Un capítulo singular para los Cuadernos de Barrio en el que se transita por la memoria y las huellas de una foto que recuerda a los arquitectos de otros tiempos.

“Ymaguare arquis”, así le llamo a este capítulo de domingo de este Cuaderno, inspirado en la página administrada por Victor López Moreira. Dicen que todo pasado fue mejor, yo no lo sé, pero hoy quiero caminar por la hue­llas de esta foto que me lleva a un recuerdo no tan lejano en el centro de Asunción.

Caminando por los lugares de mi niñez, puedo recor­dar a esos arquitectos de los años 70 que tenían en mi barrio aquellos prime­ros estudios de arquitec­tura con esas viejas mesas de dibujo, una regla T, lápiz, rapidograph y una escua­dra. Eran pocos y la mayo­ría de las veces trabajaban de noche.

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El primero que recuerdo era el pequeño estudio de López Moreira, ahí en la vieja cochera de la antigua casa de la calle Alberdi casi Primera, o el estudio de José Luis Ardis­sone y Paolo Pederzani, sobre Fulgencio R. Moreno (ex calle Río Ypané) casi Yegros, en la zona de la igle­sia de San Francisco.

ALUMNOS Y EDUCACIÓN POR EL ARTE

Esta vieja foto fue tomada por uno de esos antiguos fotógrafos de la plaza a los alumnos de Arquitectura de segundo año en 1973, frente al legendario Hotel Guaraní. Ella me remonta a ese piso blanco y azul de aquella her­mosa plaza del viejo barrio de La Catedral.

El mismo lugar en que en esa misma época íbamos los chicos de la Escolinha de Arte a apren­der a dibujar en la calle junto con los niños de la Chacarita, en aquella maravillosa expe­riencia de la Educación por el Arte, con las profesoras María Adela Solano López, Corina Volpe de Cáceres Carísimo, Kikí Marimón de Giménez (la primera maestra de preescolar del Paraguay) y, por supuesto, el maestro y dibujante Livio Abramo.

DIBUJO TONI ROBERTO

Una época en que los ciudadanos asuncenos estaban más en contacto con el centro y su gente, que era aún una zona habitada por familias, como era el caso del moderno edificio de viviendas Independen­cia, diseñado por el arqui­tecto Rivas ya a finales de los años 50, y que se puede apre­ciar en el fondo de la imagen que acompaña este artículo.

LOS ARQUITECTOS Y LOS “GARAGES”

Nos cuenta Víctor López Moreira: “También forma­ban parte de la fisonomía de los barrios en los años 70 los estudios de arquitec­tura ‘de garaje’, el quincho o incluso ‘la sala’. También fueron espacios de transi­ción de los proyectos de la facultad a los primeros pro­yectos profesionales. Esas perspectivas ‘ochentosas’ representan esa etapa de mi vida en la que mis primeros clientes fueron mis parien­tes, hermanas, tíos y amigos de familia”.

Y el arquitecto termina diciendo: “Muchos arqui­tectos poblaban mi barrio: Marcial y Marigló Jimé­nez, Mami y Tere Ávila, las mellizas Servín, Jorge Canale, etc. Todos ellos invadieron algún espacio doméstico con sus mesas y lámparas articuladas, las reglas T, maquetas y pers­pectivas”. Yo agrego que la base de aquella “mi vieja mesa de dibujo” de arquitec­tura hoy terminó siendo un objeto decorativo más de mi casa, después de haber inva­dido, casi sin permiso ese mismo hogar, hace muchos años, allá a mediados de los años 80.

Tomando palabras de César “Yito” Morra en uno de sus libros: “Pertenezco a una generación que hizo de la arquitectura su pasión y el centro de su vida”, que en mi caso terminó siendo simple­mente la pasión por el dibujo a través de la arquitectura.

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