Las Misiones Jesuíticas de Santísima Trinidad, patrimonio de la humanidad desde 1993, transmite un legado que ha sido fundamental en la construcción de la cultura paraguaya: la fe católica de los misioneros y la lengua de los indígenas guaraníes. La noche es un marco ideal para revivir lo que fue aquella utopía del paraíso del más acá enclavado en el corazón del sistema colonial español en América.
- Por Sara Ayala
- @saruayala
- Fotos: Mario Achucarro
Un sin fin de sensaciones puede transmitir el pasado que se abre paso con las narraciones históricas que giran en torno a la Misión Jesuítica de Santísima Trinidad en Itapúa, a 28 km de Encarnación, que es una de las reducciones más extensas y mejor conservadas del Paraguay.
En esta oportunidad, el recorrido consistió en una inmersión histórica bajo el brillo de la luna y luces que marcan un sendero para transportarnos a aquellos tiempos. Haciendo un alto en las expediciones de “A todo pulmón” que acompañamos un grupo de comunicadores, aprovechamos para llegar a este sitio turístico, uno de los más importantes destinos que ofrece nuestro país, y formamos parte del show de luces, sonidos y representaciones la vida de la época que se ofrece a los visitantes.
RICA HISTORIA
Desde la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) apuntan que el objetivo es rescatar la rica historia nacional que yace entre los arcos, pilares y muros que constituyen los restos de las antiguas misiones jesuíticas.
La que visitamos en esta ocasión, la de Santísima Trinidad, ofrece un recorrido que sumerge al espectador en la narrativa histórica que involucra a los guaraníes. Al inicio del recorrido, el guía encargado refirió que la historia de esta misión se remonta al año 1609, cuando los jesuitas se asentaron en esas zonas para evangelizar a los guaraníes en una época de esclavitud y colonización.
La fabulosa obra llegó a albergar a unos 3.000 indígenas. La excepcional estructura estaba coronada por la iglesia ubicada en el centro de las demás edificaciones, donde el arte, la arquitectura y la religión europeas convergían con la cultura guaraní.
El sistema de enseñanza estaba a cargo de tres jesuitas, que se ocupaban del desarrollo social y cultural de la misión, que estaba constituida en torno a una gran plaza que conectaba con los talleres, la escuela, la huerta y las viviendas.
TRABAJO COLABORATIVO
Durante el recorrido se pueden apreciar representaciones hechas por los mismos actores indígenas de la zona, logrando la colaboración de la comunidad con la transmisión de la cultura y el turismo.
Finalmente, para muchos quizá esto solo sea un recorrido nocturno con luces entre los vestigios de lo que constituyó el asentamiento del imperio de la evangelización de los guaraníes durante la vigencia del sistema colonial. Sin embargo, es también una invitación para realizar una inmersión al interior de un mundo imaginario que alguna vez fue realidad.

