POR OLGA DIOS, olgadios@ gmail.com

“Como Romeo y Julieta descubrieron, a un altísimo costo, el matrimonio nunca se trata de dos personas enamoradas, se trata de familias”.

El título original era fantástico: “Una breve historia de los Tractores en Ucraniano”, pero hay que conformarse con “Los amores de Nikolai”, que ni ahí empieza a darte una idea de lo hilarante y sui generis de esta novela. Dos hermanas de origen ucraniano, viviendo en Inglaterra, enfrentadas en una batalla campal con la “cazafortunas” novia “ordenada por correo” de su padre: “Dos años después de la muerte de mi madre, mi padre se enamoró de una glamorosa y rubia divorciada ucraniana. Él tenía ochenta y cuatro años, ella treinta y seis. Valentina explotó en nuestras vidas como una suave y abullonada granada color rosa, removiendo el agua pantanosa, trayendo a la superficie una avalancha de recuerdos olvidados y dándole una patada en el trasero a los fantasmas familiares”.

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En esta genial novela debut, conocemos a Vera y Nadezha, y cómo dejan de lado sus rencillas cuando descubren que su padre anciano, un refugiado de guerra ucraniano, experto en tractores, planea casarse con una joven y sexy mujer cincuenta años menor que él, procedente del Este de Europa, quien ve su modesta pensión como un pasaporte directo a los placeres del capitalismo. Las hermanas inician una campaña a toda máquina de abogados, chismes y espionaje puro y duro, para salvarlo de esta “vampiresa” que apenas le da de comer y no lava ni una taza, incluyendo la última locura: la compra de un viejo y destartalado Rolls-Royce. Pero en el camino van descubriendo involuntariamente secretos familiares bien enterrados y cincuenta años del capítulo más oscuro de la historia de Europa, devolviéndoles raíces que hubieran preferido olvidar que tenían.

Marina Lewycka, la autora, es de nacionalidad inglesa; pero nació en un campo de refugiados en Kiel durante la guerra, y vuelca en esta novela la terrible historia de su propia familia en la Alemania nazi. Al mismo tiempo, y con un gran sentido del humor, trata lo que considera un tabú generacional: los hijos no quieren imaginar a sus padres teniendo sexo, en lo que pretende ser, en sus propias palabras “una celebración de la vejez”. El título original en inglés alude a la gran pasión de la vida del padre, Nikolai: los tractores, conocedor de hasta el último detalle técnico, que vienen a integrar la novela. Basado en el padre de la autora, que también era ingeniero de tractores y salpicaba todas las conversaciones con detalles de estos, habiendo publicado incluso un libro técnico sobre ellos. En ucraniano, por supuesto. “Los tractores me permitieron dar una perspectiva histórica a la narración y funcionan en la novela como una metáfora de aquellas cosas que por fundamentales en nuestras vidas han dejado de ser valoradas. Además quería reivindicar el tractor en nuestra sociedad actual, justamente por su escaso glamour”, confiesa Lewycka. O, como el personaje de Vera resume los intereses de su padre en el libro: “Ahí lo tenés: tractores y tetas”.

“Ucraina: mi padre lo dice suspirando, como inhalando el aroma del heno recién cortado y los cerezos en flor. Pero yo percibo algo más, el distintivo tufillo sintético de la Nueva Rusia: Ella”.

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