Un valioso trabajo del norteamericano Allen Morrison, exprofesor de la Universidad de Columbia e investigador sobre sistemas urbanos de transporte eléctrico, nos acerca al extinto mundo de los tranvías que surcaron las calles de nuestra capital y los alrededores transportando personas, anhelos, paisajes e historias.

Una importante franja de los asuncenos actuales nunca viajó en los tranvías que circularon por las calles de nuestra ciudad hasta los años 90, desplazados por la mayor velocidad de los buses, así como la falta de mantenimiento y reno­vación de la flota. Actual­mente, como mudos testigos de una época de esplendor que no volverá, en algunos tramos es posible aún obser­var los rieles, que poco a poco van siendo sepultados.

Hasta 2007, cuando fue retirado por los efectos del vandalismo, durante la administración de Evanhy de Gallegos, un vagón per­maneció expuesto durante unos dos años sobre la calle México, frente a la plaza Uruguaya, como símbolo de la nostalgia de un pasado mejor en un contexto en el que el sistema de transporte público es uno de los servi­cios más denostados por la ciudadanía.

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Un tranvía de tracción a sangre circulando a la altura de España y Brasil a principios del siglo pasado

Algunos de sus usuarios cuentan que, además de la tarifa accesible, el viaje era agradable entre sus pasaje­ros, quienes en la generali­dad de los casos se conocían entre ellos por coincidir dia­riamente durante sus via­jes de rutina, por lo que el trato era bastante cordial y ameno. Mientras uno via­jaba podía leer el periódico y degustar las golosinas que vendían los chocolatineros. Además, sus antiguos usua­rios destacan su practicidad para distancias cortas, ya sea entre distintos puntos del microcentro o de este a los barrios periféricos e incluso localidades de las afueras como Fernando de la Mora o San Lorenzo.

Entre las anécdotas más divertidas compartidas por los usuarios en las redes y que hacen referen­cia a la baja velocidad en que circulaba este medio de transporte, una persona identificada como Mar­tina Pico rememoró que en una ocasión al bajar de una unidad tuvo que per­seguirla hasta la siguiente parada debido a que la per­sona que la acompañaba no se había bajado.

Tampoco faltan quienes cri­tican a los nostálgicos y les reprochan “que les guste viajar como sardinas”.

El carro 1514 en Villa Morra en 1976

LA PRIMERA UNIDAD

El investigador Allen Morri­son, fallecido en 2019 a los 90 años de edad, refiere que la primera línea de tranvía que empezó a circular en el Paraguay fue construida por James Horrocks, un director inglés de la Paraguay Cen­tral Railway, cuyos primeros trenes llegaron a Asunción en 1861 y que eran a tracción a sangre, es decir, estirados por animales.

“Usando rieles desechables de PCR, Horrocks cons­truyó una línea de tranvías en 1871, una ruta de 1.5 km entre el Puerto (port) y la estación del ferrocarril en la plaza Uruguaya. La tro­cha de los rieles era de 1.435 mm y la cochera de los carros estaba en el puerto. (El PCR siguió usando la trocha de 1.676 mm hasta su conver­sión a 1.435 en el siglo XX). La Compañía de Tramways de la ciudad de Asunción extendió la línea hasta Bel­vedere, un hermoso jardín sobre la avenida España y la calle Brasil”, escribe Morri­son en un artículo titulado “The extraordinary tra­mways of Asunción – Para­guay”.

El tranvía 9007 girando desde España a la calle Brasil en los años 90

El investigador refiere que en 1884 Horrocks vendió la empresa al ciudadano local Francisco Morra, quien creó una empresa para explotar el servicio e incluso ofrece como muestra un ticket de la época.

“Morra prolongó la línea hasta San Miguel, La Reco­leta, Trinidad y una aldea que construyó y llamó Villa Morra. El sistema fue ven­dido en 1890 a otro inglés, Campbell Oglivie, que importó varias locomotoras de Pittsburgh, en EE. UU., y en 1894 comenzó a operar trenes a vapor entre Belve­dere y San Lorenzo”, añade la publicación.

A renglón seguido explica que los planos para electri­ficar el tranvía comenzaron a ser diseñados hacia 1900 por medio de franquicias entre Paraguay, Argentina, Inglaterra, Alemania, Ita­lia y EE. UU. La Paraguay Central Railway adquirió los derechos de luz y ener­gía de la ciudad, formó la Asunción Light & Power Co. y ordenó 20 tranvías de la United Electric de Inglate­rra en 1909.

Sigue relatando que en 1910, Juan Carosio, representante de las compañías alemanas AEG y Siemens –que con­trolaban varias instalacio­nes eléctricas en Argentina, Uruguay y Chile– firmó un contrato para electrificar el tranvía de Asunción.

