Está culminando un año en que a duras penas se está saliendo de los peores momentos de la pande­mia, por cuya causa han muerto más de 16.200 personas, casi medio millón fueron afectadas directamente por el covid-19, miles se quedaron sin trabajo peligrando su sustento por los efectos económicos de la emergencia sanitaria y el país terminó sufriendo una economía muy deteriorada.

La enfermedad ha disminuido sus efec­tos y actualmente se contabilizan pocos casos, lo que hace pensar a muchos que se ha salido del problema, aunque la expe­riencia de otros países del mundo indica que todavía no se puede cantar victo­ria y hay que mantenerse en guardia. Por suerte, gracias a una serie de facto­res positivos que se aunaron, se está vis­lumbrando una salida al desastre econó­mico de acuerdo con los indicadores de varios sectores de la actividad productiva, comercial e industrial de los últimos dos trimestres del año. Pero no todo es total­mente fructífero.

Según los datos del Ministerio de Hacienda, la deuda pública llegó al 30 de setiembre último a 13.310,3 millones de dólares. Y con esto el pasivo alcanzó al 34,6% del producto interno bruto (PIB), el punto más alto de endeudamiento en la historia. Una marca que no es precisa­mente para ponerse contento.

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El último informe de política moneta­ria del Banco Central del Paraguay (BCP) indica que la previsión del aumento de la inflación para el cierre de este año es del 6,7%, una de las subas de precios más ele­vadas de los últimos 10 años. Estima que la economía aumentará 4,5%, aunque algu­nas áreas importantes del sector primario y secundario crecerían menos que lo esti­mado inicialmente.

Un analista económico dijo que para entender la situación que se vive hay que considerar que el 65% de los entrevista­dos sometidos por el Banco Central a una encuesta sobre la realidad que los afecta refirieron que su situación económica actual está ahora peor. Lo que calificó como un indicador válido de la realidad y que no se puede desconocer a la hora de hacer un diagnóstico.

Si bien no se está en el peor momento, no se puede decir que ya estamos en plena reac­tivación ni que el crecimiento económico registrado es un aumento genuino, sino una situación de mejoramiento compa­rada con la mala coyuntura anterior. Que baje la fiebre del enfermo no significa que ya está curado. Por eso están errados algu­nos voceros del Gobierno cuando lo elo­gian por el mejor momento actual, como si se hubiera producido realmente un cre­cimiento cualitativo, pues se engañan fal­seando la realidad. El aumento es apenas para estar como antes de la pandemia.

Es de fundamental importancia la gestión del Gobierno para salir del pozo y reac­tivar la economía. Y que su administra­ción transcurra por los caminos acertados para alcanzar el éxito. Por eso es primor­dial hacer un buen diagnóstico de la reali­dad y conocer los detalles de la situación. Para saber cómo hacer, qué priorizar y qué medidas eludir.

El país tiene que escapar con pasos segu­ros de dos años consecutivos de recesión, con fuerte aumento del desempleo y la pobreza, la inflación de precios más alta en una década y prepararse para alivia­nar los efectos de tener la deuda externa más alta de la historia reciente. No hay lugar para la euforia infantil y prematura de algunos funcionarios del Ejecutivo que por el dato de que al Paraguay le ha ido mejor que a otros países de la región creen que todo ya pasó. Porque tener en el hospital a un enfermo menos grave que los otros no es para ponerse contento sino para trabajar para que recupere lo más pronto su salud.

Esa es la tarea en que se deben concen­trar todos, y que deberá contar con el aporte de las empresas, los trabajado­res, los inversionistas. Así como las ins­tituciones afectadas y la ciudadanía más consciente actuaron con propiedad ante los ataques de la emergencia sanitaria, de ese modo habrá que ponerse ahora para el nuevo desafío que se presenta. Hay que concentrarse en el trabajo de recu­perar la actividad económica, multipli­car los empleos y hacer que se reactiven las empresas golpeadas. Solo así se podrá superar la contingencia y volver a la nor­malidad.

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