Una de las enfermedades endé­micas que padece el Estado paraguayo es su tamaño des­comunal, con una superes­tructura ineficiente y muy costosa. Se estima que su presupuesto en salarios cuesta alrededor del 80% de los recur­sos que pagan los contribuyentes y que debieran tener otros destinos, como las inversiones públicas, que hoy se financian mediante préstamos o regalías. Debido a esa ineficiencia tiene que prestar dinero para pagar la deuda pública, pues con los recursos propios no la puede cubrir. El porcentaje de endeudamiento para sol­ventar gastos va aumentando año tras año debido al escaso crecimiento de los recur­sos genuinos.

Esa falta de eficiencia hace que cada ejer­cicio vaya subiendo el déficit a pesar de los frenos legales que se han puesto para impedir el derroche. Por las circunstancias especiales de la emergencia pandémica, se ha tenido que modificar la disposición de la Ley de Responsabilidad Fiscal (LRF) que toleraba un déficit fiscal de hasta 1,5% para permitir mayores porcentajes de desajus­tes. Norma que se ha extendido para seguir teniendo déficits fiscales del 4% en el 2021, sin evaluar el impacto que pueda tener en la estabilidad macrofiscal que trabajosa­mente se ha conseguido en la gestión de los últimos gobiernos.

Por eso no es extraño que en la última pre­sentación del informe de Basanomics se haya hecho hincapié, entre otros puntos, en la necesidad de hacer una profunda reforma estatal con políticas económi­cas sensatas que ataquen las debilidades de la economía que se profundizaron con la crisis.

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El ex presidente del Banco Central del Paraguay (BCP), Carlos Fernández Valdo­vinos, destacó que no se puede continuar con la política fiscal expansiva aplicada por el Gobierno en el momento de crisis. Dijo que hay vientos favorables teniendo en cuenta los factores externos y que los números internos están bien, por lo que no conviene seguir con altos déficits. “No tiene justificativo y fundamento econó­mico volver a tener el mismo déficit fiscal. Lo que hay que hacer ahora es pensar en rearmarse para la próxima crisis, que even­tualmente irá llegando. Ahí es donde lla­mamos a la prudencia fiscal. Hay que volver a la realidad”, enfatizó.

Afirmó que hay que aprovechar el momento para tomar las medidas necesa­rias, ya que la economía está mejor. Dijo que no se está haciendo nada para lo que venga en el mediano plazo. “No tenemos reformas y no estamos aprovechando que tuvimos suerte por las fortalezas macro. La única que hubo fue la impositiva para recaudar más, pero no hay nada para gastar menos ni para gastar mejor”, subrayó.

El Gobierno debe retornar al déficit fiscal del 1,5%, como manda la ley, realizando los ajustes de cinturón necesarios y poniendo en marcha la reestructuración del aparato estatal. Los demás poderes del Estado y la clase política deben acompañar la reducción del dispendio que tanto daño hace al país.

El Legislativo debe aprobar las leyes de achicamiento que tiene en su poder y no extender los plazos para favorecer al clien­telismo nefasto que se ceba en el presu­puesto fiscal sin utilidad para el Paraguay. El proyecto de ley de la Función Pública y la Carrera del Servicio Civil es una de las normas que debe despachar lo antes posible el Legislativo para ir reformando la estructura del Estado. Otro proyecto de ley al que debe darle andamiento es el de Suministro y Compras Públicas, para mejorar los gastos estatales en la adquisi­ción de bienes. Además de otras propuestas legales encaminadas a la reformulación de la maquinaria pública que eroga dinero sin provecho para la nación.

Por las circunstancias que se viven, este es el momento adecuado para la rees­tructuración estatal, y no se debe perder más tiempo. Para que sea más eficiente el Estado y su paquidérmica estructura, se debe lograr el ahorro de los fondos públi­cos, hacer más fuerte la transparencia en el manejo del dinero estatal, establecer la meritocracia en la contratación de los fun­cionarios y achicar su armadura a límites razonables.

No se puede continuar con el gigantismo estatal que sufre el país. El Gobierno y la clase política deben actuar sin perder más tiempo ni dinero en su reestructuración para que la nación pueda levantar cabeza en forma definitiva.

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