Kerry Roberts Gibson y Beth Schinoff

La mayoría de las personas consideran las relaciones con sus compañeros de trabajo como algo fijo: Las buenas siempre serán felices y las malas nunca mejorarán. En consecuencia, damos por hecho nuestras buenas relaciones en lugar de brindarles la atención que necesitan. Del mismo modo, descartamos aquellas que se han estropeado, en lugar de dar pasos para mejorarlas. Esto también es un error, porque las relaciones entre compañeros de trabajo son fluidas; incluso las más tóxicas pueden repararse.

Si observa de cerca, verá que sus relaciones con los compañeros de trabajo están hechas de una serie de “micromovimientos” –pequeñas acciones o comportamientos que parecen intrascendentes en el momento, pero que afectan el cómo nos relacionamos. Los micromovimientos son como los pasos que caracterizan un baile. Usted da un paso y luego su compañero de trabajo da otro. Cada paso, o micromovimiento, puede cambiar el rumbo de la relación. Un pequeño acto de gratitud o compasión –como el ser comprensivo cuando alguien llega tarde a una reunión– puede acercar a las personas y ayudar a construir confianza de largo plazo, sugieren los investigadores. Por el contrario, algo tan aparentemente mundano como atrasarse en la respuesta al correo electrónico de un compañero puede crear una tensión que permanezca durante mucho tiempo.

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Los micromovimientos vienen en muchos sabores, pero de acuerdo a la reciente investigación de una de nosotras (Kerry Roberts Gibson), la mayoría de ellos o acercan a las personas o las alejan. Algunos micromovimientos tienen un mayor impacto que otros: Un comentario irrespetuoso en una reunión del equipo, por ejemplo, probablemente tendrá mayor efecto que no contestar una llamada telefónica. Sin embargo, todos los micromovimientos tienen el potencial de transformar las relaciones entre compañeros de trabajo.

He aquí cuatro principios clave para entender los micromovimientos y su impacto:

1- Entender el punto de vista de su compañero de trabajo. Antes de hacer un micromovimiento, pregúntese cómo reaccionaría si usted fuera el receptor. Después, tras el movimiento, evalúe la respuesta de su colega y considere si esta se ajusta a sus expectativas. De no ser así, esté preparado para dar seguimiento con micromovimientos adicionales.

2- Reconocer que los micromovimientos no siempre son intencionales. Si las cosas parecen haberse descarrilado repentinamente con un compañero de trabajo, un micromovimiento no intencional de parte de usted podría no ser el culpable. Averiguar si la inesperada respuesta de un compañero está relacionada con usted podría ser tan simple como preguntar, “siento que algo te molesta. ¿Es algo que yo hice?”

3- Registre sus micromovimientos. Si hay una relación que quisiera alterar, dedique algo de tiempo anotando los diversos micromovimientos que usted y sus compañeros han hecho en sus cinco o seis interacciones más recientes, incluyendo las respuestas provocadas por cada micromovimiento. El registrarlos también puede ayudarlo a reconocer patrones en sus relaciones, lo que a su vez puede iluminar micromovimientos que pudieran mejorarlas.

4- Saber que los micromovimientos “buenos” y “malos” no son iguales. Pudiéramos esperar que un micromovimiento que acerque a un compañero compensaría el micromovimiento que lo aleja. Desafortunadamente, los micromovimientos que dañan relaciones son más fáciles de cometer y más poderosos que los que las benefician. Si cree que ha hecho un micromovimiento que podría haber dañado una relación, trate de plantear al menos seis posibles micromovimientos para compensarlo.

(Kerry Roberts Gibson es profesora asistente en la división de administración en el Babson College. Beth Schinoff es profesora asistente de administración y organización en la Carroll School of Management del Boston College).

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