La palabra feminismo se ha empoderado de los medios, escenarios y expresiones artísticas. ¿Pero cuál es el grado de impacto que tiene hoy en día dentro del entretenimiento?

Por: Matías Irala

Año 1996. Cinco mujeres con diferentes estilos asaltaban los escenarios con intenciones de conquistar a las masas bajo el título de Spice Girls. Su canción Wannabe fundamentaría un precedente único en la colectividad popular al mostrar la singularidad de cada una de las integrantes que alzaban en sus canciones una corriente que ellas mismas bautizarían como girl power.

El slogan parecía suficiente como para poder sucumbir frente al fenómeno de las Spice Girls a pesar de ser consideradas como una banda de pop sintético sin muchas aspiraciones más que la de escalar en los charts musicales. Entonces, ¿por qué considerarlas como un fenómeno feminista?
Para algunos la particularidad de las cantantes, el uso descarado de ropa de segunda mano como contrapunto al concepto de “glamour” propio de las bandas ligadas a este estilo, sumado al carácter único que presentaban durante las entrevistas, obedecen a un neofeminismo que lejos de inclinarse simplemente a la interpretación ideológica del tema busca desde el convencionalismo, unificar elementos de empoderamiento femenino.
He ahí que las niñas en los 90 buscaban en el patio del colegio luchar por ser alguna de las Spice Girls bajo el pretexto de examinar la personalidad que más se ajuste a la suya de acuerdo a las características de las cantantes, convirtiendo la imagen de estas en una suerte de impronta femenina.
Los 90: La era de las mujeres en la televisión

Pero la música de las Spice Girls no fue el único detonante en los noventa con el sello girl power, la televisión también gestó curiosos personajes capaces de representar una visión distinta sobre el papel de las mujeres en diferentes escenarios.

Una de ellas fue la actriz Gillian Anderson, de la serie Expedientes Secretos X, donde personificaba a la doctora Dana Scully. El papel de Anderson representó un nuevo arquetipo de mujer independiente alejada del papel de víctima al cual estábamos acostumbrados a ver dentro de las series de acción.

Dana abrió profundas grietas dentro de la cultura pop al plantear temas como la prioridad del éxito laboral antes que la realización de una familia o el debate sobre la metodología científica a la hora de enfrentar determinados sucesos.
El escepticismo de Scully inspiró a muchas mujeres a buscar dentro del personaje la excusa perfecta para inclinarse a estudiar las respuestas lógicas que atañen a la existencia humana, sus emblemáticas frases dentro la serie tocan la sensibilidad del espectador sobre la interpretación personal que cada uno otorga a la concepción de la espiritualidad.

¿Quién no recuerda a Buffy Summers? La joven que luchaba contra el mal bajo la etiqueta de “la cazavampiros”. La aparición de Buffy en la pantalla chica, interpretada por Sarah Michelle Gellar, demostró una concepción totalmente distinta al papel de heroína al cuestionarse ella misma sobre su posición como tal en un mundo plagado de maldad. “¿Por qué debo sacrificarme?” Consulta la joven Summers en un capitulo al ser presionada sobre su desempeño.

La insatisfacción del personaje sobre su papel como elegida demuestra las desventajas por las que atraviesan las mujeres al no poder simplificar ciertos contextos del día a día por temor a herir la susceptibilidad del entorno social. ¿No son acasos las mujeres víctimas de la desigualdad social? La respuesta es sí y la joven Summer era consciente de este escenario al tener que lidiar con numerosos casos de agresión o peleas en donde su rol de mujer era ampliamente debatido por sus adversarios.
Una peculiaridad de la serie -emitida entre 1997 y 2003- fue el carácter humanista de Buffy. Una norma general del terreno de ficción es la idea de reducir que una mujer con “poder” no puede adjudicarse ningún tipo de equivocación, siempre debe hacer lo que es correcto y debe pensar en función a eso. Buffy rompe con esta regla, al mostrar en numerosos capítulos una infinidad de desaciertos, evidenciando que su faceta de heroína también está desdibujada ocasionalmente por los malestares típicos de una joven adolescente.
Haciendo un recorrido por la serie encontramos otros pilares femeninos de gran carácter. Joyce (Kristine Sutherland), la madre de Summers, es una mujer divorciada que saca a flote a su familia de manera independiente. Willow (Alyson Hannigan), su mejor amiga, es una criatura sensitiva aparentemente tímida que abre el primer debate televisivo respecto al amor entre dos mujeres y la posición intelectual de estas en una sociedad dominada por hombres.

Otra mujer capaz de subvertir los límites respecto al formato del héroe clásico fue la serie Xena, la princesa guerrera. La imagen de la guerrera fundamentó un acercamiento sincero de las espectadoras con un tipo de mujer fuerte, capaz de transgredir desde el título el denominador “princesa” al no reunir la construcción estética tradicional que caracteriza a alguien de este rango.

Xena fue el primer contacto “pop feminista” al cual estuvieron expuestas niñas y jóvenes, cimentando la imagen de una mujer valiente, fuerte y resistente a los golpes físicos de sus adversarios y naturalizando el discurso de que una fémina puede ser una excelente contrincante independientemente a su género.
¿Por qué es tan determinante el papel de Xena en la historia del entretenimiento? Por ser la primera serie en mostrar una lectura distinta sobre la mujer en una sociedad dominada por hombres, una heroína que desde el mito y la historia logra convertirse en emblema para muchas mujeres en la contemporaneidad, su fantasía no cambió el mundo pero sí permitió cambiar ciertos resortes sobre el protagonismo de las mujeres dentro de la ficción.
¿El futuro pop se muestra feminista?

Desde que Beyoncé saliera en los premios MTV y un panel luminoso rezara en letras brillantes “FEMINIST” para posteriormente entonar un discurso de la cantante nigeriana Chimamanda Adichie sobre los estigmas que rodean a las mujeres, la cultura del entretenimiento parece doblegarse a una nueva era feminista.

Actrices como Emma Watson exhiben su nostalgia por abrazar el costado político que caracterizaba a las personalidades femeninas de antaño. Preocuparse por la libertad de sus pares que aún sufren los malestares de una sociedad retrasada en materia de igualdad no es un debate, es una necesidad actual.

Reformular el feminismo en la cultura del entretenimiento tiene dos aristas. ¿Cuáles son? Las Spice Girls, en su momento, permitieron interpretar la femineidad a través del emblema girl power; pero otras las acusan de que solo lograron trivializar el término ligando el empoderamiento femenino al consumo masivo de elementos mercantiles, para justificar la “individualidad”.

Para algunas pensadoras una ideología basada sobre el consumismo nunca va a ser un movimiento social revolucionario, el hecho de aparentar serlo es lo que demuestra el costado peligroso de este discurso pop.
 

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