Una sencilla escalera de madera de cedro, que permanece exactamente en el mismo lugar desde hace más de dos siglos y medio, guarda una historia muy peculiar y es testigo de la visita de millones de peregrinos cristianos, quienes presurosos ingresan al lugar donde fue crucificado, muerto y sepultado Jesucristo, dando origen al cristianismo.

Tres mil años de his­toria de la civiliza­ción humana, donde diferentes culturas e impe­rios conquistadores fueron pasando, uno tras otro por la misma región, se encuentran contenidos en un espacio de no más de un kilómetro cua­drado, en un lugar conocido como la Ciudad Vieja, en Jeru­salén, capital de Israel.

Fotos: Juan Carlos dos Santos

CIUDAD VIEJA DE JERUSALÉN

Pero hablaremos en detalles de la ciudad de Jerusalén en otro artículo porque en este nos enfocaremos en un hecho curioso que se inició hace aproximadamente 250 años en uno de los sectores de la Ciudad Vieja.

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Esta ciudadela amurallada se divide en cuatro barrios, el armenio, el judío, el árabe y el cristiano. En este último se encuentran los lugares más icónicos del cristianismo. De hecho son los lugares desde donde nació una de las tres religiones monoteístas más antiguas y expandidas por todo el planeta.

Fotos: Juan Carlos dos Santos

EL GÓLGOTA Y EL SEPULCRO

En lo que se conoce como el barrio cristiano, en el inte­rior de la Ciudad Vieja de Jerusalén, una gran canti­dad de peregrinos recorre el mismo camino que poco más de 2.000 años lo hizo Jesús, cargando su cruz, rumbo al monte del Gólgota, para cum­plir la sentencia impuesta por las autoridades romanas, que dominaban la zona del Oriente Medio.

Jesús fue crucificado y muerto, según las Escritu­ras, en el Gólgota, y puesto en un sepulcro, no lejos del lugar, donde resucitó al tercer día, según la fe cristiana.

La roca del Gólgota y el sepul­cro se encuentran en el inte­rior de la conocida Iglesia del Santo Sepulcro, construida para preservar los lugares más sagrados para los cris­tianos y es visitada por miles de personas diariamente. Al menos eso sucedía antes de la pandemia.

Fotos: Juan Carlos dos Santos

ESCALERA OLVIDADA

La Iglesia del Santo Sepulcro es administrada por repre­sentantes de diversos credos cristianos, ortodoxos grie­gos, rusos, rumanos, católi­cos, coptos, sirios y otros más, siendo los ortodoxos griegos quienes tienen más ascendencia sobre los demás grupos en cuanto a la administración y responsabilidad por el lugar.

La historia narrada desde mediados del siglo XVIII, algunos más precisos dicen que fue en 1757, cuenta que unos trabajadores realizaban restauraciones en la zona frontal de la iglesia y luego de culminado el trabajo se retiraron, pero dejaron olvidada una escalera hecha con madera de cedro, posiblemente pro­cedente del Líbano.

Lo concreto es que los tra­bajadores dejaron colocada la escalera en un sector de la fachada frontal, bajo unos ventanales, en el que no estaba definida de manera concreta qué credo cristiano debía hacerse cargo de retirarla y tampoco fue reclamada por los trabajadores, por lo que muchos creen que pertene­cía a las herramientas de tra­bajo de la propia iglesia.

Fotos: Juan Carlos dos Santos

SIGUE EN EL MISMO LUGAR

Las discusiones transcu­rrieron por semanas y hasta meses, hasta que simple­mente el asunto fue olvidado y la escalera permaneció en el mismo sitio desde hace poco más de dos siglos y medio, y solamente fue movida unos centímetros para realizar algunos trabajos de restau­ración y luego colocada en el mismo lugar.

La escalera pasa tan desaper­cibida, más aún que sus colo­res se confunden con la pared del edificio, que algunos guías turísticos optan por dejar pasar un detalle histórico, que refleja la diversidad del cristianismo, desde su naci­miento mismo, y se suma a las miles de pequeñas historias que la ciudad del rey David es capaz de presentar a sus visi­tantes, no importa el lugar que recorran ni la fe que profesen.

Fotos: Juan Carlos dos Santos

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