COMENTARIO

Por Ricardo Rivas, corresponsal en la Argentina

El ex embajador argentino ante la Organización de los Estados Americanos (OEA); en el Reino de España; y, en Brasil, en esta última misión cuando gobernaban la Argentina Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015), Juan Pablo Lohlé, sostiene que “la situación argentina es demasiado complicada” como para que el candidato por el Frente de Todos, Alberto Fernández haga campaña electoral en el exterior.

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Lohlé, con medio siglo de militancia en el Partido Justicialista (PJ), considera también que las campañas presidenciales en el exterior se deben realizar “cuando los candidatos son pocos conocidos” y, mucho más, cuando “la Argentina no ha dado explicación de sus comportamientos durante los últimos 15 años”.

En ese contexto, el embajador Lohlé cree que “parece difícil” llevar la campaña al exterior porque “el mundo está esperando saber qué hará la Argentina” y el candidato “no sabe con qué se encontrará” en el caso de que, finalmente, resulte elegido.

La economía de este país carece de fuentes de financiación para un gasto público que excede exponencialmente los ingresos; su sistema productivo solo ocupa –en promedio- alrededor del 58% de la capacidad instalada; la inflación se acerca al 62% anual, según coincidentes analistas privados; las reservas en el Banco Central están por debajo de los US$ 48.000 millones; la pobreza llega a 34%; la desocupación al 11%; y, por unanimidad, los parlamentarios declararon por ley la “emergencia alimentaria” hasta el 2022. A esos indicadores, por cierto, se agrega la incertidumbre política creciente que generan tanto el actual presidente y candidato a la reelección, Mauricio Macri como el ya mencionado Alberto Fernández con sus profundos silencios.

En el caso de Fernández, la falta de señales concretas es de mayor dramatismo porque, desde que triunfó en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) es significado como el ciudadano que será el próximo Jefe de Estado, a partir del 10 de diciembre. En el mejor de los casos, la etapa del esclarecimiento sobrevendrá desde las primeras horas del venidero lunes 28 de octubre, cuando emerja el nuevo gobierno que el sentido común coincide en pensar que será responsabilidad de Alberto F., que poco expresó hasta el momento sobre la que podría ser su política exterior.

Tres nombres circulan aquí como posibles para ocupar el Ministerio de Relaciones Exteriores: el diputado y ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá; el ex embajador en los Estados Unidos, Jorge Argüello; y el ex canciller Jorge Taiana. Todos peronistas, aunque con visiones estratégicas marcadamente diferenciadas.

Solá, ingeniero agrónomo, quien acompañó a Fernández días atrás cuando viajó a España y Portugal y, al parecer, en horas más será parte de su comitiva cuando viaje a Bolivia y Perú, según coincidentes fuentes peronistas, “cuenta con nutrida y exitosas gestiones parlamentarias y ejecutivas, pero no se le conocen actividades vinculadas en forma efectiva con la política exterior”.

Lohlé destaca que “Argentina en el exterior ha perdido dos ejes centrales: credibilidad y confianza” y, desde esa convicción, considera que los viajes de Alberto Fernández no son recomendables. “El mundo estaba esperando que Macri diera vuelta la situación y no lo pudo hacer”, en consecuencia “desde el exterior, no pudo superar al peronismo y fracasó en el intento”.

Respecto de las informaciones circulantes que asegura que Fernández apuntará a reactivar la UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas) con los gobierno progresistas de la región, Lohlé enfatizó, en tono de crítica, en que “la Argentina está muy partidizada en su politica internacional y, por esa razón, hace política con los partidos de otros países y no con los países como también lo intenta el presidente Macri con la construcción del PROSUR”.

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