Por Jimmi Peralta - Fotos: gentileza

Selva Fox y Fátima Fernández hablaron con Nación Media sobre un viaje que iniciaron hace un cuarto de siglo, su vínculo con la comunidad y sus proyectos futuros. Una historia, un sinfín de números que se narran desde las telas, los arneses, las luces y los trampolines.

La magia o, mejor, el ilusionismo, es, entre otras cosas, esa complicidad que tienen mago y espectador de sobrellevar una escena engañosa, sin controversias y en mutuo acuerdo. Mediante un tácito pacto de ficción, uno busca someterse al engaño y, al mismo tiempo, procura desvelar el truco poniéndose a prueba a sí mismo; el otro, en ejercicio profesional, ante estos contradictorios deseos de su interlocutor, asume la misión de contar una breve historia y llevar al absurdo los principios que ordenan la realidad y la lógica: un conejo emerge, de la nada, del vacío del sombrero de copa. La moneda ya no está en la palma de la mano y, cuando parecía obvio el truco, tampoco apareció al dorso ni en la otra mano.

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“Hago que lo imposible sea posible”, reza una canción los IKV. Esa es la misión del mago: hacer lo imposible. Su conquista está en superar la conciencia de la ilusión, del engaño, y poner el encanto en lo inexplicable en el más alto relieve.

Volar, flotar, columpiarse de un techo, caminar y trepar por las paredes, estas son otras formas de magia que se presentan en el teatro aéreo. Estos números narrativos navegan entre metáforas, magia, ilusión y asombro.

En el 2022 se cumplen 25 años de la compañía Nhi-Mu Teatro Aéreo. Si bien en Paraguay sostener un elenco tanto tiempo es ya casi un acto de magia, hay en esta historia un sinfín de números que se narran desde las telas, los arneses, las luces y los trampolines.

El teatro aéreo es una de las magias del arte que nos hace seguir una historia en la que la gravedad es administrada al arbitrio del guion, donde la fantasía del espectador se cumple en el aire, en manos de acróbatas, actores y actrices, que echan mano de la técnica para que esta se vuelva invisible.

El proyecto Nhi-Mu nació entre un grupo de amigos y amigas que buscaban a mediados de los 90 una nueva forma de hacer teatro. Un VHS puesto en el contexto de un asado de fin de semana abrió sus cabezas. Un cuarto de siglo después, Selva Fox y Fátima Fernández hablaron con Nación Media sobre lo que significó este trajinar, que en su lenguaje se llama “viaje”.

–¿Cuánto de esa fantasía infantil de volar se vuelca aún en ustedes a la hora de generar las coreografías y cómo se siente eso en el público?

–No sé si es una fantasía solo infantil esto de volar. Todos queremos volar.

Nuestro sueño es que toda persona que quiera volar vuele. Sin diferencia de edad. Que no sea exclusivo de Nhi-Mu. Por eso apostamos a experiencias como cultura aérea. En algún momento estábamos en puerto abierto, a veces montamos estructuras al aire libre para poder estar más cerca de la gente. El público vibra y nosotros también vibramos. La adrenalina que genera el teatro aéreo es un bien necesario.

–Hoy por hoy el teatro aéreo y Nhi-Mu son una identidad. ¿Qué fue lo primero en esa originaria dualidad, el elenco o la apuesta por la técnica?

–Nhi-Mu existe en primera instancia por el teatro. Las ganas de generar un teatro distinto nos llevaron a buscar distintas formas en nuestro teatro. La performance, la música y, finalmente, llegamos a la técnica. Se retroalimentan porque una no existe sin la otra en nuestro universo. Al fin y al cabo, lo aéreo es una técnica, es una herramienta más para contar. Nosotras hicimos de ella nuestra herramienta principal.

–El origen de hace 25 años fue descubrir el trabajo de De la Guarda, después se fueron formando… ¿cómo se dio ese proceso de aprendizaje y desarrollo?

