El Gobierno ha extendido la cua­rentena hasta el lunes 12 de abril debido a la necesidad de man­tener el cuidado que requiere la expansión del COVID-19, que se va exten­diendo día a día. Esto a pesar de la pre­sión que habría habido de parte de ciertos sectores que insisten en que el castigo es muy fuerte para la actividad económica. En esta ocasión han primado las razones sanitarias, por sus urgencias. Pero en su momento habrá que comenzar a dinami­zar el trabajo, la producción y el comercio.

Se ha insistido mucho en que si se cuida la salud no se puede atender la economía y que, si se presta atención a la economía, seguramente se descuidaría la salud. Como si una y otra realidad fueran una antinomia y representaran hechos nece­sariamente contradictorios y opuestos.

Este razonamiento lo usaron algunos altos exponentes del Gobierno y cier­tos especialistas del sector privado. Es una expresión atrayente porque pone de resalto que se opta por la salud a toda costa, incluso a pesar de otras cosas tan importantes como las actividades eco­nómicas.

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Pero en puridad, las cosas no son así, pues de hecho en la vida cotidiana no se producen esas contradicciones, por­que la salud y la economía no son hechos intrínsecamente opuestos, sino más bien son partes importantes de una misma realidad que conviven armónicamente cuando hay un sano equilibrio.

Es bueno que se razone con una lógica correcta porque hace falta que los plan­teamientos del Gobierno sean encarados sin esa antinomia. Es decir, que tenemos que cuidar la salud y al mismo tiempo atender la economía.

Porque, de lo contrario, actuando como si una cosa y otra fueran opuestas, con el descuido de la actividad económica estamos poniendo en apuros casi tantas vidas como las que el coronavirus apeli­gra con su terrible amenaza.

Lo que suceda en el futuro inmediato demostrará la validez de esta afirma­ción, pues no se puede tener paralizado indefinidamente el país sin amenazar terriblemente el pan de la gente y sin hacer que miles de personas queden sin trabajo y las empresas sufran la quiebra por inacción.

Así como ante el incendio de una empresa hay que salir corriendo a apa­gar el fuego descuidando momentá­neamente otras cosas menos urgentes, como la venta de productos o el cobro de facturas, de ese modo hay que correr ahora presurosos a buscar la solución a la pandemia que nos amenaza, con toda la urgencia requerida. No es que haya que dejar de trabajar ni producir a toda costa. La dejamos de lado en parte y por un tiempo breve no porque no sea impor­tante, sino porque hay otra urgencia.

Por consiguiente, hay que seguir cui­dando la economía, no con la premura que implica apagar un incendio, pero sin descuidarla. Solo que por la emergen­cia actual se debe insistir más en el tema sanitario, que es prioridad absoluta y que por ello debe canalizar por el momento nuestros mejores esfuerzos y recursos.

La paralización de la actividad econó­mica no es total por el confinamiento dispuesto por el Gobierno. Muchos se desplazan para ir al trabajo y otros están produciendo desde sus hoga­res. Pero hay un vasto sector al que el encierro golpea muy fuerte para el que urge encontrar medidas apropiadas. El Decreto N° 3.478, cuya vigencia fue extendida hasta el 12 de abril, establece el aislamiento total fijado por el Decreto N° 3.456 desde las 20:00 hasta las 4:00. Esto significa que en el horario de no aislamiento total no está prohibido el desplazamiento de personas, aunque no se recomiende la aglomeración. Con esta interpretación no es necesaria la clau­sura de los shoppings y centros comer­ciales en el horario de no aislamiento, como de hecho no se han cerrado los mercados ni supermercados en dicho espacio de tiempo. Salvando la posibi­lidad de aglomeraciones, haciendo res­petar la distancia mínima entre perso­nas, tomando los cuidados sanitarios recomendados, los centros comerciales, patios de comida, restaurantes y afines tendrían que poder funcionar durante esta cuarentena.

Con medidas como las mencionadas se podrán ir reactivando algunos secto­res que han sido duramente castigados hasta ahora y cuya actividad es impor­tante para la estabilidad económica y social.

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