Según el flamante y flameante presi­dente del Congreso, si hoy se llevara a cabo el pedido de acuerdo para que el ex presidente Nicanor Duarte sea direc­tor de Yacyretá, “no tengo duda de que Nicanor tiene número holgado para ser designado como director de la EBY. Sin embargo, las circuns­tancias y coyunturas son cambiantes. Cuando digo holgado, te digo por encima de los 25 votos, pero últimamente los senadores somos pererî y dependemos de la línea editorial de los medios”.

Llegado el momento en que Nicanor Duarte Frutos, impulsado por nuevos vientos, decidió asumir el cargo de director de Yacyretá, se pro­dujo un cambio radical que resulta difícil enten­der. Tanto los avezados políticos expertos en la Constitución, legisladores, políticos y politólo­gos “éticos”, que no podían aceptar que no fuera otra cosa que senador vitalicio, ahora conside­ran que puede ejercer otro importante cargo público de responsabilidad y representación nacional.

Es decir, sí puede ejercer otro cargo que el insig­nificante de tener voz, pero no voto: resulta entonces que el mandato no es imperativo ni excluyente. De hecho, el mismísimo Nicanor ejerció el cargo de embajador, que sí debe ser aprobado por el Congreso, sin que el mismo Congreso, que le niega los votos para ser sena­dor, se inmutase, olvidándose que teóricamente debería ser de por vida única y exclusivamente senador vitalicio por “imperativo” mandato de la Constitución Nacional.

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“Si hoy –por hace unos días– se llevara a cabo el pedido de acuerdo –dijo el presidente del Legis­lativo, Beto Ovelar–, no tengo duda de que Nica­nor tiene número holgado para ser designado como director de la EBY”.

Hoy, mañana o pasado puede cambiar el cri­terio y, por ende, la lectura, interpretación y proclama de la Constitución, cualquiera fuere. Con lo que podemos llegar a la conclusión de que tenemos que considerar ese factor clave de la política paraguaya que proclamó el ex sena­dor supermercadista don Blas: “Por ahora”; por eso, Beto, experto en estos avatares de nuestra política veleta, aunque no precisamente movida por los vientos, sino por los intereses, gene­ralmente crematorios, fue cauteloso al enun­ciar la frase “últimamente los senadores somos pererî y dependemos de la línea editorial de los medios…”. Sin duda hace referencia a la línea opinóloga de los medios de comunicación, pero también de los “medios” que se ponen en la balanza.

Fue un acto de franqueza política que vale la pena valorar y que va a obligar, si es respetable aquello de “nobleza obliga”, a que ahora juristas y opinólogos se vean en la necesidad de sacarle más punta al lápiz… si todavía queda lápiz, para añadir que, pese a todo, la Constitución es cla­rísima, contundente, imperativa en que los pre­sidentes del Paraguay, una vez terminado su mandato, no pueden hacer otra cosa que no sea ser senadores vitalicios; es decir, nada, porque la Constitución no dice nada al respecto de lo que deben hacer, sino, en la lectura de juristas, opinólogos y demás, ser senadores vitalicios que tienen voz –por suerte no se les ocurrió tam­bién prohibirles hablar–, pero sin voto; es decir, voz al pedo; ¡además de nada, mudos! Semejante irracional castigo que solo premia y beneficia a los ex presidentes que hayan hecho tal desastre que hayan logrado la mayoría en contra para ser destituidos vergonzosamente, pero beneficiados con el premio de poder volver a ser presidentes para hacer otro desastre mayúsculo, para ganar el mérito de volver a ser presidentes en todos los períodos que se les ocurra, mientras que los que hicieron su trabajo correctamente reciben el castigo de ser “mudos floreros”. Ahí lo tenemos a Lugo como ejemplo para las generaciones veni­deras y el porvenir de la patria.

Es cierto, señores juristas, señores analis­tas, señores opinólogos, que nuestra Constitu­ción tiene ciertos defectos y necesita de unas correcciones urgentes, pero no es para tanto; este disparate no es constitucional, es de los defensores y proclamadores del disparate como máxima constitucional, al gusto y medida, como señaló el presidente del Congreso, de la línea editorial de ciertos grupos mediáticos, de intereses partidarios y, lo que es más grave, de quienes se burlan del proceso electoral y de los votos, usurpando las atribuciones constitucio­nales del pueblo paraguayo para designar en cargos electorales a títeres y saltimbanquis de la política.

Es de esperar que la crítica del presidente del Congreso llegue a los senadores pererî para que tengan un tanto de vergüenza y asuman sus res­ponsabilidades legislativas de acuerdo a la Cons­titución y las leyes.

Y es de esperar que llegue también a los sesudos juristas y opinólogos pororó que hacen ruido, convertidos en ecos de las direcciones de los vientos que soplan a favor… “por ahora”. Ya lo sentenció don Blas.

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