Que un recluso pueda matar a alguien en su propia celda. Que una visita pueda ingresar a ella fuera de todo protocolo vigente en el sistema penitenciario es una vergüenza pública que reclama explicación del Gobierno. Los narcos manejaban sus conferencias de prensa, ahora matan con horrorosa impunidad en el corazón de la Agrupación Especializada.

Será casi imposible ofrecer una versión final de lo sucedido dejando a salvo la honestidad de los encargados de la Agrupación Especializada, la capacidad de la cúpula policial y la responsabilidad política de las autoridades de seguridad del Gobierno.

Hace solo pocos días, el mismo sujeto que provocó ayer el horrible crimen en su celda fue protagonista de una privilegiada conferencia de prensa en la que faltó poco para que también se ofrecieran tragos y bocadillos. Lo que se produjo ayer es solo el peor desenlace de una función que en la mejor hipótesis es deficiente y poco profesional, pero que destila por todos los poros la potencial evidencia de privilegios y acciones facilitadoras para que un narco se mueva en este recinto “de alta seguridad” como Juan por su casa.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

En una película mala, de bajo costo, dudarían de escenificar el asesinato de un visitante en la celda de un recluso porque todos saben, incluso en la ficción, que las visitas se reciben en otros sitios y ellas deben estar rodeadas de los más estrictos controles de seguridad. Aquí todo se movió para que el criminal tuviera un cuchillo en sus manos y la víctima estuviera acorralada en su celda.

Ya los cronistas policiales revelarán también otros aspectos que se refieren al triste final de una persona utilizada trágicamente, según parece para fraguar un escenario jurídico que impida la extradición, un hecho inédito en la historia del Paraguay por sus características.

Capítulo aparte se merece el juzgamiento de la situación actual de la corrupción en filas policiales. Tan solo el viernes último, este grupo periodístico reveló cómo se configuraba un sistema de millonaria recaudación vía utilización de policías para guardias privadas en el departamento del Guairá.

Esta denuncia derivó posteriormente en el obligado desmantelamiento de la cúpula policial de tal departamento, pero la sospecha que existe es que se trata de una práctica que se encuentra extendida también en unidades de la capital y otras regiones del Paraguay.

Es probable que la verborragia del actual gobierno buscara transferir de nuevo las responsabilidades de este lamentable suceso a los gobiernos anteriores, argumento para esconder las debilidades del funcionamiento que parece cada vez menos consistente para los ojos de la opinión pública.

Las preguntas que quedan flotando son: ¿permitirá el sistema judicial paraguayo que un narco marque la hoja de ruta valiéndose de salvajes y horrendos recursos “legalistas”? ¿Debemos considerarnos ya presos de un sistema salvaje que mata para salvarse?

Es una dura prueba que enfrentará en lo sucesivo al sistema penal con el sentido común y algún resto de honor y amor propio de las instituciones que debería sobrevivir.

Queda claro que, a la luz de la experiencia con Chimenes Pavão y esta misma, el desafío es lograr que el sistema de justicia logre imponerse por sobre los todopoderosos abogados chicaneros que sostienen a los narcos en sus celdas VIP, se burlan de la institución de la extradición y al mismo tiempo montan sus historias de justicieros en los medios de comunicación.

En resumen, se vive un tiempo en el que la versión de los hechos es agendada por los narcos y los ciudadanos decentes se deben conformar con verlo por televisión.

Dejanos tu comentario