Hace varios años llevo en este andar por la vida una cámara curiosa de momentos y unas letras compañeras que en epígrafes intentan ser un complemento. A lo largo de este viaje, muchas veces me he encontrado con instantes evocando el amor en sus distintas versiones:

A veces correspondido.

Otras despechado.

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A veces melancólico, expectante o ilusionado.

En este domingo que cierra la semana del día de los enamorados comparto algunas imágenes con los textos que me han inspirado. En ocasiones en forma de un testimonio. En un gesto, o en un cuento que inventé o que alguna vez me contaron. (Porque más allá de toda la dimensión comercial que pueda adquirir el 14 de febrero, creo que a todos nos ha habitado al menos en algún momento el deseo intrínseco-y profundamente humano-de querer transitar la vida acompañados.)

“Nambré. Ella ko es mi ‘otro remo’”-Rubén me presenta a su mujer, mientras me explica que así se suelen decir, cuando encontrás tu complemento. Ña Fidelina sonríe y yo pienso en ese amor alianza, que se forja en la adversidad y va más allá del mero romanticismo. El que toma visos de batalla, y de lucha en compañerismo, para remarla en la vida sin que hagan agua los sueños. (Lenguaje de pescadores. Bahía de Asunción.)

Tenía la mala costumbre de extrañarla los domingos y feriados. A veces también cuando hacía frío y estaba nublado. Se refugiaba en los libros, en sus clases y proyectos. Decía que el olvido se hacía más llevadero en la vida de un maestro por estar siempre acompañado. Pero tenía la mala costumbre de extrañarla los domingos y feriados. Y a veces cuando hacía frío y estaba nublado. Después se le pasaba y seguía solo. (Había resuelto ya hace un buen tiempo que el amor -en definitiva-era un pésimo hábito.) Soledad esquina Academia. Zócalo. México, DF.

Como era lindo esperarte. Saber que llegarías como ese rayo de sol alumbrando la última columna de la tarde. (No había mejor augurio que ver aquella claridad, sabiendo que tu sombra pisaría esas baldosas en cualquier instante, como esperanza de un final de luz, en medio de tanta noche.) Como siempre, yo te amaría entre los blancos y negros fingiendo no amarte, y vos cerrarías el pacto con un par de billetes antes de marcharte...la misma historia repitiéndose en silencio todas las tardes (porque los dos sabíamos que en un prostíbulo era la quiebra aquél negocio de enamorarse...) Asunción. Ex prostíbulo de antaño devenido en hogar. Asunción.

Y a mi que me gustaba pensar que en ese mirador se amarían mucho más los adolescentes del arrabal que los dueños originarios de aquél pomposo sofá extraído de algún salón frío y circunspecto de la alta sociedad) Y con tanta caricia traficada no era que el sillón se hubiera venido a menos… más bien era que se había venido a más. (Mexico, DF)

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