–En ese momento nos deslumbró el trabajo de De la Guarda. Contactamos con Martín García y él vino a pasarnos la técnica. A partir de ahí fue entrenar, explorar y contar lo que nosotros necesitábamos comunicar. Nos seguimos formando e investigando con nuestros compañeros y compañeras. A partir de allí fuimos creando nuestro propio lenguaje.

–Todo inicio a veces es imitación, y después ya vienen la creación propia y el lenguaje propio ¿Vienen desarrollado conscientemente ese aspecto?

–Todo está hecho en la vida artística. Creemos en lo que vemos, en lo que soñamos, en lo que queremos comunicar. Ser artista y no ser consciente de ello sería un error gigante y ciego. La técnica es una herramienta. Lo que contamos con eso siempre cambia. Imagínate que los griegos ya hacían teatro aéreo. Todo lo que soñamos ya se hizo alguna vez.

–¿Cuál es la relación que mantiene Nhi-Mu con la comunidad, sea teatral o socialmente?

–Para nosotras el teatro está ligado con la comunidad. Existen diversas formas de no relacionarse. En nuestro caso se dio naturalmente. Mantenerse en un espacio durante 18 años, en el centro de Asunción, genera indudablemente ya un lazo con todo lo que nos rodea. La gente que está en la calle, que nos cuida, con la que convivimos, es parte de nosotras. La gente que vive en el centro, que viene a nuestras obras, a comer a Nhi-Mu, a compartir nuestros cumpleaños, nuestros talleres y nuestras luchas, todo eso es parte de la comunidad de Nhi-Mu. El teatro también generó su comunidad acá. Hay gente de todas las edades dando vueltas por esta casa. Y de eso se trata. Nosotras le llamamos familia. Nhi-Mu es un lugar de resistencia. Pero también es un lugar de protección. Acá adentro nos cuidamos entre todos.

–Desde su experiencia, ¿qué aporta generalmente la dimensión “aérea” de las puestas a la narrativa teatral?

–Toma una dimensión distinta tomar el aire para una puesta teatral. Puede utilizarse de igual manera para un instante también. Nosotras decidimos contar con esa herramienta nuestras obras.

–Habías comentado que la puesta “Viaje 1″ en el ferrocarril fue un momento importante para Nhi-Mu ¿Qué presentaba la puesta técnica y narrativamente?

–Era el inicio de un viaje conjunto. Los viajes en Nhi-Mu son algo recurrente. Por lo que implican. Irse, volver, construir desde donde estés. Y con el tiempo entendimos que tenía que ver también con un viaje personal, grupal, colectivo: el viaje de la vida. Técnicamente fue una locura. Hicimos todo por primera vez, con todo el amor del mundo. Y con toda la fuerza de la juventud. Solo tengo buenos recuerdos de esos momentos.

–¿En su proceso de formación que vienen desarrollando, ya tuvieron alumnos que se hayan destacado dentro o fuera de la escena teatral?

–Tenemos todo tipo de alumnas y alumnos. Acá la mayoría siempre son chicas. Son las que más se animan al teatro aéreo. Y hay gente que nunca hizo nada y se enamoró del teatro y se quedó. Hay gente que ya venía de otra formación, hicimos cosas y siguió su vida. Hay gente que son profesionales increíbles de la escena que estuvieron, están y cada tanto vuelven a trabajar acá. Todos los que estuvieron están o ya no están, todos construyeron este lugar.

–¿Qué proyectos tienen a corto y mediano plazo como elenco?

–A corto plazo tenemos un proyecto en el Chaco para jóvenes con el teatro aéreo. Nos vamos en diciembre al Encuentro LesbiTrans Venir al Sur a hacer un espectáculo maravilloso que es un proyecto que se llama Kuña Poderosa. Para este encuentro se llama Clamantes y vamos con las chicas de la Tatucada de Aireana. Tenemos proyectos con nuestra asociación. Una residencia para el año que viene, un proyecto gigante para mujeres también, una obra. Miles de sueños.

–¿Cómo ven la escena teatral actualmente en el país?

–Creciendo enormemente. Esperamos que el Estado y sus políticas culturales se pongan a tono con todo lo que está sucediendo a nivel artístico.


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