seguirla”, recuerda.
Encontrar el camino
Luego de haber escuchado esa charla que cambió el rumbo de su vida, Gloria se trazó un objetivo: trabajar con quien la había inspirado. “A partir de ahí le decía a Solano ‘quiero trabajar’ y él siempre me respondía ‘ahora hay demasiada gente’ o ‘ahora mismo no se puede aún’, hasta que me tocó la oportunidad de ser pasante en la oficina (Gabinete de Arquitectura). Tiempo después se da la oportunidad de ingresar como socia minoritaria junto a otras personas. Cuando eso sucede, aún me quedaba un año y medio de facultad. Agarré todas mis materias pendientes y las estiré, cosa que, por supuesto, era una locura para mis papás porque lo único que querían era que todos sus hijos se recibiesen”.
Ya fascinada con su trabajo, el año y medio que le faltaba para culminar sus estudios universitarios se convirtió en tres. Pero eso no era un problema, porque ella estaba segura de que quería trabajar en el Gabinete. Allí, su primer trabajo fue el proyecto de la casa de la madre de Solano, en la cual ahora funcionan las oficinas del estudio de arquitectura.
Unas escaleras descienden y llevan directamente a un área casi subterránea que alberga a las oficinas. Nuestra conversación inicia ahí y luego subimos a la superficie por una escalera retráctil, que conduce a la sala-comedor. Allí, me cuenta Gloria, todos comen en grupos de a cinco, y emergen cuando escuchan una voz que los llama: ¡los de abajo! Almuerzan en compañía de “la abuela”, lo cual también los anima a cortar toda conversación laboral para compartir con ella.
En la actualidad, Gloria es socia titular de Gabinete de Arquitectura, el estudio que la vio caminar primero y que ahora ella también custodia. Su trabajo se describe en páginas webs internacionales como impulsado por una profunda convicción en el trabajo colaborativo y en la experimentación de los materiales y el espacio, implementando una economía de recursos acorde al contexto en el que se encuentra.
Del corazón de América al mundo
En el 2010 ganó el primer premio de la Bienal Panamericana —en la categoría de Rehabilitación y Reciclaje— como responsable del proyecto del Centro de Rehabilitación Infantil Teletón. En el 2014, obtiene la oportunidad de participar en un programa de mentoría internacional, de nada menos que la marca Rolex.

Recibí un mail que decía ‘Rolex te nominó a ser la protegida en su programa…’ y yo pensé esto es spam —risas—, no conocía el programa. Unos días después me llaman por teléfono y ahí me invitan a enviar unos documentos, un portfolio”. Este programa de Mentor y protegido se hace en siete disciplinas (danza, música, cine, literatura, artes visuales, teatro y arquitectura) y para cada una se elige un referente internacional como mentor. El año que le tocó a Gloria, fue el arquitecto suizo Peter Zumthor. La organización cuenta con un equipo seleccionador en todo el mundo, el cual se encarga de ver quién tiene una chispa, quién es una promesa a nominar como protegido.

Para la elección final se conforma una terna en cada categoría, pero en Arquitectura había cuatro postulantes. Gloria quedó junto a una egresada de Harvard, otra de la IMT y uno más que trabajaba en Nueva York. “Fue simpático porque tiempo después me entero que los mentores suelen pedir alguna cosa específica de sus protegidos. Peter no pidió nada en particular, sólo que quien saliera elegido hablara inglés. ¡Yo no sabía nada!”.
Un 2 de marzo Gloria viajó a Haldenstein, Suiza, para realizar la entrevista con Zumthor, traductor de por medio. Y al día siguiente, fue anunciada como su protegida. Antes de iniciar el programa, le pagaron un mes intensivo de inglés para que pudiera comunicarse sin barreras. Durante un año dividió su tiempo entre Suiza y Paraguay. Un mes en Asunción, otro en Haldenstein, para trabajar juntos en un proyecto que consistía en una capilla de té en Corea del Sur. No les alcanzó el tiempo para terminarla, pero Zumthor la invitó a continuar, algo que finalmente no se dio debido a que no obtuvo la visa de trabajo. Lo más genial de todo sin embargo, fue el lazo que crearon, y que hasta hoy se mantienen en contacto.
En el 2016, junto a sus socios de Gabinete Arquitectura, Gloria obtiene el León de Oro de la Bienal de Arquitectura en Venecia a la Mejor participación en la muestra internacional. La Bienal de Venecia es la más importante del mundo, para hacernos una idea.
Este 2018 que acaba de iniciar, Gloria fue ganadora del premio a la Arquitecta Emergente en el Women Architecture Awards 2018, otorgado por la revista Architectural Review.
A finales del año pasado, Gloria había regresado a Londres para vivir la experiencia de un mes intenso de aprendizaje del idioma. Estando ahí, recibió la llamada de una de las coeditoras de la revista arriba mencionada. El contacto venía para hacer una publicación sobre ella y su trabajo, pero también contarle que todas las mujeres arquitectas publicadas en esta edición especial de marzo, participaban por el premio Women in Architecture, y que ella calificaba tanto para la categoría Emergente como para Mujer del año.
Decidió aplicar por la Emergente y grata fue su sorpresa cuando le avisaron que debía tener una entrevista con el jurado el 2 de marzo, ya que al día siguiente se anunciarían las ganadoras. Su mamá viajó con ella y no hubo ni cancelación de trenes o escasez de taxis que la impidieran llegar a hora a la entrevista. Su presentación tenía 74 diapositivas (cuando la recomendación era 8) y no había llevado su exposición por escrito. Tenía 7 minutos para hablar y luego el jurado (compuesto por 10 personas) le haría un par de preguntas, lo cual, podía extenderse como máximo a media hora en total.
La media hora se convirtió en hora completa donde la escucharon e hicieron preguntas. Ella, preocupaba, preguntaba constantemente a lo largo de su explicación: “¿Continúo?”.
Su exposición fue independiente de las imágenes que integraban las diapositivas, pero cuando el jurado explicó por qué le otorgaban el premio mencionaron que era por la pasión que tenía por su trabajo y por lo contagiante que resultaba.

Ahora se nos empiezan a abrir las puertas afuera (para el Gabinete). Mucho tiempo estuvimos acá sin trabajo o pasamos por altibajos, y en muchos momentos nos fue difícil continuar creyendo en que llegarían las oportunidades para trabajar en lo que soñamos. Y ahora estamos con mucho trabajo nacional pero también con propuestas interesantes afuera. Nos contrata una fundación para preparar el espacio de una exposición en París y la misma semana empezamos a trabajar para la Villa 31 en Argentina. También en Oaxaca, para el artista Bosco Sodi. Y también somos parte de un grupo multidisciplinario que se reúne con el urbanista español Salvador Rueda. Él es biólogo inicialmente, después estudió Psicología, Sociología y Urbanismo. Sus estudios van a transformar cómo ver la sociedad actual”.

El día que Gloria tuvo la entrevista tras la cual fue seleccionada para el premio, llevaba puesto un abrigo con la frase Work in progress (trabajo en proceso). Se la puso porque representaba su sentir, y por si se le olvidaba, sólo tenía que mirar el abrigo para recordarlo. “Esa frase no sólo se ajusta a mi persona sino a nuestro trabajo. Va avanzando, mejorando, adaptándose a una u otra situación y todo es parte de un mismo proceso”.

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