Los datos publicados hace días, provenientes de las investigaciones realizadas sobre las mipy­mes, arrojan interesantes –y también preocu­pantes– cifras. Según lo dicho por represen­tantes del sector, en Paraguay, el 85% de las empresas es familiar y este representa nada menos que el 60% del Producto Interno Bruto del país (PIB).

Vistos así, los números son alentadores, pues nos hablan de un gran interés en emprender nego­cios y la importancia que tienen esos pequeños emprendimientos en la economía del país.

Sin embargo, está la “cara oscura” de ese tema: la del fracaso de muchas de esas empresas. Las mis­mas fuentes afirman que de todas esas peque­ñas empresas, muy pocas sobreviven al tiempo. Según datos del Centro Paraguayo de Producti­vidad y Calidad (Cepprocal), de la Unión Indus­trial Paraguaya (UIP), 9 de cada 10 empresas son pymes en Paraguay, y las empresas familiares son un agente económico importante en la eco­nomía mundial y también lo son en nuestro país. Pero el dato alarmante es que en nuestro país, el 85% de estas empresas quiebran en los primeros 5 años de operación.

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Los problemas principales derivan de la falta de experiencia de quienes se lanzan a crear una empresa, muchas veces, sin tener ninguna idea, más allá de lo básico, sobre lo que harán. Por ello, se dan cursos interesantes, auspiciados por el propio Cepprocal (de la UIP), y se puede acceder fácilmente a todo tipo de asesoramiento en dicha institución para poner en marcha el negocio que, por más pequeño que sea, amerita un nivel básico de conocimiento, de muy fácil manejo, pero muchas veces no utilizado por desconoci­miento.

Los expertos hablan de la inexperiencia, la falta de un estudio de mercado, aunque pequeño, y de las malas inversiones en las que cualquiera puede caer, por más que se tenga talento para realizar una tarea o producto. Es muy diferente hacer algo para “los conocidos o amigos” que ponerle precio al tiempo, a la materia prima y sobre todo, manejar con criterio empresarial un emprendimiento que muchas veces nace como hobby o en medio de una necesidad de aumentar el ingreso en el hogar. Tampoco es fácil acceder a créditos sin conocer todas las posibilidades y elegir los más convenientes, así como es necesa­rio aprender a manejar criterios y utilizar herra­mientas tecnológicas que facilitan y abaratan costos.

Por ello, cada vez que una familia se plantea esa necesidad de abrir una pequeña empresa o con­vertir en negocio una idea que puede ser inge­niosa, lo importante es acercarse a las institucio­nes que pueden apoyar esa idea y darle forma con el conocimiento de la realidad y los consejos más útiles para no cometer errores que pueden ter­minar con el sueño del negocio propio destruido y, además, con deudas contraídas, de las cuales es difícil salir.

Es importante conocer las herramientas, que por suerte actualmente son muchas y están al alcance de todos, para poner en marcha los dis­tintos emprendimientos que, por más pequeños que sean, son creadores de ingresos que mejoran la calidad de vida de las familias y, bien maneja­dos, se convierten en generadores de empleo y crecimiento de las comunidades. Una mipyme o una pequeña empresa familiar puede ser un éxito a base del esfuerzo compartido, crecer en el tiempo y permanecer, o morir prematura­mente por causas que con conocimiento, apoyo y ayuda se pueden evitar, opinan los especialis­tas que están siempre dispuestos a tender una mano desde instituciones del Estado o de ori­gen privado, como la UIP, que ha entendido que los pequeños emprendimientos son motores importantes para el crecimiento del país y, por ello, dedican tiempo y esfuerzo a trabajar junto con ellos, como lo explican al firmar un conve­nio con la Fundación Industrial para implemen­tar el programa Productividad de las Mipymes, denominado “Crecemipe” (crece mi empresa), lanzado este fin de semana en el marco de la Expo Feria de Mariano Roque Alonso, que se desarrollará en diferentes módulos y está des­tinado a brindar educación financiera y empre­sarial, talleres de capacitación y planes especia­les de financiamiento a las pequeñas y medianas empresas. La idea, expresada desde la UIP, que encabeza el proyecto, es apoyar a las empresas familiares y romper la estadística negativa que afirma que la gran mayoría no supera los cinco años de vida. Con herramientas accesibles se podrá lograr ese objetivo.

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