Una vieja unidad circulando por la avenida Estrella

“Eso provocó una hazaña internacional en 1912: Para­guay Central Railway reor­ganizó la AL&P, así como Asunción Tramway, Light & Power Co.; los tranvías de la United Electric llegaron de Inglaterra; el equipamiento eléctrico llegó de Alema­nia; y los ingenieros de la empresa Virgilio, Vangioni & Compañía de Argentina llegaron para instalar los rieles y el sistema. ATL&P inauguró la primera línea eléctrica de la ciudad desde el Puerto hasta Belvedere”, precisa el texto.

VIAJE INAUGURAL

El viaje inaugural del pri­mer tranvía eléctrico de Asunción se realizó el 7 de julio de 1913, con la presen­cia de autoridades invita­das, entre ellas el entonces presidente de la República, Eduardo Schaerer, junto con su esposa Matilde Hei­secke e hijos, así como el intendente municipal Ernesto Egusquiza, quien apenas llevaba una semana ejerciendo el cargo –que por entonces no era electivo y era designado directamente por el primer mandatario–, señala una publicación de la Junta Municipal de Asun­ción.

El sistema fue evolucio­nando de tal manera que, en 1914, ATL&P electri­ficó la línea de tranvía de vapor hasta Villa Morra y ordenó un carro remolque de la Brush Electrical Co. en Inglaterra. El vehículo fue motorizado más tarde y renumerado 21.

Vista del interior de un tranvía belga

Morrison agrega que la ATL&P quebró en 1918 y fue adquirida por la firma ítalo-argentina Compañía Americana de Luz y Trac­ción (CALT). En los años 20, CALT se trasladó desde sus oficinas y depósitos de Puerto a la zona de San Miguel y en 1927 ordenó otros seis tranvías eléctri­cos, numerados 22-27, de la Società Italiana Ernesto Breda en Milano. Luego, en 1929 la CALT encargó otros seis tranvías similares, los 28 a 33, de J. G. Brill Co. en Philadelphia, Estados Unidos. (A modo de anéc­dota cabe recordar que esta empresa tuvo un equipo de fútbol conocido con el mote de “electricista”, que se con­sagró campeón de la catego­ría Intermedia en 1929, pero el título le fue retirado por la Liga Paraguaya de Fút­bol por carecer de estadio y otorgado al Club Presidente Hayes).

ESPLENDOR Y DECADENCIA

“La red de tranvías llegó a su máximo esplendor en la década de los 30 con siete servicios en el área central y líneas suburbanas a Puerto Sajonia y San Lorenzo. En 1932 CALT electrificó una parte de la línea de San Lorenzo, hasta Fernando de la Mora, y ordenó seis nue­vos tranvías a la Compañía Argentina de Talleres, Indus­triales, Transportes y Anexos (Catita) de Buenos Aires. Esos vehículos fueron numerados del 34 a 39″, precisa.

El sistema de tranvías fue nacionalizado en 1948 y pasó a manos de la Admi­nistración Nacional de Elec­tricidad. En 1963, la Ande importó diez Tassara, que eran tranvías usados traídos de Buenos Aires, y en 1964 la Ande abrió una oficina de construcción, reparación y afines, y un nuevo acceso fue instalado sobre la avenida General Santos.

“Las operaciones de tranvía pasaron en 1966 a la Admi­nistración del Transporte Eléctrico (ATE), que cerró el sistema en 1973. No se vie­ron tranvías durante dos años en las calles de Asun­ción. ATE reabrió la línea 5 en 1975 y empezó a importar tranvías usados de Bruselas, Bélgica.

Los años 40 trajeron nuevas tendencias en la vestimenta masculina

Después de 1984, la única línea de tranvía en ope­ración de Asunción era la Ruta 5. El último grupo de vehículos belgas fue la serie 9000, construidos en los años 50 y seguían fun­cionando en Bruselas hasta 1982″, aclara.

Con el fin de reactivarlo con fines turísticos, en 1990 ATE creó un nuevo servicio en el microcentro de la ciudad con propósitos recreativos. Sin embargo, en 1993 las condiciones mecánicas de las unidades eran tan pre­carias que la firma recau­daba más con los ingresos publicitarios que a través de la prestación a los usuarios del transporte.

El tranvía operó hasta el 31 de diciembre de 1996, pero el coche 9007 siguió funcio­nando esporádicamente en ocasión de la visita de turis­tas extranjeros hasta que noviembre de 1997 la com­pañía declaró el cese defini­tivo de sus actividades.

De esta manera, “una saga de 125 años había acabado”, concluye el autor.

Una unidad se posiciona frente a la plaza Uruguaya para un recorrido turístico
Foto tomada en 1964 del Catita número 17 transitando por la calle Estrella

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