Brumadinho, Brasil | AFP, por Luisa LUCCIOLA.

Tras el escándalo, el arte. Diez meses después de la salida de Bernardo Paz, fundador de Inhotim acusado de lavado de dinero, el mayor centro artístico a cielo abierto de América Latina volvió a inaugurar exposiciones este mes, con obras de artistas contemporáneos.

El museo en la pequeña Brumadinho, a una hora de Belo Horizonte, en el sureste de Brasil, y sus galerías y obras de arte se esparcen sobre 25 hectáreas en un escenario de lagos y vegetación.

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En este paisaje idílico, Inhotim propone reflexionar sobre el vínculo con el espacio con obras del argentino David Lamelas, el estadounidense Robert Irwin y la japonesa Yayoi Kusama en la Galería Lago.

"Son artistas mayores [de 71 a 89 años], de continentes diferentes y que traen una presencia física de trabajo, una experimentación del espacio", explica Allan Schwartzman, curador y director artístico de Inhotim.

Los aparatos arquitectónicos de Lamelas -como una pared caída apoyada en una estructura de madera- abren los trabajos, seguidos de la etérea instalación "Black³" de Irwin: una sala clara con dos cuadrados negros en paredes opuestas, separadas por varias telas.

"Amo esa obra porque habla de espacio, pero se trata de un objeto, un cubo negro cortado en láminas. Se registra una variación en la percepción, recordando que incluso lo que conocemos cambia según el punto de vista", reflexiona Schwartzman.

El paso por la galería termina con "I'm Here, But Nothing", instalación de la japonesa Yayoi Kusama, con sus tradicionales y obsesivas bolas y círculos.

Entre las novedades también se encuentra el trabajo "Ensaios Vitruvianos" del hawaiano Paul Pfeiffer, en la Galería Praça, donde se destaca una escultura que replica el Estadio Olímpico de Sídney multiplicando su capacidad de 80.000 a un millón de asientos.

Finalmente, ocho obras audiovisuales del acervo de Inhotim se exponen en la Galería Fonte, que incluyen la angustiante obra del brasileño Marcellvs L que replica en una pequeña sala la sensación de estar preso en el fondo de una piscina.

Schwartzman considera que el video es una plataforma que puede ser especialmente apreciada por el público del museo.

"El video requiere un tiempo diferente, tiempo y paciencia. Pero como Inhotim brinda una experiencia en el sector externo en el que las personas vienen a pasar el día aquí, tiene vocación para eso", estima.

De regreso

Se trata de la primera inauguración del museo desde la salida de Bernardo Paz, condenado en primera instancia a más de nueve años de prisión por lavado de dinero, en un caso que no involucra a la institución.

"Claro que Inhotim existe gracias a Bernardo, pero ya veníamos trabajando esa independencia de él, especialmente desde la donación de las tierras a la Oscip (Organización de la Sociedad Civil de Interés Público, que administra el museo) hace tres años", explica el director ejecutivo, Antonio Grassi.

A su vez, el grupo optó por reestructurar el consejo, y contrató la auditoría de la británica Ernest & Young y a una empresa de cumplimiento normativo "para blindar a Inhotim", según Grassi.

La apertura de las exposiciones en galerías temporales, donde las muestras permanecerán por dos años, se dio tras el incendio que arrasó a principios de mes con el Museo Nacional de Rio de Janeiro, que con más de 20 millones de piezas era el mayor instituto de América Latina.

"Existe una ironía perversa en esto de que en la misma semana que un museo se incendia otro inaugura una exposición con grandes artistas contemporáneos", lamenta Schwartzman. "Aunque algunos de los artistas más destacados del siglo XX sean brasileños, los museos en Brasil son desafiados y subfinanciados. Los museos son una riqueza y símbolo de la salud del país", sostuvo.

El curador considera que el episodio negativo tal vez pueda propiciar una nueva oportunidad. "Creo que es un buen momento para que Brasil dé un paso atrás y analice su compromiso para fomentar la cultura. (...) Si las personas consideran que el gobierno tiene la obligación de sustentar las instituciones, tienen que tomar posición aunque el país esté pasando por un momento tan desafiante económicamente", resume el estadounidense.

Grassi coincide: "El desafío es asegurar mantener un negocio como este, que cuesta muy caro. (...) Es el momento de trabajar con la idea de tener patrocinios de personas físicas, como sucede en el MoMa de Nueva York, que tiene a 700 patrocinantes brasileños".

Con un costo promedio de 35 millones de reales por año (unos 11 millones de dólares), el centro cultural se financia con patrocinios a través de incentivos fiscales, convenios con el gobierno, ingresos y donaciones, como el programa Amigos de Inhotim.

Mientras busca nuevas formas de financiación y de cómo atraer más público, Inhotim reconstruye su imagen y hace grandes planes para 2020: una galería totalmente dedicada a las obras de Yayoi Kusama y una gran escultura a cielo abierto de Paul Pfeiffer.

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