La amenaza más elevada para el Paraguay, en todos los campos, es la epidemia del covid-19, ella atenta contra la vida de nuestra gente, así como contra la economía nacio­nal. Para salir del torbellino del incre­mento de contagios, en el que lo peor está por llegar –las autoridades esperan que esta semana se bata el récord en cuanto a contagios semanales– solamente depende de la capacidad que como sociedad ten­gamos para controlar al virus del SARS-CoV-2. Estas acciones van desde la res­ponsabilidad personal de cumplir con las medidas sanitarias, de hacer cumplir los protocolos de bioseguridad en el ingreso de los locales comerciales, empresas, etc., y desde el Gobierno y el Estado establecer controles rigurosos para hacer cumplir las medidas sanitarias a todos los ciudadanos, sin ninguna distinción, así como acele­rar la compra de medicamentos e insu­mos para los hospitales, y por supuesto la vacuna anticovid.

El inmunizante con el covid resulta de suprema importancia para descender los casos y salir del atolladero. Pero también se sabe que la sola vacuna no es suficiente para frenar el coronavirus –salvo que se vacune al total de la población o mínimo al 90% de ella–, sino que a la par también se requiere de acciones conjuntas que desde cada sec­tor de la sociedad aportemos. Por ejemplo, evitar viajes a lugares donde sabemos que podemos contraer una nueva sepa, como la variante P1 de Manaos (Brasil), podría ser hasta dos veces más transmisible que la ver­sión original del virus.

Asimismo, abandonar la práctica de las vela­das clandestinas en casas o comercios –esto es un secreto a voces–, donde los partici­pantes eliminan todo tipo de protección, y el resultado de cada una de estas aventuras son sanatorios públicos y privados abarrota­dos con enfermos de covid-19, y ante la falta de una simple camilla, porque todo está uti­lizado, los enfermos deben sobrellevar la internación en una silla, a la espera que otro paciente pase a Unidad de Terapia Intensiva (UTI) o muera o se cure alguien para que le den el alta y así lograr un lugar desocupado.

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Las 350 nuevas camas de UTI que se habi­litaron en el sector público en el último año están todas ocupadas. Hasta ayer domingo 349 enfermos de covid-19 las estaban ocu­pando, pero recordemos que a más de esta dolencia hay pacientes con otras enferme­dades que también requieren de un espacio en estas unidades especiales. A este coro­navirus no le vamos a ganar en los hospita­les, ni los sistemas de salud más pintados en el mundo lo lograron. Pero ello no quita las responsabilidades del Estado de continuar trabajando en el fortalecimiento del sistema sanitario público. Abastecer con insumos y medicamentos para todas las dolencias, apresurar la llegada de más vacunas para inmunizar a los grupos de riesgo y luego toda la población posible.

Mientras se responde médica y logística­mente desde el Estado para evitar el colapso hospitalario, a los ciudadanos desde el puesto en que estemos nos toca dar nuestro grano de arena, para evitar un nuevo año con números bajos en materia económica. Si bien las perspectivas económicas para fin de año son esperanzadoras de que se viene una reactivación económica, los riesgos de continuar a la baja siguen siendo importan­tes, como el empeoramiento aún más de la pandemia por la ligereza ciudadana y por la llegada de otras cepas de virus aún más transmisibles, por desestabilización polí­tica, por efectos meteorológicos negativos, entre otras tantas amenazas.

Evitar llegar al colapso en los hospitales y de la economía nacional es la misión que la ciu­dadanía y el Estado tenemos. Si no obramos en consecuencia, Paraguay estaría frente a un serio riesgo de retroceder en todos los órdenes de lo logrado en las últimas décadas.

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