El lunes se dieron a conocer los resultados de la Encuesta Global de Salud Escolar, realizada en el 2017 entre estudiantes de escuelas públicas y privadas de entre 13 a 17 años de edad de 12 departamentos del país, que dan una radiografía completa de la situación de esa delicada porción de nuestra sociedad. El ministro de Salud Pública y Bienestar Social, que fue el encargado de divulgar la información, calificó de alarmantes los resultados obtenidos porque reflejan una sorprendente realidad marcada por los vicios más duros de nuestra sociedad y el comportamiento inquietante de esa población adolescente, que es parte de lo más precioso del país.
El ministro mencionó que el estudio revela no solo el sobrepeso y la obesidad creciente, la ingesta temprana del alcohol y la precoz iniciación sexual, sino la angustiante posibilidad de recurrir al suicidio por parte de los jóvenes ante sus dificultades.
La ingesta de alcohol, que es uno de los dramas de toda nuestra sociedad, se muestra como preocupante porque el 46,4% de esos adolescentes ya lo ha probado antes de los 14 años, el 35,4% declaró haber tomado bebidas alcohólicas en los últimos 30 días y la mitad de ellos reconoció que estando alcoholizados tuvieron relaciones sexuales. No importa que el Código de la Salud prohíba el consumo de alcohol hasta cumplir los 20 años de edad, pues por lo visto es letra muerta.
Otro de los datos alarmantes de la encuesta es la precoz iniciación sexual de los estudiantes, pues el 21,5% de los encuestados reconoció haber tenido relaciones sexuales antes de los 14 años y el 11,2% del total comenzó su experiencia estando en el octavo grado, en tanto que el 77% admitió haber tenido relaciones con dos o más personas.
Otro capítulo a considerar es la mala alimentación de los estudiantes, ya que el sobrepeso y la obesidad afectan al 32,7% de los encuestados, lo que quiere decir que 1 de cada 3 adolescentes está con ese problema. El 6,3% ya está afectado por la hipertensión y al 7,7% ya se le detectó diabetes.
La violencia es otro elemento negativo fuertemente presente entre los estudiantes, pues el 18,4% de los varones ya fue agredido físicamente una o más veces, frente al 12,3% de las mujeres.
Pero lo que podría considerarse casi aterrador en este grupo social de menores es la posibilidad del suicidio como salida a los problemas. La encuesta encontró que el 13,8% de los estudiantes preguntados consideró alguna vez la posibilidad de suicidarse y que el 11,2% de ellos reconoció que intentó sacarse la vida una o más veces en un plazo de 12 meses.
La realidad que arroja esta encuesta realizada recientemente en nuestro país con los auspicios de la Organización Mundial de la Salud y los ministerios de Salud y Educación es para tomar nota, reflexionar y buscar urgente remedio. Pues nos muestra con toda crudeza cómo está esa parte vulnerable de nuestra sociedad, constituida por miembros de nuestras familias y que son parte de nuestro patrimonio afectivo.
El informe indica, casi con crueldad, que las familias no están cumpliendo su rol de primer educador y contralor, las graves deficiencias de nuestra sociedad en la cotización de los valores humanos y la ineficiencia de nuestras instituciones para encauzar las inquietudes y poner coto a los desbordes.
El alarmante resultado de esta encuesta es un tremendo desafío para los padres de familia, las instituciones educativas, religiosas, deportivas, sociales, judiciales, políticas y policiales del país. Aquí no hay otra que reconocer la realidad y ponerse en la tarea de ocuparnos de los adolescentes y jóvenes con la educación, el buen ejemplo y medidas educativas, sanitarias y morales para curar esta grave enfermedad social que se acaba de detectar en el país.