El aumento promedio de casos de covid-19 en la última semana, el relajamiento sanitario que se divisa en los lugares públicos, en aglomeraciones circunstanciales de per­sonas y la distensión en el control del com­portamiento de los grupos hacen temer por un rebrote de la pandemia. Las autori­dades sanitarias han mostrado su preo­cupación sobre este fenómeno, que puede llegar a cifras más preocupantes por el comportamiento de la gente que va a Caa­cupé sin las precauciones, cosa que puede empeorar a partir de los próximos días cuando comience el novenario de la Virgen el 28 de noviembre.

Las cifras que se han conocido en la última semana no son desatender el control pues representan indicadores elocuentes de lo que puede venir si no se mejora la vigilan­cia de la salud.

En las primeras tres semanas de noviem­bre, desde el 1 al 22 de este mes se ha regis­trado un promedio de 604 nuevos casos por día, lo que es una media menor a otros tra­mos anteriores. Por ejemplo, en todo octu­bre se tuvo 724 contagiados por jornada, lo que cayó a 604 en lo que va de noviembre, es decir, 120 casos menos diarios.

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Pero en la última semana estudiada de noviembre, desde el 15 hasta el 22, se enfermaron de coronavirus 4.902 per­sonas, lo que hace un promedio de 700 individuos contagiados por jornada, cifra que indica que el aumento de casos por día llegó a 96 personas durante la última semana estudiada sobre el promedio de las 3 semanas del mes.

Si en el tramo del 15 al 22 de noviembre se tuvo una suba sustancial de contagios es para preocuparse y tomar las medidas de rigor para evitar cualquier desborde pos­terior.

Para algunos observadores del tema, no es casualidad el incremento de nuevos casos de covid-19 en la última semana. Expli­can que durante los festejos de Halloween hubo muchos desbordes en numero­sos grupos de personas que celebran ese acontecimiento. Dos semanas después comenzó el incremento de casos.

Aparte de eso se ha constatado cierto rela­jamiento en la conducta de la gente y en las exigencias de control en los patios de comidas y lugares afines, como los restau­rantes, donde ya no son tan estrictos. Se ha comprobado que en algunos shoppings no se controla el lavado de manos al ingresar, especialmente en los garajes subterráneos y que solo al entrar en los salones se toma la temperatura a los clientes, lo que estricta­mente no forma parte del protocolo sanita­rio. Y ni hablar de las reuniones de amigos en lugares donde se reúnen muchas perso­nas para beber y relajarse, en que no se pre­ocupan mucho por los cuidados de la salud.

Entonces no es de extrañar que, en apenas ocho meses, el covid resultara ser ahora la quinta causa de muerte en el Paraguay, luego de las enfermedades cardiovascula­res, el cáncer, los accidentes cerebrovas­culares y la diabetes, encima incluso de los accidentes de tránsito.

En el campo internacional, nuestro país está en octavo lugar en la tasa de letalidad por el coronavirus entre las 10 naciones de Sudamérica, con un 2,2%, y ocupa el mismo puesto en cuanto a casos de mortalidad cada 100 mil habitantes, con 20,7 dece­sos. Pero, al mismo tiempo, es la nación con menos tasa de recuperados que los demás países, con el 71%, lejos del otro con menos tasas de recuperación, Bolivia, que cuenta con un 80% y debajo del promedio sudame­ricano del 89%.

Las autoridades competentes tienen que encarar una fuerte campaña educativa, como nunca hicieron, para insistir en el cuidado y realizar una vigilancia severa en el comportamiento de la gente.

Están bien los llamados y son oportunas las recomendaciones de los entendidos de la salud. Pero las palabras solas no bastan cuando hay que torcer la conducta de indi­viduos que no tienen la disciplina que se requiere para el cuidado que exige la pan­demia. Hay que actuar de otro modo para hacer un control efectivo que garantice la seguridad de la gente, más aún viendo los desbordes que se dan en Caacupé.

Llegó la hora de que los responsables actúen con más energía en la vigilancia del comportamiento de la gente ejerciendo un control más estricto a los grupos habitua­dos al relajamiento.

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