Por Raju Huidrom, Carlos Mulas-Granados, Laura Papi y Emil Stavrev

La República Checa exporta solo un pequeño número de automóviles y piezas de automóviles directamente a Estados Unidos y, sin embargo, si este país impusiera aranceles a las importaciones de automóviles, probablemente sufriría un fuerte perjuicio económico. ¿Por qué? Porque la República Checa suministra piezas que otros países europeos utilizan para construir vehículos que exportan.

La industria automotora de Europa es una de las muchas que forman parte de las cadenas de valor mundiales, en las que las distintas fases de producción se encuentran repartidas entre varios países. Debido a que casi 70% de las exportaciones europeas están vinculadas a las cadenas de valor, los aranceles impuestos sobre los productos exportados por un país pueden afectar a muchos otros. Esta es la razón por la que, como explicamos en un reciente estudio , es importante mirar la producción a través del prisma de las cadenas de valor cuando se analiza el impacto económico potencial de los aranceles o de otros shocks económicos.

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Dos criterios

Para ello, necesitamos distinguir entre dos criterios: valor bruto y valor añadido. Cuando un residente alemán compra un Volkswagen que sale de una fábrica en Bratislava, la compra se registra en términos brutos como una exportación eslovaca a Alemania. Pero, aunque ese automóvil se ensamble en Eslovaquia, las piezas del motor y otros componentes proceden de terceros países que aportan al producto final un porcentaje mayor del valor agregado que el ensamblaje.

Distinguir entre las medidas tradicionales de exportación bruta y las exportaciones de valor agregado es especialmente importante en Europa, ya que la diferencia es amplia: las exportaciones de otros países europeos a Alemania representan 8,3% del PIB en términos brutos, pero solo 2,9% del PIB en términos de valor añadido.

Para entender la importancia de las medidas del valor agregado, consideremos un escenario en el que Estados Unidos impone un arancel de 25% sobre las importaciones de automóviles y piezas de automóvil. Las exportaciones brutas de automóviles y sus piezas desde la Unión Europea (UE) a Estados Unidos representan 0,3% del PIB de la UE. Se estima que la pérdida de producto posterior para la UE sería de 0,1% del PIB, teniendo en cuenta las conexiones con las cadenas de valor. Pero solo la mitad del impacto se da en los sectores y países directamente afectados. El resto se transmite a través de otros sectores y socios comerciales a lo largo de las cadenas de valor. Las pérdidas se distribuyen por más países europeos de lo que harían pensar los datos brutos de exportación.

Volvamos al caso de la República Checa. Sus exportaciones directas de automóviles y piezas a Estados Unidos son insignificantes en términos de valor bruto. Pero en términos de valor agregado, la República Checa sería el cuarto país entre las economías europeas más perjudicadas por los aranceles a los automóviles.

Nuestro estudio también examina de qué manera afectaría a Europa a través de las cadenas de valor una alteración pronunciada del ritmo de crecimiento de Estados Unidos, China o Alemania, los tres centros de comercio mundial. Nuestra conclusión principal fue que los efectos indirectos del crecimiento de Estados Unidos y China son considerables, observándose las mayores repercusiones en economías más expuestas a estos países en términos de exportaciones de valor agregado.

Por otro lado, estimamos que un shock del crecimiento originado en Alemania tendría un impacto menor. Este hecho probablemente se deba el menor tamaño relativo de la economía alemana frente a Estados Unidos y China. Además, la economía abierta y diversificada de Alemania es relativamente resiliente, por lo que, en el período posterior a 1995 que analizamos, no fue una fuente principal de shocks independientes. Aun así, Alemania podría transmitir shocks provenientes en otras partes, y su impacto sería mayor si el crecimiento estuviera más impulsado por la demanda interna. Este fue el caso en los años en torno a la reunificación de Alemania occidental y oriental en 1990.

Estas conclusiones podrían ser de gran ayuda para las autoridades políticas: medir las exportaciones con indicadores de valor agregado ofrece un panorama más preciso del impacto distributivo de posibles shocks comerciales. Y entender mejor cómo los shocks comerciales se propagan a través de las cadenas de valor podría contribuir a formular medidas compensatorias, así como políticas que ayuden a las personas que más probablemente se verán afectadas.

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