- Por Toni Roberto
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Por Toni Roberto
En la esquina de Montevideo e Ygatimí (antes Amambay, 25 de Diciembre), una de las avenidas que cambiaron más veces de nombre en Asunción, está el “viejo moderno y austero” edificio del antiguo colegio Cristo Rey. El mismo está observando desde principios de los años 60 el cambio de una vieja esquina a través de las décadas, mirando el pasar de generaciones por la legendaria peluquería Velox, los autos, buses y el angosto chalet del recordado Leandro Cacavelos. Ahí, en ese mismo lugar donde quedaba en los años 60, la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica, donde también llega la experiencia de la Educación por el Arte a principios de los años 70, un proyecto que duró poco, hasta un día de 1976, con la intervención militar que terminó con ese sueño de cambio de la educación paraguaya que fuera traído al Paraguay por el profesor brasileño Augusto Rodrigues para la Escolinha de Arte ya en 1959.
UNA VIEJA FOTO
Reencontrarme en esta foto con mis compañeros de colegio (el primer grupo de educación mixta), en la legendaria escalinata de la accidentada geografía del Cristo Rey, me llevó a rememorar esa maravillosa experiencia en la que teníamos como profesoras líderes a Estela Careaga y a Olga Blinder, secundadas por tantas otras como Sally Filippi de Gómez Sánchez, María Antonia “Tona” Meza Lagrave, Blanca de Oporto o Lidia Scolari de Brítez, que desde el principio se sumaron a la “nueva manera de aprender” la educación primaria a través del arte. Así empezamos a sumar contando los árboles del entorno de las calles circundantes del colegio, aprendimos a ver el barrio que nos rodeaba, a conocer a los vecinos: al farmacéutico, al despensero, para luego manchar hojas y empezar a recordar y dibujar en aula la experiencias callejeras.
EDUCACIÓN 75
En la legendaria revista guía de nuevas experiencias educativas Educación 75, que tenía como director al padre Bartolomè Vanrell y a colaboradores como Melquiades Alonso, María Victoria Heisecke y Jesús Ruiz Nestosa, decían Olga Blinder y Estela Careaga: “Hicimos un recorrido alrededor del colegio para ver quiénes son nuestros vecinos y cómo viven. Encontramos farmacias, almacenes, clínicas, un mercado, talleres, el templo, escuelas…”.
Siguen diciendo en la publicación: “Recorrimos todos a pie para poder fijar la atención y llegar a conclusiones: ¿Qué es un barrio? Pensamos que la definición que puedan elaborar los niños habrá de serles muy útil y muy clara. No está basada en la información fría que puede darles la maestra, sino que está elaborada con base en su experiencia personal, en sus vivencias”.
“Entonces podemos afirmar con ellos: Un barrio, una comunidad es la parte de la ciudad en que están ubicados los centros que ayudan a las familias y las casas donde viven las personas” (Asunción, 1975).
Volviendo a esa vieja foto, recorro imaginariamente ese empinado patio con mis compañeros de siempre, tratando de recordar a todos. Paso por la cantina de doña Sila, yendo hasta la vieja pileta encuentro al legendario profesor nadador Segadés. Tratando de “agarrar algún recuerdo” para seguir escribiendo y dibujando en estos sencillos Cuadernos de Barrio, el recuerdo de ese lugar donde todos aprendimos el camino de la vida a través del arte en cada una de nuestras profesiones u oficios para tratar de aportar algo al imaginario y a la sociedad en que vivimos, porque lo importante es no perder la posibilidad de seguir soñando.